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El ajetreo no es nada nuevo bajo el sol. Se remonta mucho tiempo atrás. Pero hay que tener mucho cuidado con la frigidez de una vida ajetreada. Es posible que un hombre pueda vivir el doble de tiempo si no pasara la primera mitad de su vida adquiriendo hábitos que acortan la otra mitad.

No he buscado durante mi vida amasar riqueza y adornar mi cuerpo, pero he buscado adornar mi alma con las joyas de la sabiduría, la paciencia y, sobre todo, con el amor a la libertad. Constantemente cuestionó a las élites. Cuestionó sus percepciones sobre la moralidad, la virtud y la buena vida. Si bien valoro la interacción social, critico a quienes participaban en conversaciones superficiales y actividades carentes de profundidad intelectual o moral.

Veo con desesperanza a muchos ciudadanos (especialmente a los políticos de turno) consumidos por la búsqueda de riqueza, poder y placer, descuidando el verdadero propósito de la vida: la búsqueda de la sabiduría y el autoconocimiento para vivir bien. Pienso que están cultivando un huerto estéril en su incansable ajetreo.

 La fatiga por las tareas y la responsabilidad es una preocupación creciente. Hacemos malabarismos con las carreras, las familias, las obligaciones sociales y las actividades personales, sintiéndonos a menudo abrumados y agotados. 

La mentalidad de “estar siempre conectados” nos está agotando. El trabajo se expande por cada rincón de nuestra vida, convirtiendo las noches en extensiones del día. Revisamos los correos electrónicos durante la cena y trabajamos hasta altas horas de la noche. Todos los días están llenos de actividad, pero ¿estamos realmente viviendo? 

No confundamos el mero movimiento con una acción significativa, debemos detenernos y examinar los “frutos” de nuestro ritmo frenético. En nuestra incesante búsqueda de “hacer”, corremos el riesgo de descuidar el valor de “ser”. No abogo por la apatía; destacó los peligros de una vida sin tiempo y espacio para la introspección. Creo que la verdadera realización está en la búsqueda interna de significado y virtud. Pero requiere tiempo de inactividad y espacio mental, “lujos” que a menudo se sacrifican en nombre de la actividad. 

Creo que la verdadera medida de una buena vida no es la acumulación de actividades, sino la búsqueda de sabiduría y comprensión. El estar ocupado, puede convertirse en una barrera para alcanzar esa meta, distrayéndonos de las preguntas esenciales sobre nosotros mismos, nuestros valores y el significado de nuestra existencia.

Lo realmente importante no es vivir, sino vivir bien. Y vivir bien significa, junto con otras cosas más agradables de la vida, vivir de acuerdo con nuestros principios.

Existe una diferencia clave entre el simple estar ocupado y el compromiso significativo. Estás ocupado, pero ¿con qué fin? ¿Estás enriqueciendo tu vida o simplemente cumpliendo con las obligaciones? 

Apoyo por un enfoque consciente de cómo empleamos nuestro tiempo. En nuestra búsqueda de una buena vida, hacemos malabarismos con el trabajo, los compromisos sociales, los pasatiempos y un flujo interminable de información. La mayoría de las personas nunca se detienen a preguntarse: ¿Esta actividad o tarea me está acercando a mis objetivos a largo plazo? ¿Estoy realmente comprometido con lo que estoy haciendo o estoy en piloto automático? ¿Qué estoy sacrificando cuando voy corriendo de una tarea a otra?

El ajetreo se vuelve estéril cuando no estás cumpliendo tus metas de vida o de carrera. Hay que realizar un cambio de perspectiva. Se trata de priorizar la calidad sobre la cantidad. El secreto de la felicidad, como ves, no se encuentra en buscar más, sino en desarrollar la capacidad de disfrutar menos. Eso significa elegir un trabajo significativo en lugar de perseguir plazos. Priorizar el tiempo de calidad en tus relaciones sobre las interacciones superficiales. Y usar la tecnología para mejorar tu vida, no para reemplazar la conexión humana genuina y la reflexión. 

Si bien la actividad es necesaria, el ajetreo ciego puede convertirse en una trampa. Una vida rica en significado requiere tanto compromiso con el mundo como introspección. Conócete lo suficientemente bien como para buscar lo mejor de ti. Mi amigo, “cuida tu salud mental… conócete a ti mismo, porque una vez que nos conocemos, podemos aprender a cuidarnos a nosotros mismos.

Realiza una “auditoría del tiempo”. Realice un seguimiento de tus actividades durante una semana para comprender a dónde va realmente tu tiempo. Identifica tus valores. ¿Qué es lo que más te importa? 

Alinea tus actividades con tus valores fundamentales. Rechace cortésmente los compromisos que agoten tu energía y tiempo sin agregar valor a tu vida. Programa tiempo para la reflexión. Tómate un tiempo cada día o semana para introspectar y evaluar tu progreso. Podrías dedicar incluso 15 minutos diarios a la contemplación tranquila antes de comenzar a trabajar o más tarde en la noche. Todo esto te permite dar un paso atrás, evaluar tus prioridades y reconectarte contigo mismo. Las muchas actividades de la vida no significan una vida bien vivida.

Has una pausa en el ajetreo. Esta semana, concédase el regalo de una mente tranquila y serena. Alégate un paso del torbellino de distracciones y actividades fugaces.

¿Qué es lo que realmente le importa? ¿Es la familia, un proyecto apasionante, metas profesionales o algo completamente diferente? ¿Las distracciones lo alejan de estas prioridades? Descúbrelo y dedícale más tiempo. 

Deja el teléfono a un lado y silencie las notificaciones. Siéntate con una taza de té y simplemente sé. Redescubre la alegría de los momentos de tranquilidad y la claridad que aportan. Esta semana, elige la paz en primer lugar. Elige una vida que no sea sólo ajetreada, sino rica, significativa y verdaderamente tuya. 

Tienes el poder de elegir. ¿Cultivarás el huerto estéril de la actividad o cuidarás el jardín de una vida significativa? 

La elección, es tuya.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
 Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.