El sufrimiento cesa cuando cesa el “apego” al deseo. “Yo no soy mi sufrimiento”. Es un mantra que he estado usando durante años para desapegarme de las pérdidas inevitables, la frustración, el estrés, las luchas en las relaciones, la angustia emocional y los muchos sufrimientos de la condición humana.

No importa cuánto desee que desaparezca el sufrimiento, no puedo separarlo de mis experiencias de vida. Entonces, cambié mi perspectiva o forma de pensar al respecto. He tomado la vista desde arriba para evitar sentirme abrumado. Estoy transformando mi relación con el sufrimiento. Es la única manera de tomar el control de mi paz interior.

A continuación, comparto con ustedes: cuatro nobles verdades sobre el sufrimiento que me parecen muy prácticas. Independientemente de sus creencias espirituales, sus observaciones que cambian la realidad pueden ayudarlo a construir una mejor relación con el sufrimiento y contigo mismo.

Las cuatro nobles verdades son;
I. El sufrimiento existe.
II. El sufrimiento surge del “apego” a los deseos.
III. El sufrimiento cesa cuando cesa el “apego” al deseo.
IV. Liberarse del sufrimiento es posible siguiendo el camino que lleva al cese del sufrimiento.

Exploremos estas verdades no como meros principios religiosos sino como una filosofía para la vida.
Espero que puedas utilizarlos para iluminar tu camino hacia la paz interior, incluso cuando todo a tu alrededor sea caótico.

I. El sufrimiento existe
La primera noble verdad (sufrimiento), va más allá del dolor físico o la angustia emocional, se expande a un sentido más amplio de insatisfacción, impermanencia y un sentimiento de incompletitud inherente en la experiencia humana.
Todos queremos experiencias felices, mejores relaciones y cosas que podamos llamar nuestras. Pero incluso cuando conseguimos lo que queremos, no garantizan una satisfacción duradera. El miedo a perder lo que apreciamos crea aún más ansiedad y sufrimiento.
En cuanto al sufrimiento físico, vale la pena reconocer que la enfermedad, la pérdida y la frustración también son parte de la experiencia humana. Tratar de luchar contra la realidad es una receta para la miseria. Acéptalo. El sufrimiento es parte del viaje humano, pero no tiene por qué controlarte ni definirte.
Utilice la primera verdad para reflexionar sobre la naturaleza del sufrimiento en su vida. Mire más allá de los deseos superficiales y contemple la naturaleza más profunda de la realidad. ¿Puedes encontrar una sensación de paz sabiendo que los altibajos de la vida son la realidad objetiva de cada vida?

II. El sufrimiento surge del “apego” a los deseos.
Todo cambia, incluidas las personas, las relaciones y las posesiones; todo es temporal. Aferrarnos a algo inherentemente impermanentes nos prepara para sufrir cuando inevitablemente cambia o desaparece.
Nuestro sentido del yo, el “yo”, también es impermanente. El yo puede fácilmente convertirse en una ilusión. Nos apegamos a deseos basados en este concepto de un yo fijo, buscando constantemente cosas que nos llenen o nos completen. La necesidad persistente de validación externa crea una sensación de carencia e insatisfacción.
Cuando nos apegamos a un deseo, alimentamos el anhelo de cumplirlo. Este anhelo, a su vez, nos ciega ante la impermanencia de las cosas y la naturaleza fugaz del placer que se deriva de alcanzarlas. Una vez que se logra el objeto del deseo, la satisfacción es temporal y conduce a un ciclo renovado de anhelo por la siguiente "solución".
Verás, nuestros deseos son insaciables. No sólo queremos placer sino también seguridad y comodidad. Nuestros deseos crean una falsa sensación de dualidad, donde la felicidad depende de la ausencia de sufrimiento. Caemos en la trampa de la dualidad, que refuerza el ciclo del apego, mientras nos aferramos a cosas que prometen eliminar el malestar.
Pero puedes hacer algo al respecto, como reconocer la naturaleza impermanente de los deseos y la ilusión de un yo fijo puede ayudarte a aflojar tu apego a los deseos en constante cambio. No significa apatía total sino más bien un cambio de enfoque. Aprende a apreciar las experiencias por lo que son sin aferrarse al resultado. El desapego conduce a un estado de paz interior y aceptación, libre de la constante agitación de los deseos.
La solución no consiste en eliminar los deseos sino en cultivar una relación más desapegada con ellos.

III. El sufrimiento cesa cuando cesa el “apego” al deseo
Aprende a apreciar el momento presente, lo que es, en lugar de anhelar lo que podría ser. Es la clave para la libertad. El desapego de los deseos significa que eres libre de elegir cómo responder a ellos. Puedes perseguir metas con una sensación de alegría, no de desesperación. Y cuando no obtienes lo que deseas, experimentas decepción, pero no una devastación.
Desapegarse de los deseos también puede ayudarte a deconstruir tu ego. Descubres un sentido de ser más profundo que existe independientemente de deseos fugaces. Un yo desapegado no se define por lo que quieres sino por su capacidad inherente de paz y aceptación.

IV. Liberarse del sufrimiento es posible siguiendo el camino que lleva al cese del sufrimiento.
La cuarta verdad es un marco para transformar nuestra relación con el sufrimiento, con nosotros mismos y con el mundo. Los 8 caminos son:
1. Comprensión correcta (visión).
2. Intención correcta (pensamiento).
3. Discurso correcto.
4. Acción correcta.
5. Medio de vida adecuado.
6. Esfuerzo correcto.
7. Atención plena.
8. Meditación correcta (concentración).

A través de la visión correcta y la intención correcta, obtenemos sabiduría, reconociendo la impermanencia de todas las cosas y la interconexión de nuestra existencia. El discurso, la acción y los medios de vida correctos pueden convertirse en nuestro marco ético. Estos principios garantizan que nuestras interacciones con el mundo minimicen el sufrimiento. Nos volvemos conscientes del impacto de nuestras palabras y acciones, alineándonos con el bien mayor.

El esfuerzo correcto, la atención plena y la concentración son claves para la disciplina que necesitamos para descondicionar nuestra mente de patrones de pensamiento poco saludables y desarrollar una autoconciencia más observadora.

Los últimos tres caminos son un camino para aprender a observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgar. Y reconocerlos como aspectos temporales más que inherentes al yo. Integra estos principios en tu vida y gradualmente aflojará tu control sobre los deseos, verás las cosas con mayor claridad y cultivarás la paz interior.
El cambio de perspectiva mejora nuestra paz interior. Una nueva mentalidad basada Las cuatro nobles verdades puede ayudarnos a experimentar las alegrías y las tristezas de la vida sin aferrarnos a ninguna de ellas.

Gracias por tu interés y tu tiempo.
Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.