Estoy trabajando para despertar quién soy o, mejor aún, impropia de quién no soy. La vida es un movimiento entre dos mundos: el exterior y el interior. Las personas espirituales viven de adentro hacia afuera para interactuar mejor con el exterior. Perfeccionan la conciencia, la regulación emocional, la atención y la concentración.

En los últimos cinco años, me he vuelto más consciente de mis reacciones emocionales y de cómo afectan mi forma de interactuar con todos y con todo. Poco a poco estoy despertando a quién soy por dentro.

La mayoría de las veces me encuentro en mi peor momento. En mis momentos de estrés, frustración, ansiedad y distracción, noto las emociones que siento, las construyo y me autorregula conscientemente para mantener la calma. No siempre sale como esperaba, pero lo estoy logrando. Sólo necesito seguir practicando. Me siento más arraigado con cada práctica.

No es hasta que despiertes y estés completamente presente que te darás cuenta de que no has estado presente. El objetivo no es convertirme en un gurú iluminado, sino convertirme en la mejor versión de mí: defectuosa, sí, pero más consciente de cómo mis debilidades afectan mi forma de vivir y cómo mejorar.

Pienso que la espiritualidad es convertirme en quien no soy. No soy mis reacciones emocionales. Entonces, estoy trabajando para despertar quién soy o, mejor aún, impropiar de quién no soy. La vista desde dentro no es bonita, pero fusionar mi yo consciente e inconsciente es la única manera de vivir plenamente.

Muchos maestros espirituales e incluso psicólogos han escrito sobre el valor de despertarnos para interactuar significativamente con el mundo. Quien mira afuera, sueña; Quien mira hacia dentro, despierta, porque: Despertar no es cambiar quién eres, sino descartar quién no eres.

La espiritualidad es un compromiso con el autodescubrimiento que ilumina la increíble luz interior. A medida que cultivas tu luz interior, te vuelves más receptivo a la interconexión de todas las cosas. No es fe ciega; es un conocimiento intuitivo, un sentimiento de profunda paz interior que guía la forma en que uno interactúa con los demás.

A medida que tu luz interior se fortalece, se desborda e ilumina las vidas de quienes te rodean. Un simple acto de bondad, un oído atento, una sonrisa genuina: estas cosas aparentemente pequeñas se convierten en poderosas ondas de una mejor conexión con el mundo exterior. Tu luz auténtica, alimentada desde dentro, te transforma e inspira a otros a despertar su luz interior. 

La espiritualidad no es un escape del mundo; es interactuar con él desde un lugar de paz interior. Pero debes querer operar desde adentro hacia afuera para despertarte. Es un acto consciente. Despertar a uno mismo es una práctica consciente.

Hay que quererlo y buscarlo. Algunas personas sólo se despiertan cuando algo cambia. Tal vez sea un desamor, una pérdida o un momento de belleza impresionante. Abre un atisbo de conciencia o vida más allá de la mera existencia. Saboreas la posibilidad de una existencia más rica, una vida en la que no sólo estás presente, sino que estás realmente vivo.

Quieres comprender tus emociones, no dejarte dominar por ellas. Quieres ver a través de las ilusiones y conectarte con algo más profundo, algo real. 
Ese es el verdadero despertar espiritual cuando algo emerge de tu interior que es más profundo de lo que pensabas que eras. Así, la persona sigue ahí, pero casi se podría decir que algo más poderoso brilla a través de ella.

El anhelo de conciencia es una señal. Es tu yo real despertando de su letargo, buscando la luz. Millones de personas a lo largo de la historia han tenido experiencias similares. No es necesario ser religioso para despertarse.

Con los años me estoy volviendo más consciente porque quiero ser más consciente. He leído lo suficiente para saber en qué pueden ser diferentes las cosas. El despertar sólo es posible para aquellos que lo buscan y lo desean. El cambio del exterior al interior sólo se produce cuando estás preparado.

Siempre he tenido un hambre creciente de ver el mundo, no sólo a través de mi lente habitual, sino con un enfoque más nítido y consciente. El despertar, el estado elevado de conciencia, no es una experiencia pasiva hacia la iluminación. Es un fuego que enciendes tú mismo. 

Hace unos años, anhelaba claridad porque tenía la persistente sensación de que mi vida estaba en piloto automático. Estaba siguiendo los movimientos, pero algo no me parecía bien. Quería más: más presencia, conciencia y control de mi yo inconsciente.

Una mayor conciencia no se trata sólo de experimentar el mundo más vívidamente. Se trata de experimentarte a ti mismo de manera más significativa. Despertar no se trata de convertirse en alguien nuevo; se trata de redescubrir el ser magnífico que ya eres. Es despertar a cómo el estrés, la ansiedad, las creencias limitantes y las muchas frustraciones de la vida controlan una parte de tu vida.

Cada acción basada en tus valores fundamentales, como un acto de atención plena, una caminata introspectiva o una anotación meditativa en un diario, te acerca a la claridad. Estás desarrollando los músculos mentales para explorar tu yo interior. La buena noticia es que tienes el poder de superarlos.

Pero es una guerra del ego, la voz interior que se nutre de la comodidad y el control. Quiere que sigas buscando la validación externa. ¿Pero tú? Ya terminaste con eso. Quieres una vida de intención. El camino no será lineal. Habrá momentos de duda y días en los que la niebla pare La buena noticia es que tienes el poder de superarlos.

Pero el mero hecho de que quieras conciencia es un testimonio de tu fuerza. Despertar a mí mismo es continuo. Cada vez que elijo la conciencia y veo las cosas con una mente de principiante, ilumino mi camino y derribo los muros que he construido a mi alrededor. Me abro a una vida con más presencia, más conexión y más increíble energía interior.

Sé que cuanto más profundice, más despierto estaré y más me daré cuenta de la verdad: la mayor aventura de la vida no está afuera sino dentro de mi propia conciencia. Es un enfoque de la vida de adentro hacia afuera.

Siempre me concentraré en perfeccionar mis emociones, pensamientos, atención y conciencia. Si puedo hacer las cosas bien, mi interacción con el mundo será hermosa. Elijo la perspectiva de adentro hacia afuera. Así es como poco a poco voy despertando a mí mismo.

Gracias por tu interés y tu tiempo.

Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.