El dolor solo hiere a la persona que lo lleva.
Publicado por Patricio Varsariah el viernes, septiembre 27, 2024
Cuando nos curamos es que hemos superado a ese dolor, pero no solucionamos el pasado ni borramos el dolor. Simplemente lo liberamos. Dejamos ir las cosas a las que nos aferramos: resentimientos, miedos, culpa y viejas historias que ya no nos sirven. En realidad, no curamos nada; simplemente lo dejamos ir. Suena simple. Pero esta forma de pensar podría cambia tu vida.
La mayoría de las personas se aferran al pasado porque, de una manera complicada, sienten que es parte de ellas. Han construido identidades en torno a experiencias que les quitaron una parte. Se aferran a cosas, sentimientos o recuerdos que duelen y siguen repitiéndolos una y otra vez. Es como estar atrapado en un bucle.
A las personas les cuesta mucho dejar ir su sufrimiento. Por miedo a lo desconocido, prefieren el sufrimiento que les resulta familiar. La mala noticia es que cuando me aferro al dolor, me quedo estancado. La perspectiva es que soltar es un acto de autocompasión. Es darme permiso para seguir adelante sin arrastrar el peso de viejas heridas.
Cuando me suelto, estoy liberando el control del dolor sobre mi presente. Ya no le permito que defina cada uno de mis pasos. El pasado está ahí, pero ya no tiene que controlar mi realidad en el presente. Ahí es donde ocurre la curación, no arreglando el pasado, sino liberándolo. Es como llevar una mochila pesada que no necesitas. Es más difícil avanzar cuando sigue agobiándote. Pero cuando la sueltas, eres libre de moverte, respirar y vivir.
Cuanto más me aferro al viejo dolor, más distorsiona mi presente. ¿Qué pasaría si dejaras de reproducir los recuerdos negativos y te concentraras en los positivos? Pero cuando me dejo llevar, abro espacio para una verdadera paz, alegría o incluso una sensación de ligereza. No tengo que darle sentido a cada parte de mi pasado. Solo necesito aceptarlo y dejarlo ser. La curación es aceptar lo que sucedió, procesarlo y luego dejarlo ir. Esa es la verdadera magia de la libertad.
Reconoce la emoción por la que estás pasando, siéntela y entiéndela. Pero no te aferres a ella ni te apegues a ella. Puedes dejarla ir, sabiendo que has hecho las paces con tu pasado. Cuando dejamos ir nuestro dolor, no lo negamos. Simplemente lo aceptamos y seguimos adelante. Nos damos el espacio para sanar, crecer y volvernos más fuertes.
Las heridas emocionales son complicadas. No puedo cambiar lo que ya sucedió, sin importar cuánto lo desee. El pasado es inmutable y tratar de "arreglarlo" empeora la frustración. Aferrarse al dolor solo te hace seguir viviendo en él. No puedes cambiar la forma en que alguien te trató, pero sí puedes cambiar el espacio que dejas que ese recuerdo ocupe en tu vida.
El punto es que no sanamos deshaciendo el dolor o el trauma, sanamos al soltar el apego a ellos. No intentes arreglar lo que no se puede arreglar, ya sea un recuerdo doloroso o un error del pasado, date el espacio para respirar. Simplemente sé, sabiendo que parte de la curación es soltar lo que ya no necesita pesarte.
La verdadera curación tiene menos que ver con "hacer" y más con "ser". Es dejar ir la narrativa de que estoy roto o que necesito ser reparado. Puedo existir, con cicatrices y todo, y estar bien con eso. No tengo que forzar la curación para que ocurra. No necesito marcar una lista de cosas emocionales pendientes. Lo que necesito es dejar de aferrarme al dolor, al resentimiento y al miedo. Una vez que dejo ir esas cosas, la curación ocurre naturalmente.
El sufrimiento no te está reteniendo. Tú estás reteniendo el sufrimiento. Cuando domines el arte de dejar ir los sufrimientos, te darás cuenta de lo innecesario que era para ti arrastrar esas cargas contigo. Verás que nadie más que tú fue responsable. La verdad es que la existencia quiere que tu vida se convierta en un festival.
Deja de darle poder a todo lo que perturba tu paz mental. Deja de permitir que ocupen espacio en tu mente. Cuando dejes ir, te liberas para vivir verdaderamente. Y esa es la vida pura y consciente en el presente.
Pero dejar ir es un proceso, sin embargo. Lleva tiempo. Pero es necesario. Requiere coraje y fuerza, pero vale la pena. Dejar ir, es ahora un acto de coraje. Es el coraje de dejar ir el dolor, los errores y el auto juicio, sabiendo que la vida es un proceso continuo e imperfecto. Es una rebelión silenciosa contra la idea de que debemos arreglar todo para estar completo. También es la libertad de vivir aquí y ahora. Es un cambio de mentalidad: de aferrarse a soltar.
También es una práctica. Una decisión diaria de soltar lo que no me sirve, ya sea un pensamiento, un sentimiento o una creencia. Algunos días es más fácil que otros, pero cuanto más prácticas, más ligera o ligero te sentirás.
Soltar es la forma más poderosa de sanación. Y en esa liberación, puedes encontrar la verdadera transformación. El dolor solo hiere a la persona que lo soporta.
Lo que la vida te quite, déjalo ir.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso
Patricio Varsariah.