El privilegio de una vida es integrar todo tu ser. Despertar todo tu ser para ser visto, realmente visto. Debemos mirar hacia adentro y enfrentar nuestra oscuridad, sombras y el yo inconsciente que tanto intentamos ocultar.

Apropiarnos de nuestra historia puede ser difícil, pero no tanto como pasar nuestras vidas huyendo de ella. Aceptar nuestras vulnerabilidades es arriesgado, pero no tanto como renunciar al amor, la pertenencia y la alegría, las experiencias que nos hacen más vulnerables. Solo cuando seamos lo suficientemente valientes para explorar la oscuridad descubriremos el poder infinito de nuestra luz.

Ocultar nuestro dolor es tentador. Por eso, fingimos ser fuertes. La vulnerabilidad parece arriesgada. Tememos el rechazo, el juicio y el dolor, por lo que nos escondemos detrás de máscaras. Pero nos perdemos el amor, la conexión y la alegría reales cuando elegimos vivir nuestras vidas al otro lado de nuestro ser completo.

Huir de nuestra historia es más doloroso que asumirla. Hasta que hagas consciente el inconsciente, dirigirá tu vida y lo llamaremos destino.  Deja que la luz de tu locura brille y de repente amanecerá ante ti. La locura no debe despreciarse ni temerse, sino que, en cambio, debes darle vida… Alégrate de poder reconocerla, porque así evitarás convertirte en su víctima.

Integra todo tu ser para encontrar la libertad. Explorar todo tu ser revela tu luz. Solo al enfrentar la sombra podemos encontrar la fuerza. Tu historia puede ser dolorosa u oscura, pero aceptarla es el comienzo de la verdadera libertad. Es la forma de acceder a tu superpoder personal.

La ironía es que intentamos negar nuestras historias difíciles para parecer más completos o más aceptables. Pero nuestra integridad, incluso nuestra sinceridad, en realidad depende de la integración de todas nuestras experiencias, incluidas las caídas. Ocultamos nuestro dolor. Pretendemos que todo está bien. Queremos parecernos fuertes, perfectos. Pero nuestras grietas nos hacen reales. Ignorar el dolor no lo cura. Lo oculta. Nuestro mayor crecimiento proviene de las luchas. El desamor, el fracaso y la pérdida nos preparan para la próxima batalla. Nos hacen compasivos y resilientes.

Ocultar estas historias nos mantiene estancados. Compartir nuestro dolor nos conecta. Nos damos cuenta de que no estamos solos. La vulnerabilidad genera confianza. Da miedo, pero vale la pena. Asumir tu historia es poder. Es decir: “Esto sucedió, pero sigo aquí”. Se trata de estar verdaderamente completo.

Nuestras cicatrices cuentan una historia. Nos hacen quienes somos. Encuentra fuerza en los pedazos rotos. Reflexiona sobre lo que te enseñaron y cómo te definen. Acepta tu viaje, con defectos y todo. Ahí es donde ocurre la verdadera conexión contigo mismo y con los demás.

Todos tenemos historias difíciles. Sé que yo las tengo. Probablemente tú también las tengas. A veces, tratamos de ocultar estas historias. Queremos parecer más completos y más aceptables. Pensamos que, si ignoramos nuestras luchas, pareceremos más fuertes.

Nuestra integridad depende de aceptar todas nuestras experiencias, incluso las difíciles. Es irónico que queramos negar nuestras dificultades para parecer completos. Pero cuando rechazamos nuestras historias difíciles, perdemos partes de nosotros mismos. La verdadera completitud proviene de aceptarlas.

Somos seres complejos que nos despertamos cada día y luchamos contra ser etiquetados y disminuidos con estereotipos y caracterizaciones que no reflejan nuestra plenitud. Sin embargo, cuando no nos arriesgamos a defendernos y hablar, cuando las opciones que se nos presentan nos obligan a entrar en las mismas categorías a las que nos resistimos, perpetuamos nuestra propia desconexión y soledad. 

Cuando estamos dispuestos a arriesgarnos a aventurarnos en el desierto, e incluso a convertirnos en nuestro propio desierto, sentimos la conexión más profunda con nuestro verdadero yo y con lo que más importa.

A la sociedad le encantan las cajas. Nos etiquetan desde que nacemos. “Tímido”, “atlético”, “inteligente”. Estas cajas nos hacen sentir seguros, pero se convierten en techos. Nos convertimos en lo que otros esperan, no en quienes realmente somos.

Es un lugar solitario y un camino limitado. Solo puedes encontrar fuerza debajo de las etiquetas. Conéctate con las personas de manera significativa. Tu historia inspira a otros a buscar la libertad. Es un efecto dominó. Un alma valiente puede influir en otra. Eres más que una etiqueta. Eres un universo de experiencias, emociones y esperanzas. Aprópiate de todo tu ser. Inspira a otros a hacer lo mismo. La sociedad quiere encasillarnos en categorías ordenadas.

Estos estereotipos y caracterizaciones no reflejan nuestro verdadero yo. Limitan nuestra identidad. Sin embargo, si nos quedamos callados y no buscamos nuestro verdadero norte, nos convertimos en parte del problema. Es una lucha constante. Las etiquetas simplifican quién eres. Ignoran lo que hace que tu alma cobre vida. Cuando no nos arriesgamos a hablar, nos perdemos a nosotros mismos. Empezamos a creer en estereotipos. Nos sentimos desconectados y solos. 

La libertad requiere coraje. Las historias que te cuentas a ti mismo pueden atraparte en una identidad unidimensional. El privilegio de una vida es ser quien realmente eres.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
 Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás