Hace unos años, comencé a tratar cada día como una vida, porque hay que comenzar a vivir de inmediato y contar cada día como una vida. Mi objetivo es que cada día sea una experiencia completa en sí misma. El día de hoy no tiene por qué ser un puente hacia un día mejor ni algo significativo. Lo es todo, por muy ordinario que sea. Es una mentalidad simple pero efectiva para una vida plena.

Despertar, sonreír y pensar en las próximas 24 horas como una vida aparte. Al despertar esta mañana, sonrío. Veinticuatro horas nuevas están ante mí. Prometo vivir plenamente cada momento ya que hace muchos años hice un voto en el aquí y ahora. Un voto es una promesa a uno mismo, un compromiso. Pensaba que estar presente durante 24 horas y dejar que cada día sea suficiente era una buena forma de abordar la vida. Me prometí disfrutar cada minuto del día que me toqué vivir.

Cada mañana se convierte en un nuevo comienzo, y cada noche, en un suave cierre. La vida se convierte en una serie de nuevos comienzos, de momentos de tranquilidad que se bastan por sí solos. Hoy puedo empezar de nuevo. Sin arrepentimientos del pasado. Sin preocupaciones del futuro. Solo hoy. No tengo que cargar con el peso del ayer ni con las ilusiones del mañana. Hoy es toda una vida: el único lugar donde realmente existo. He estado intentando vivir así. Para mí, es una práctica consciente, no una filosofía. 

Me despierto y sonrío no por costumbre, sino por un profundo aprecio por la vida. Si empiezo el día bien y de buen humor, se crea un efecto dominó a lo largo del día. Honro el milagro de la vida para sentirme más vivo. Cada mañana, tú y yo tenemos veinticuatro horas, toda una vida por delante.

Vivir la filosofía de la vida de 24 horas significa estar plenamente presentes en todo lo que hacemos. Lavar los platos ya no es una tarea, sino una oportunidad para ser conscientes. Caminar se convierte en una experiencia de sentir, escuchar y estar atento a la vida que te rodea. Escribir para mí se convierte en una oportunidad para encontrar fluidez (una sensación de concentración inmersiva y plena participación).

Te das cuenta de que cada pequeño detalle del día importa, al igual que cada parte de la vida. Todo se vuelve más que simplemente prestar atención. Con esta mentalidad, las pequeñas decisiones importan. Cada conversación, momento de silencio y acto de bondad se convierten en parte de una vida completa y singular. Honras cada experiencia como parte de una vida aparte.

Cuando somos conscientes, profundamente conectados con el momento presente, nuestra comprensión de lo que sucede se profundiza y comenzamos a llenarnos de aceptación, alegría, paz y amor.

Creo que la vida debía vivirse como si cada momento pudiera repetirse infinitamente, un concepto que lo llamo "eterno retorno". Es un reto para saber si estamos contentos de revivir cada día eternamente. Ese experimento mental nos obliga a reconsiderar con qué llenamos nuestros días. ¿Vivimos de maneras que repetiríamos con gusto o postergamos constantemente la vida verdadera, aferrándonos a un ideal lejano?

La vida solo es real en este momento. El pasado y el futuro son pensamientos y conceptos. Lo real es el ahora. Esta hora, este minuto, la simple conciencia de estar vivo. Practicar la mentalidad de 24 horas también cambia mi forma de afrontar las dificultades de la vida. Cada experiencia puede convertirse en una oportunidad para reiniciar. Puedo elegir responder en lugar de reaccionar. Vivir el día a día no borra el dolor ni la incomodidad. Cambia nuestra forma de afrontarlos.

Cada experiencia, incluso las difíciles, puede afrontarse con consciencia. Podemos hacer una pausa, respirar y permitirnos simplemente experimentar lo que es. Hay una especie de libertad en eso. No tenemos que resolverlo todo hoy. Podemos afrontar la vida tal como es, en su simplicidad, en su absurdo. Permaneces en presencia y firme en la consciencia.

Vivir plenamente, es libertad de ser: libertad de estar en la cabeza. No se trata de lograr más ni de ser más. Es experimentar más y sentir cada día plenamente. No estás compitiendo contra el reloj, sino disfrutando cada segundo. La vida de 24 horas es una forma de valorar lo real. Es cómo regresas a ti mismo y al mundo tal como es. Cada mañana, despierta y ve este día como un regalo. Sonríe, no porque todo sea perfecto, sino porque estás aquí, vivo, consciente. Y en esa conciencia, vives plenamente. 

La paz está presente aquí y ahora, en nosotros mismos y en todo lo que hacemos y vemos. Cada respiración, cada paso, puede estar lleno de paz, alegría y serenidad. La pregunta es si estamos en contacto con ella o no. Solo necesitamos estar despiertos, vivos en el momento presente. La paz está en cada paso.

Practicar el principio de la "Vida de 24 horas" requiere práctica, mucha práctica consciente. Hay demasiadas distracciones. Nuestra mente nos arrastra de un lado a otro. Estamos acostumbrados a realizar múltiples tareas y a vivir con anticipación. Detenerse y vivir verdaderamente el momento resulta extraño. Pero la mente se puede dominar y la atención se puede entrenar. La respiración es como una herramienta, cada respiración un recordatorio para ser más consciente del ahora. Al inspirar, calmo mi cuerpo. Al exhalar, sonrío. Al vivir el momento presente, sé que es un momento maravilloso. 

Una mentalidad de "apretado día" significa que una vida plena está disponible aquí y ahora, dentro de los límites del presente. Nos anima a buscar la alegría en todas partes. La plenitud no está lejos; está aquí, en los detalles de hoy. Así que empieza cada día con intención. Trátalo como una sola vida. Deja ir la necesidad de cargar con todo. Estás aquí, vivo, con veinticuatro horas para vivir una nueva vida. Aprovéchalas bien. Hoy es suficiente. Hoy es una vida en sí misma. ¿Qué harás con ella?

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.