Lo que es para mí exactamente la esperanza.
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, octubre 3, 2024
La esperanza es la rebelión contra la desesperación, la decisión de seguir adelante incluso cuando el amanecer no está garantizado. Lo mínimo que puedo hacer en mi vida es tener esperanza. Mis decisiones reflejan mi esperanza. La obstinada creencia de que incluso en los momentos más oscuros, me estoy acercando a la luz ha hecho más por mi vida en los últimos cuarenta años. La esperanza no funciona de manera aislada. Necesita que des un paso adelante, que actúes, para que realmente viva. La esperanza comienza en la oscuridad, la obstinada esperanza de que, si simplemente te presentas e intentas hacer lo correcto, llegará el amanecer.
Rara vez tenemos el lujo de ver todo el camino antes de comenzar a caminar. Pero la esperanza dice: “Camina de todos modos”. En la oscuridad, el camino no está claro. Lo único que podemos controlar son nuestros pasos. Y ahí es donde la esperanza juega su papel. Es la decisión de actuar, incluso cuando no estás seguro de si funcionará. La esperanza es elegir intentarlo, incluso cuando no sabemos cómo resultarán las cosas. Ahí es donde empieza todo: en la oscuridad. Cuando no tienes todas las respuestas, pero sigues adelante de todas formas. La esperanza es hacer un esfuerzo cuando no estás seguro de que valga la pena. Y es difícil. Pero es necesario.
Sé lo que se siente tener esperanza. Estoy seguro de que tú también. Conoces esa sensación cuando estás al borde de rendirte. Tal vez sea un trabajo que te agota, una relación que parece estancada o una temporada oscura de la vida. Has intentado todo lo que se te ocurre, pero nada parece cambiar. Ahí es donde vive la esperanza. Vive en ese momento de agotamiento, en la elección de seguir intentándolo cuando no tienes las respuestas.
Mucho habrás escuchado de lo absurdo inherente que es la vida: la idea de que el mundo no siempre tiene sentido, pero debemos encontrarle un significado. La rebelión contra lo absurdo es vivir plena y conscientemente. La razón por la que nunca pierdo la esperanza es porque todo es básicamente desesperanzador. La esperanza es una acción con un propósito, incluso cuando el resultado no está claro. Eso es exactamente lo que es la esperanza. Es la rebelión contra la desesperación, la decisión de seguir adelante incluso cuando el amanecer no está garantizado.
La esperanza no consiste en demostrar nada. Se trata de elegir creer en una sola cosa: que el amor es más grande que cualquier acción sombría y desoladora que alguien pueda arrojarnos.
Para cualquier persona que se enfrenta a una recuperación larga y difícil del dolor, la ansiedad o la enfermedad, la esperanza es imprescindible. Cada día es una lucha y el progreso es dolorosamente lento. Pero la esperanza está en las acciones diarias: el compromiso de presentarse a la fisioterapia, invertir en hábitos saludables, descansar y creer que, aunque hoy parezca difícil, mañana puede ser un poco mejor. Esa es la esperanza en acción. No es emocionante, pero es real.
La esperanza es importante porque puede hacer que el momento presente sea menos difícil de soportar. Si creemos que mañana será mejor, podemos soportar una dificultad hoy. La esperanza vive en la acción, no en la certeza de un final feliz, sino en la decisión de seguir intentándolo. En presentarse una y otra vez, incluso cuando no sabes cuál será el resultado. La esperanza es confiar en que tus acciones, incluso las pequeñas, te hacen avanzar. La esperanza es la creencia de que nuestros esfuerzos pueden influir en el futuro. Esa es la clave. Es saber que tus acciones tienen poder, incluso cuando no lo sientes.
Cuando estás en la oscuridad, cuando las cosas no salen como quieres, es tentador dejar de intentarlo. Pero si sigues presentándote, si sigues intentando hacer lo correcto, eventualmente el amanecer aparecerá a tu favor. No necesitas ver el panorama completo. Solo necesitas dar el siguiente paso. La esperanza no necesita un mapa; solo necesita impulso. La esperanza no exige que veas todo el camino; solo pide que des el siguiente paso. Y luego el siguiente.
La vida no siempre tendrá sentido, pero preséntate de todos modos. No soy optimista, porque no estoy seguro de que todo termine bien. Tampoco soy pesimista, porque no estoy seguro de que todo termine mal. Solo llevo esperanza en mi corazón. La esperanza es la sensación de que la vida y el trabajo tienen un sentido. La tienes o no la tienes, independientemente del estado del mundo que te rodea. La vida sin esperanza es una vida vacía, aburrida e inútil. No puedo imaginarme que podría esforzarme por algo si no tuviera esperanza en mí. Estoy agradecido a Dios por este regalo. Es tan grande como la vida misma.
El valor de la esperanza es que crece. Cuanto más la pones en práctica, más se fortalece. Genera resiliencia. Con el tiempo, te das cuenta de que el acto de presentarse, de intentarlo de nuevo, te da el control de la luz.
Puede que no siempre obtengas el resultado que deseas, pero encontrarás fuerza al saber que trabajaste por la luz. Eso es la esperanza: la creencia obstinada y silenciosa de que el amanecer llegará, incluso si aún no lo ves. La esperanza no siempre se siente como una luz que se abre paso entre las nubes. De hecho, la mayoría de las veces, la esperanza es dolorosamente lenta y silenciosa. Pero tiene un efecto tangible en tu vida. Las personas que tienen esperanza tienden a experimentar menos ansiedad y depresión. Lidian mejor con el estrés.
La esperanza no es solo un sentimiento. Es algo que se practica. Es una habilidad, como la resiliencia o la gratitud. ¿Y cómo se practica? Te presentas. Haces lo correcto a continuación. Lo intentas repetidamente, incluso cuando no tienes ganas. Con el tiempo, estos pequeños actos de esperanza construyen algo más grande. Crean impulso, una creencia de que tus acciones importan. La esperanza es poderosa porque es una elección. Puedes decidir si seguirás presentándote. Puedes decidir si darás el siguiente paso, incluso cuando no estés seguro de a dónde te llevará.
La esperanza siempre está ahí, esperando que la encuentres y la alimentes. La esperanza no hace promesas. Es un riesgo. Es una apuesta. Pero es una apuesta que vale la pena correr. Porque sin esperanza, ¿qué tenemos?
Lo mínimo que puedes hacer en tu vida es descubrir qué esperas. Y lo máximo que puedes hacer es vivir dentro de esa esperanza. No admirarla desde la distancia, sino vivir dentro de ella, bajo su techo.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso y lleno de esperanza.
Patricio Varsariah.