Vengo de pasear la noche en mi cabeza, de liberarla y refrescarla al viento. Siempre me gusto plantarles cara a días como estos, alborotados, esquizofrénico Relaja mis sentidos, pensar en positivo, aun empeñando el camino en torcer mi destino, sigo a la derecha, cuando quiero ir a la izquierda, incongruencias que matan el destierro de mi olvido. Busco en el reflejo de la luna en el mar, cierto paralelismo que me invite a desenmascarar mis propuestas diarias con el fin de avanzar.

Sigo caminando, cuesta arriba, de vuelta a casa, la pendiente se acrecienta, el aliento se hace más difícil, debo dejar de fumar, En realidad es solo un comentario, girando a mi alrededor no quiero pensar en monotonías compulsivas, aun así llevo tiempo con ganas de proponérmelo, y no encuentro el momento adecuado o quizás sean solo proposiciones al viento, porque claro, no todo lo que se dice se puede tomar al pie de la letra, dejando de tronar olvidamos la tormenta, pero al menos es un intento de configurar el deseo de una perspectiva mejor, reciclar la esperanza, contribuir a que la subida sea cuando menos, más subliminal.

Soy la noche de mis deficiencias, los días de mis aciertos. Mirando más allá de lo que no veo, donde reside la verdad misteriosa de la ceguera contra restada por el tacto beneficioso de no parar un solo instante, surreal teoría de conocer el mundo que está girando a mi alrededor cuando quiero ser optimista.

Tal vez sea menos de más cuando tomo el camino equivocado, pasando del blanco al negro o de la sequedad impropia al de la humedad desatinada. Me han descubierto y no puedo volver, soy el otro loco, otro más en la lista, convertido en palabras al azar, como la vida misma. 

Siguen mis dedos manipulando la conjugación del teclear intrépido, de versos sin rima, uniéndose a mis dilemas, a mis preguntas sin respuestas, no existen atajos, sino el largo camino entre mis locuras y las que intento soslayar 

¿Seré mañana lo que dicen mis palabras que soy hoy...? 

Puedo permanecer largo tiempo observando el baile que atrapa mi concentración, sin demasiado esfuerzo, su hechizo hace mella más allá de la cohesión, siempre me atrajeron sobremanera la llama de velas encendidas. No es extraño sentir, como si mi cuerpo, fuera la cera de la vela y mi mente, esa mecha que arde en ese antiguo almacén de vivencias, recuerdos y motivos para seguir adelante. 

Llama de conciencia que independiza la luz que proyecto, intentando por todos los medios regular la cera y mantener la llama, pero admito que se consume con demasiada rapidez, el desequilibrio entonces no es demasiado intuitivo, es sobradamente variable, por todo aquello que está girando a mi alrededor.

La miro y remiro cuando no deja de oscilar, como cuando me siento perplejo, confundido, catódico y parpadeante. Aun así, alimento la constancia por apuntar hacia las alturas, cimbreante sin estridencias, relajación absoluta, de vivos colores sus reflejos, empezando por descubrir las paredes interiores del espíritu, fuente de luz con fecha de caducidad.

Siempre tratando de encontrar un lugar en el mundo, aquel que por defecto o efecto nos toca vivir, buscando la confianza necesaria para ir más allá de simples palabras. En época de lluvias todo luce mojado, dejando golpear la inexperiencia consabida por miles de gotas estrellándose contra tus delirios, aquellos que proporcionan las desventuras. 

Hay épocas en las que la lluvia no es tan intensa, recalando en desconfianzas dolorosas, aun así, pequeños chubascos que recuerdan los años de generosos bienes. La sequía hace estragos, se vuelve dura e inhóspita, intransitable para los sentidos, curtidos por el mal camino. Son en esos momentos cuando más quisiera cambiar la soledad por el amor, la vida, la amistad. Cargar las alforjas de valentía y girar a mi alrededor como hacía tiempo no lo hacía...

Desde pequeños crecemos con ese sentimiento de apego, inculcado por nuestros mayores, la familia primero, los amigos después. Algo de utopía y contradicción encierra ese sentimiento, cuando la vida se empeña en llevarnos la contraria, dándonos a entender el verdadero final, el despego, porque nada es para siempre. 

A lo largo de todos estos años lo experimente en mis propias carnes y aun así no me canso de cuidar y mimar mis afectos, sabiendo de antemano que en un girar a mi alrededor, alguno de ellos tomaran rumbos distintos a los míos. 

No queda entonces otra opción que la resignación consentida, intentando comprender que también ellos tienen el derecho de vivir su propia vida, como yo vivo la mía propia. Cuesta entender el empeño en ese apego con los que nos rodean, si al final existirá el desapego. 

Sabor agridulce, diferentes consistencias, aromas contradictorios, sensaciones del todo extrañas, sin saber muy bien si vale la pena vivirlos así. Quizás sea otra perspectiva diferente con la cual aprender a evolucionar en nuestras relaciones con los demás, de crecer en nuestra consideración de no padecer lo que viene después.

Soy un pertinaz soñador, me gusta soñar, pero soñar despierto, rara vez tengo pesadillas, por eso las temo, siempre tratando de lo perdido en el camino, dolorosas creaciones del testigo vivido, de caricias y sonrisas que ya nunca volverán.

Tiene sus ventajas soñar despierto, controlas el sonido, el color, la intensidad, el lugar y el espacio, recreando la atmósfera idónea, delirantes surrealismos, delicados contrastes y sutiles aromas. Empiezas donde quieres y terminas, cuando satisfecho cumples el propósito, recrear el gusto, saboreando entretelas, recortando la monocromía y suscitando sensaciones a flor de piel.

Siempre acaban llenando esos vacíos locuaces, de espantos añadidos al suplir del día a día, suprimiendo el símil erróneo, desventurado contratiempo, consiguiendo armonizar la falta de ritmo, me gusta soñar despierto, a cuerpo descubierto, con el semblante tranquilo, por soñar lo que quiero.
Como me gusta tocar la inmensidad... El batacazo llega después, cuando regresas a tus sentidos, pero esa es otra historia, de cuando no puedo...soñar despierto.

Y me dejo mirar por dentro, en un arranque de exhibicionismo, porque solo quiero seguir encontrando sentido a estas palabras encadenadas, que más que palabras, suenan a latidos, que en algún tiempo no muy lejano, fueron de un corazón escondido.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
 Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.