Escribir para mí cambió todo. Durante mis primeros cinco años, he escrito sin una audiencia en mente. Lo he hecho para una audiencia de una sola persona: yo mismo. Cada escrito que comparto en público comienza con una conversación conmigo misma, una forma de aclarar lo que pienso. No escribo para persuadir a nadie. Escribo porque tengo curiosidad. Es mi manera de mantenerme motivado para seguir adelante y la curiosidad es mi combustible para escribir.

Escribir para aprender, crecer y hacer preguntas me ha abierto puertas que nunca esperé. Exploro un tema y me encuentro atraída por otro. La curiosidad intelectual me está llevando a una experiencia de aprendizaje increíble, siempre empujándome hacia la siguiente idea. Esa curiosidad, no cualquier aprobación externa, es la base de mi escritura.

En primer lugar, escribo para una audiencia de una sola persona, debo complacer a la única persona para la que estoy escribiendo yo mismo. Soy una persona el que sabe muchas cosas de corazón, alguien que prospera en la variedad y ama explorar diferentes temas. Escribir para mí mismo me permite esa libertad de ir a donde mi corazón quiere. Puedo saltar de la filosofía a la psicología a los negocios; no hay un camino “correcto”. Solo estoy descubriendo cosas.

Hoy, compartir al público que me lee, es mi forma de llevar un diario. Escribir en línea se ha convertido en mi “laboratorio personal”. Refino ideas, examino creencias y aprendo más de lo que nunca podría con la lectura pasiva. Escribir me obliga a pensar, organizar pensamientos y comprometerme plenamente con cualquier tema que esté explorando. Me siento y no estoy tratando de demostrar nada. Solo quiero aprender y compartir.

No me doblego; no lo diluyo; no intento hacerlo lógico; no edito mi propia alma según la moda. En lugar de eso, sigo mis obsesiones más intensas sin piedad. En los últimos quince años, este hábito se ha convertido en una base. No escribo para tener “razón”. Escribo para entender las cosas, para darme cuenta de los temas y acercarme a lo que siento que es verdad.

Cada escrito comienza con una pregunta: ¿Qué quiero sacar de esto? ¿Cómo se conecta esta idea con algo más que sé? Escribo para darle sentido a la realidad, pero en realidad escribo para darle sentido a mí mismo. Cuando escribo, interactúo con las ideas de otras personas: autores, filósofos. Tomo lo que he leído y reflexiono sobre cómo se aplica a mi vida.

Dejo que mi escritura vague a donde mi mente la lleve. Escribo exclusivamente para descubrir lo que pienso, lo que miro, lo que veo y lo que significa. Lo que quiero y lo que temo.

Escribir para ti mismo elimina las expectativas. Te permite centrarte. Dejas de preocuparte por si tus ideas son “suficientemente buenas” para los demás y, en cambio, te concentras en lo que te resuena.
Hay algo increíblemente satisfactorio en eso. Soy más libre de ese espacio para descubrir y aprender. Así que escribo para mí mismo y soy imparable. Crezco de manera que no puedo predecir. Exploro temas que nunca pensé que me importarían. Escribo con curiosidad, con libertad. Descubro mi propia voz, no una moldeada por tendencias o expectativas.

Escribir para mí es mi manera de encontrar mi verdad y sabiduría. Es mi manera de evolucionar y adaptarme. Escribo mi confusión en preguntas y, a veces, encuentro respuestas. Otras veces, encuentro mejores preguntas. Y eso está bien. Puedo explorar grandes preguntas sobre la existencia, el significado y la verdad sin una respuesta final. La escritura deja espacio para esa incertidumbre.

Me permito cuestionar y seguir a donde me lleven mis pensamientos. No hay presión para lograrlo ni para obtener la validación de nadie. Puedo seguir una línea de pensamiento específica, cambiar de dirección y estar tan disperso o concentrado como necesite. Puedo detenerme y volver a ella. Es libertad para reflexionar, conectar puntos y ver sus pistas.

Escribir para uno mismo es una forma de ser verdaderamente uno mismo. Se convierte en una conversación con uno mismo. No estás filtrando ni actuando; te estás escuchando a ti mismo y dejando que tus pensamientos respiren. Eres libre de pensar, cuestionar y admitir lo que no sabes. Eres libre de evolucionar, de pasar de un pensamiento a otro, sin necesidad de que todo tenga un sentido perfecto.

Escribir para mí siempre será un proceso de llegar a ser, de intentar, de hacer mejores preguntas. Me obliga a hacer preguntas. ¿Qué significa realmente esta idea? ¿Cómo encaja con lo que ya sé? ¿Me desafía? Cuando escribo sobre lo que he leído, no solo estoy resumiendo, estoy ampliando mi visión del mundo.

Estoy creciendo de maneras sorprendentes, haciendo conscientes mis comportamientos inconscientes e integrando todas las partes de mí mismo. En cierto modo, escribir es como una conversación conmigo mismo. Es un diálogo continuo entre mi mente consciente e inconsciente, entre lo que creo que sé y lo que no sé.

Escribir también me ayuda a seguir mi crecimiento. Cuando miro hacia atrás y veo lo que escribí hace meses o años, puedo ver cómo ha cambiado mi forma de pensar. Puedo ver dónde he estado, dónde he crecido y dónde todavía tengo trabajo por hacer. La autoconciencia es también una de las razones por las que escribo.

No puedes conocerte a ti mismo honestamente si nunca te detienes a reflexionar. Escribir me obliga a hacer eso. En cierto modo, se siente como sostener un espejo frente a mis pensamientos. No puedo ignorar lo que realmente está sucediendo cuando me mira fijamente. Me ayuda a procesar emociones, reducir el estrés y obtener autoconocimiento.

No tengo que ser escritor profesional para beneficiarme de la escritura. El acto de escribir en sí es lo que importa, escribir me ayuda a procesar, reflexionar y crecer. Escribir no es solo compartir en público. Es una forma de entender lo que pasa por mi mente.

En conclusión, siempre escribiré para mí. Es la única forma de no quedarme sin ideas. De esa manera, mi escritura se vuelve imparable. Se convierte en un espejo, una guía, un registro de mi propio crecimiento.

Es la forma de escribir con una sabiduría que no sabía que tenía y que será inconfundiblemente mía. Conecto con partes de mí mismo que no sabía que estaban ahí. Escribo con honestidad y curiosidad.
Y al hacerlo, intento crear algo real, algo que, a mi manera silenciosa, incluso podría cambiar a quien me lee.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Te deseo tanta salud, como gotas tiene la lluvia.