Cuando la gente te muestra sus límites (“No puedo hacer esto por ti”), te sientes rechazado/a. No aceptas el hecho de que los demás no puedan hacer por ti todo lo que esperas de ellos. Deseas un amor un cuidado una entrega sin límites. Parte de tu lucha es fijar los límites de tu propio amor; algo que nunca has hecho. Das lo que la gente te pide, y cuando piden más, das más, hasta que te sientes exhausto, usado y manipulado. Solo cuando puedas fijar tus propios límites, podrás reconocer, respetar y hasta estar agradecido a los límites de los demás. 

En presencia de las personas que amas, tus necesidades aumentan y aumentan, hasta que ellas se sienten tan agobiadas por tus necesidades que prácticamente están obligadas a dejarte para sobrevivir. La gran tarea es reclamarte a ti mismo para ti, de manera de poder contener tus necesidades dentro de los límites de tu propio ser y controlarlas en presencia de aquellos a quienes amas. 

La verdadera reciprocidad en el amor necesita de personas que se controlen y que se puedan entregar al otro sin dejar de seguir aferradas a sus propias identidades. Entonces, para entregarte más efectivamente y también para contener más las propias necesidades, debes aprender a fijar límites a tu verdadero amor. 

Tu amor, en cuanto deriva de tu alma, es permanente. Puedes reclamar la permanencia de tu amor como un regalo del universo. Y puedes darles a otros ese amor permanente. Cuando los demás dejan de amarte, tú no tienes que dejar de amarlos. En un nivel humano, los cambios pueden ser necesarios, pero, a nivel de tu alma, puedes seguir siendo fiel a tu amor. 

Un día serás libre de dar amor gratuito, un amor que no pide nada a cambio. Un día incluso serás libre de recibir amor gratuito. A menudo se te ofrece amor, pero no lo reconoces. Lo descartas porque estas acostumbrado a recibirlo de la misma persona a quien se lo dabas. La gran paradoja del amor es que, precisamente cuando te has proclamado como hijo amado de la tu alma, has fijado los límites de tu amor y así has contenido tus necesidades, comienzas a crecer en la libertad de dar en forma gratuita. Se te convoca a vivir en un nuevo lugar, más allá de tus emociones, pasiones y sentimientos. 

Debes confiar en que hay otro lugar donde puedes estar a salvo. Trata de pensar en este lugar como el centro de tu ser: tu corazón, donde todos los sentimientos humanos son en verdad mantenidos juntos. A partir de este lugar, puedes sentir, pensar y actuar en forma auténtica. 

Es bastante comprensible que este lugar té de miedo. Tienes muy poco conocimiento de él. Has tenido vislumbres de él, incluso algunas veces has estado en él, pero la mayor parte de tu vida has habitado entre tus emociones, pasiones y sentimientos, y has buscado en ellos la paz interior y la dicha. Además, no has reconocido plenamente este nuevo lugar como el lugar donde el alma habita y te sostiene. Temes que este lugar plenamente auténtico sea, de hecho, un pozo sin fondo en el que perderás todo lo que tienes y eres. 

No tengas miedo. Confía. Podrías considerarlo el lugar de la unificación, en el cual puedes volverte uno. 

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
                     
 Patricio Varsariah.