Caminos del vivir entre la lógica, la razón y el sentir.
Publicado por Patricio Varsariah el lunes, agosto 26, 2024

Lo emotivo casi nunca camina al lado de la razón. Además ¿En qué se basa la razón realmente? ¿Qué elementos evaluamos al hacer un juicio de valor o ante una disyuntiva? La razón no es infalible y desde ya no es el camino a la felicidad.
Todos los días de esta vida me he encontrado pensando, en la Razón, motivo, causa, consecuencias de mis actos y sentires. Me he enfrascado en una lucha constante de saber si mis razones son válidas, verdaderas para los actos que he llevado a cabo en mi existencia y de repente me encuentro desorientado, sin brújula cierta que me lleve a puerto seguro y es que a la deriva va mi barca desde hace un tiempo.
Busco definirte Razón y encuentro, lo que ya sabía, un descubrimiento griego, una parte de la filosofía, del pensamiento de las premisas que nos planteamos, de los conceptos inculcados de generación en generación como base de familia, seguidor de reglas sociales en el espacio geográfico que me ha tocado vivir; receptor de las políticas educativas en las cuales he estado inmerso y de las que adquirí mis bases de formación integral para el conocimiento universal de la cultura y la especialidad en una carrera a seguir en la profesión vocacional que ha sido "razón" para mi realización y subsistencia.
He de suponer es una base para reconocer e identificar conceptos, analizarlos, cuestionarlos, deducir e inducir todo cuanto distinto sea a los que capto o tengo por cierto, para entonces descubrir que hay certezas que no son tales, coherencias cuestionables y volver a comenzar al descartar lo que ya parecía un camino seguro en los caminos del vivir entre la lógica, la razón y el sentir.
Es entonces cuando me cuestiono. El dicho tan cacareado de que "hay razones que el corazón no entiende", se agiganta ante mí en la lucha de saber, de sentir que tengo razón y sin embargo los otros, tú o aquel, me hacen ver que es posible venga equivocado por décadas de vida, que no hay que ser tan cándido, que no hay que creer como he creído, que la vida no puede ser una taza de cristal expuesta al mundo, que el decir lo que se piensa o siente sin cortapisas es una daga que puede devolverse y herir sin contemplación, porque mi verdad, razonada y analizada bajo lupa, puesta en cuestionario para verificar en estadísticas si hay un número de seres pensantes y con sentimientos que den luz a la razón que me mueve, encontrando adhesión, razonamientos, inclusive más enriquecedores, no dejan lugar a dudas que, si es cierto que pueda andar equivocado en algún punto de mi gran ecuación de vida, también encuentro identificación y "razones válidas para actuar como actúo, casi siempre" .
Si todo esto ha ocurrido, mi pregunta a ti, Razón es, ¿por qué me siento tan mal a estas alturas de mi vida, cuando debería estar gozando de la paz que da la sabiduría de los años y el pasar por todo lo que hay que pasar para poder apreciar mejor la vida, al tocar los umbrales de la muerte?
Quizá me falte tiempo para amar, ummmmmmmm..., quizás no he podido amar, quizás el miedo se interpuso en ello. La vida es curiosa si la observas desde tu interior más recóndito. La razón llega a convertirse en sin razón absoluta la mayoría de las veces…Es que debe haber un equilibrio, un sano equilibrio; de tal manera que, aunque distintas, las razones de una y otro, no sean incongruentes. (lo dice alguien que piensa con el corazón y muchas veces se cuestionó por ello)
Al volver sobre lo escrito, quizás el problema esté en el "casi siempre tengo razón”, porque nadie tiene la "razón absoluta" eso es una prepotencia y un engaño feroz, atroz a la propia mente y al propio sentir.
En resumidas cuentas, lo que me mueve a escribirte es que, desde hace unos días, no me encuentro en el encontrarte para tener una "razón" que me mueva con alegría de seguir aquí. Con las dudas y el desconcierto de andar a la deriva en el mar de la existencia.
Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.
Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.