El cerebro humano es bueno inventando cosas y formando hábitos inconscientes que a veces sabotean lo mejor de nosotros mismos. Así que estoy recuperando el control. Estoy pirateando mi propia psicología para lograr la paz interior.

Los psicólogos, terapeutas y maestros espirituales comprenden la mente humana. Entonces, estoy usando algunos de sus conceptos para crear un conjunto de herramientas mentales para la vida. Estos increíbles trucos han transformado mi salud mental. Han cambiado mi percepción de la realidad. Con suerte, uno de ellos iluminará tu propio camino.

Truco n.º 1: reformula tu sufrimiento. - Nuestros cerebros no perciben el mundo objetivamente. Ellos lo crean. Nuestra percepción da forma a nuestro mundo. El replanteamiento aprobado por un terapeuta te ayuda a ver las situaciones de manera diferente. El sufrimiento es inevitable. Nadie puede escapar de ello. La pérdida, la pena, el dolor, el fracaso y la decepción son increíblemente humanos. Hacer las paces con ello es el primer paso para volver a la paz interior, incluso cuando el dolor nos atraviesa.

No deseches que estás sufriendo. Toca tu sufrimiento. Enfréntalo directamente y tu alegría se hará más profunda. Sabes que tanto el sufrimiento como la alegría son impermanentes. Aprende el arte de cultivar la alegría. Practica así y llegarás al tercer giro de la Tercera Noble Verdad, la “Realización” de que el sufrimiento y la felicidad no son dos. Cuando llegas a esta etapa, tu alegría ya no es frágil. Es verdadera alegría.

Replantear el sufrimiento para superarlo. Es un cambio de mentalidad que me mantiene en control de mi salud mental. Me da control sobre mis sentimientos y emociones. Insistir en emociones dolorosas es una receta para la miseria. Reconócelos, pero aléjate de ellos. Incluso en mi experiencia más oscura, busco lecciones para mi camino. Utilizo preguntas como "¿Qué puedo aprender de esto?" Luego, uso ese conocimiento para hacerlo mejor la próxima vez.

Truco n.º 2: no eres tus pensamientos. - Nuestras mentes son como salas de chat ocupadas. Los pensamientos negativos siempre encontrarán su camino sin ser invitados. La clave es no creerles. Utiliza el principio del "observador" para presenciar su ruido mental. Me recuerdo a mí mismo que no soy mis pensamientos sino el observador de ellos. El desapego me permite dejar de lado la negatividad y elegir mi enfoque. Es liberador.

La mente es un instrumento magnífico si se usa correctamente. Sin embargo, si se utiliza incorrectamente, se vuelve muy destructivo. Para decirlo con mayor precisión, no se trata tanto de que uses tu mente de manera incorrecta: normalmente no la usas en absoluto. Te utiliza. Esta es la enfermedad. Crees que eres tu mente. Éste es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti

Poco a poco me estoy convirtiendo en el observador. El objetivo es elevarme por encima del ruido de mi cabeza. Soy la suma de mucho más, incluidas mis buenas intenciones y acciones.

Truco #3: conoce tus emociones. - Las emociones no son enemigas. Son mensajeros. Solía esconderlos, lo que sólo los hizo explotar más tarde. Ahora reconozco mis sentimientos. Rellenar las emociones no funciona.

Los psicólogos recomiendan reconocer nuestros sentimientos. ¿Se siente abrumado? Respire profundamente y nombre el sentimiento: "Está bien, me siento estresado". ¿Estoy triste? ¿Enojado? ¿Frustrado? Me permito sentirlo, pero no dejo que me controle. Luego, utilizo mecanismos de afrontamiento saludables, como ejercicio o caminatas en soledad, e introspección para procesar esas emociones.

Una emoción es tan fuerte como tú permites que sea. Siempre que experimentes un sentimiento negativo, en lugar de concentrarte en él, ponte a trabajar de inmediato. Si estás enojado por algo, tacha algo de tu lista de tareas pendientes. Si es posible, has algo que requiera toda tu atención. Interrumpir: hacer algo tonto o inusual para romper el patrón. Grita, haz un baile tonto o habla con voz extraña. Muévete: ponte de pie, sal a caminar, haz flexiones, baila o adopta una postura poderosa. Al cambiar tu fisiología, puedes cambiar la forma en que te sientes.

Truco nº4: Perdónate a ti mismo (y a los demás). - Perdonar no es sólo para el beneficio de otra persona. Es algo que haces por ti mismo. Así es como tomas el control total de tu curación. Así es como permites que entre la luz. Perdonar no es algo que se hace por otra persona. Es algo que haces por ti mismo. Estás diciendo: “No eres lo suficientemente importante como para tener dominio sobre mí”. Está diciendo: No puedes atraparme en el pasado. Soy digna o digno de un futuro.  La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; sólo la luz puede hacer eso. La herida es el lugar por donde la Luz entra en ti.

Lo que resistas seguirá persistiendo. Guardar rencor es como contener el fuego y esperar que otros ardan con él. Si alimentas tu odio y tu ira, te quemas. El perdón no es tolerar las acciones de alguien. Es dejar ir la negatividad y liberarse. También me perdono a mí mismo por los errores del pasado. Me permite aprender, crecer y seguir adelante sin equipaje.

Truco n.º 5: encontrar flujo. - El flujo es ese estado mental donde se fusionan la acción, el tiempo y la conciencia. O un estado de completa inmersión y disfrute de una experiencia. El flujo es estar completamente involucrado en una actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Cada acción, movimiento y pensamiento es consecuencia inevitable del anterior, como tocar jazz.

Identifica actividades que desencadenen tu flujo, ya sea pintar, escribir, tocar música o desafíos al aire libre. Programar actividades fluidas con regularidad puede aumentar tu felicidad y productividad y hacer maravillas con tu salud mental.

Tuno estás sola o solo. Todos luchamos de una forma u otra. Habla con amigos cercanos. Habla con tus seres queridos. Nadie debería pasar demasiado tiempo solo en sus cabezas. Habla con tu paz.

Pedir ayuda no es un signo de debilidad; es una señal de fuerza. Una sólida red de apoyo te ayudará en tiempos difíciles.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.