Hay dos tragedias en la vida. Una es no conseguir lo que deseas con el corazón. La otra es conseguirlo. Es increíble lo cierto que es. Siempre pensamos que lo peor que podría pasar es no conseguir lo que queremos, ¿verdad? Pero conseguirlo puede ser igual de complicado. Así es como lo entiendo yo.

Piensa en algo que realmente querías: un trabajo de ensueño, una relación, una meta con la que estabas obsesionado. Tal vez no lo conseguiste. Eso decepciona. Sientes que todo va en tu contra y no puedes evitar preguntarte: “¿Qué hubiera pasado si…?”. Es como un dolor que te acompaña, que te molesta. Piensas en lo perfectas que podrían haber sido las cosas si tan solo hubieras conseguido lo que querías.

Pero, por otro lado, está la otra cara de la misma moneda: qué sucede cuando realmente lo consigues. Uno podría pensar que ese es el final feliz, ¿verdad? Pero, a veces, es solo el comienzo de un tipo de lucha diferente. Todos los hombres quieren, no algo con lo que hacer, sino algo que hacer, o más bien algo que ser.

Digamos que finalmente consigues ese trabajo soñado que has estado persiguiendo durante años. El que construiste en tu mente como lo que haría que todo encajara. Y luego lo logras, y… no es lo que imaginabas. El estrés, las expectativas y la realidad de todo esto pueden ser abrumadores. Empiezas a preguntarte si esto era realmente lo que querías después de todo. El trabajo soñado puede convertirse en otro trabajo más, lo que puede ser una píldora difícil de tragar.

O tomemos como ejemplo las relaciones. Tal vez quieras una pareja que se ajuste a una lista específica de rasgos. Y luego, cuando finalmente estás con esa persona, te das cuenta de que no es la persona que pensabas que era, o tal vez tú no eres la persona que pensabas que serías con esa persona. La realidad de estar con esa persona no coincide con la fantasía, y ahora estás lidiando con las consecuencias de esa comprensión.

Entonces sí, no conseguir lo que quieres en la vida puede ser desgarrador. ¿Pero conseguirlo? Eso también puede ser un tipo de desilusión. Obtener lo que quieres puede ser tan difícil como no conseguirlo: es como la pequeña broma cruel de la vida, ¿verdad? Pasas todo este tiempo y energía aspirando a algo, pensando que va a resolver todo, pero luego te golpea la realidad.

Después de obtener lo que quieres, no lo quieres. La realidad de la dualidad del deseo se aplica a todas las áreas de la vida. Un objetivo personal, como perder peso o alcanzar un determinado hito en el ámbito de la aptitud física, es otro ciclo de tragedia. Te esfuerzas al máximo para llegar allí, pensando que una vez que lo logres, serás feliz, estarás contento. Pero luego te das cuenta de que mantener ese nivel es un desafío en sí mismo.

O tal vez alcanzas el objetivo y sigues sintiéndote insatisfecho porque no te trajo la satisfacción emocional que esperabas. Te quedas pensando: "¿Y ahora qué?". Es como si estuvieras atrapado en este bucle en el que la línea de meta sigue moviéndose. Incluso en nuestras actividades creativas, es la misma historia.

Puedes pasar años trabajando en un libro, una obra de arte o una idea de negocio, poniendo todo tu corazón en ello. Entonces, finalmente lo terminas, o lo reconoces, y te das cuenta de que no llenó el vacío como pensabas que lo haría. Ahora tienes la presión de “¿Qué sigue?” o “¿Cómo mantengo esto?” Ese deseo que perseguiste durante tanto tiempo se convierte en una nueva lucha. Terminas con más preguntas que respuestas.

No estropees lo que tienes deseando lo que no tienes; recuerda que lo que ahora tienes alguna vez estuvo entre las cosas que solo esperabas. Recuerdo eso cada vez que mis deseos intentan superar a mis necesidades. Cuanto menos quieras, más rico serás. Cuanto más necesites para ser feliz, más miserable serás. Nada es tan simple como pensamos que será.

En el mundo real del deseo humano, las cosas no siempre son lo que parecen. El verdadero proceso de entender la vida puede ser incomprensible. Pero supongo que el punto es que siempre estamos en esta extraña danza entre querer y tener, y ninguna de las partes está libre de sus desafíos. Pero la cuestión es la siguiente: tú y yo sabemos que este ciclo no nos impedirá desear lo que necesitamos, ni soñar. Y tal vez eso esté bien. Tal vez el objetivo no sea evitar la persecución, sino afrontarla con los ojos abiertos, sabiendo que cada deseo conlleva su propio conjunto de complicaciones.

Entonces, ¿qué hacemos con eso?

Creo que se trata de equilibrio. Se trata de encontrar alegría en el proceso, no solo en los resultados. Y entender que, tanto si consigues lo que quieres como si no, siempre habrá algún tipo de desafío. Así es la vida. La clave es apreciar el desorden del medio, adonde sea que nos lleve, en lugar de obsesionarse demasiado con el resultado. Tanto si conseguimos lo que queremos como si no, la realidad del deseo no es fácil de dominar, ni siquiera para los expertos.

Así que aprende a reconocer que ambos lados, tener y no tener, vienen con su propio conjunto de luchas; también te da, curiosamente, más libertad. Puedes disfrutar del viaje sin poner tanta presión en cómo resultan las cosas. Puedes ser más amable contigo mismo cuando las cosas no salen como lo habías planeado, e incluso cuando sí, puedes afrontar la realidad con un poco más de sabiduría.

Al final del día, se trata de saber que, pase lo que pase, ya sea que obtengas lo que quieres o no, tienes la fuerza para afrontarlo. Y eso es lo que importa. Todo lo que podemos hacer es vivir un día a la vez. Considerar cada día como una vida plena. Cómo lo pasas es cómo vives. En última instancia, es el deseo, no lo deseado, lo que amamos.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.