Las tormentas nos ponen a prueba sin nuestro consentimiento.
Publicado por Patricio Varsariah el viernes, noviembre 8, 2024
He tenido muchas experiencias abrumadoras: pérdida, dolor y, recientemente, pena. Los sentimientos de pérdida, caos y los trastornos inesperados de la vida llegan rápido, sin previo aviso. En estas experiencias, la supervivencia parece el único objetivo. Superar. Aguantar. Pero esto es lo extraño: sobrevivir no es algo claro.
Los sentimientos son más fáciles de manejar una vez que la tormenta se calma (pero siempre regresa). No siempre puedo recordar cómo lo logré o cómo encontré fuerzas. Solo sé que seguí adelante. Seguí adelante, un paso a la vez. Aguanté, sin saber qué vendría después, lo único que recuerdo cuando las cosas se sienten abrumadoras, es que una vez que la tormenta haya pasado, no recordare cómo logre atravesarla, cómo logre sobrevivir. Ni siquiera estaré seguro de si la tormenta realmente ha terminado. Pero una cosa es segura. Cuando salga de la tormenta, no seré la misma persona que entró. De eso se trata esta tormenta.
En los mitos antiguos, las tormentas a menudo simbolizan la transformación. Los héroes pasan por lugares oscuros, cruzan alta mar y luchan contra el caos. Estos viajes los desintegran y los obligan a enfrentar lo que más temen. Y al final, no son las mismas personas que eran. Se han enfrentado a la oscuridad interior y han salido cambiados.
Pienso en cómo las tormentas nos hacen esto. Dejan cicatrices, pero esas cicatrices tienen un significado. Son indicadores de supervivencia, de resiliencia. No me hacen más débil, me hacen más completo. Me recuerdan lo que he soportado, y en eso hay un significado.
Lo que no me mata me hace más fuerte, ¿verdad? Cuando salgas de cualquier tormenta, no serás la misma persona que entró. Esa es la realidad del crecimiento a través del malestar. Las personas más hermosas que hemos conocido son aquellas que han conocido la derrota, el sufrimiento, la lucha, la pérdida, y han encontrado la manera de salir de las profundidades... Las personas hermosas no aparecen por casualidad.
Las tormentas llegan, se quedan, cambian y me dejan sin respuestas claras. No es algo que pueda controlar o comprender por completo. Eso me inquieta. Me gusta darles sentido a las cosas y darles significado, pero las tormentas me obligan a sentarme con la incertidumbre. Algunas cosas no se pueden explicar por completo. He hecho las paces con eso.
Una tormenta no necesita mi comprensión para cambiarme. No necesita mi permiso ni mi plan. Se mueve a través de mí, independientemente de si me siento preparado. Derriba mis ilusiones y a menudo me deja expuesto. Y, sin embargo, la exposición permite que surja algo esencial: un yo honesto más allá de mis roles, expectativas y rutinas. La tormenta actúa como un espejo, mostrándome quién soy, no solo quién creo que soy.
Creo que el sufrimiento puede definirnos, incluso fortalecernos. Nos puede convertirnos en un "yo superior" a través de las dificultades. En mi opinión, el yo se expande y se vuelve más fuerte a través de las pruebas. No estoy glorificando el sufrimiento. Pero reconozco que cambiamos de maneras que nunca podríamos predecir.
Nadie se acostumbra a las experiencias negativas. A veces, la duda, las incertidumbres o el agotamiento pueden parecer que nunca terminarán. Durante ese tiempo, probablemente te cuestionaste a ti mismo. Yo lo he hecho. La tormenta no requiere que te sientas fuerte. Solo pide que sigas adelante, que te mantengas presente. Y al hacerlo, sobrevives. Cambias. La tormenta te abre y, a través de esa abertura, el crecimiento encuentra su camino.
Pero estoy seguro de una cosa: ni siquiera estarás seguro de si la tormenta realmente ha terminado. No hay finales limpios. A veces, los restos de la tormenta persisten. Traumas, pérdidas, recuerdos: todos permanecen mucho después de la experiencia oscura inicial. Resurgen, afectando silenciosamente nuestras elecciones, relaciones y la realidad de la vida. La tormenta puede terminar, pero su influencia permanece. Se introduce tan profundamente en la psique humana (para bien o para mal) que afecta nuestro sentido de identidad.
Las personas pueden desarrollar nuevas perspectivas, valores y fortalezas después de una dificultad intensa. Incluso puedes descubrir una nueva apreciación por la vida. He sentido este cambio en el pasado. Probablemente tú también. Es una transformación sutil, del tipo que solo puede surgir al superar algo difícil. La tormenta puede quebrarnos, pero a través de la ruptura, nos reconstruye. No siempre es la lección que queremos.
Las tormentas nos ponen a prueba sin nuestro consentimiento. Sin embargo, a través de la prueba, aprendemos resiliencia. No del tipo heroico, sino la fortaleza silenciosa que nos lleva a través de la vida. Aprendemos a aceptar lo que viene sin perder la esperanza. Las pérdidas, los fracasos, el dolor, el miedo y la duda revelaron una parte de mí que no conocía. Descubrí una fuerza que no sospechaba, la sabiduría nacida de la lucha.
¿El sentido de la tormenta? ¿Por qué tiene que llegar? No lo sé. Tal vez no haya una respuesta clara. Pero sé esto: las tormentas son inevitables. No puedo esconderme de ellas. Así que estoy aprendiendo a usarlas para mi propio desarrollo. Estoy aprendiendo más sobre mí. Siempre salgo de la incomodidad como una persona diferente. Alguien más fuerte, incluso si aún no puedo sentirlo.
No prometo que todo estará bien. No digo que la tormenta no me dejará intacto. Pero tal vez por eso es una verdad inquietante. Que la tormenta, por terrible que parezca, tiene un propósito. Por eso, me llevo esa sabiduría conmigo. Acepto que las tormentas lleguen y dejen cicatrices. Reconozco que puede que no entienda todo lo que pasé. Puede que no recuerde cada detalle de cómo sobreviví. Pero sé esto: salí cambiado, más fuerte. Y tal vez, solo tal vez, eso sea lo que son las tormentas.
De esta manera, la tormenta se convierte en una maestra. Revela verdades que no podía ver en tiempos de calma. Y tal vez, al final, ese sea el regalo de la tormenta. Me despoja de lo esencial y luego me invita a reconstruir, a crear un yo más valiente y más vivo.
La tormenta no es el final; es el comienzo de un nuevo yo, un yo que no podría haber conocido sin enfrentarme a la tormenta. Así que doy un paso adelante, preparado o no, sabiendo que cada experiencia me forma y que cada desafío me acerca a la persona que estoy destinado a ser.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.