Vivo según cómo vivo el presente, pero sin entender del todo lo que me espera. A veces la vida pasa deprisa antes de que pueda experimentarla. Nada está garantizado, pero tampoco nada es aleatorio. Al reflexionar sobre lo lejos que he llegado, estoy seguro de que no tenía ni idea de cómo podrían ser los próximos diez años. Incluso ahora, no tengo ni idea de dónde estaré dentro de cinco años. Pero lo único en lo que creo es que el presente es una experiencia, no una explicación.

Pasamos por el presente con los ojos vendados. Se nos permite simplemente sentir y adivinar lo que estamos experimentando realmente. Solo más tarde, cuando se desata la tela, podemos echar un vistazo al pasado y descubrir lo que hemos experimentado y qué significado tiene.

Sólo en retrospectiva podemos dar sentido a cómo hemos pasado el tiempo, a cómo hemos vivido. El presente puede que nunca nos dé claridad, pero podemos experimentarlo. Yo lo vivo sabiendo que “tiempo bien empleado” es “vida bien empleada”.

La mente quiere respuestas ahora, pero la vida no funciona así. ¿Tienes la paciencia de esperar hasta que tu barro se asiente y el agua esté clara? Intento encontrar esa paciencia. No doy nada por sentado. Ni siquiera mis conversaciones cotidianas. O el tiempo que paso jugando juegos tontos con mi gato Vito. Todo puede ser un punto de inflexión. Un fracaso puede resultar aplastante, pero más tarde veo cómo me enseña resiliencia. El presente esconde un significado, pero planta semillas.

La “venda” de la que menciono anteriormente, me enseña humildad. Me hace humilde. No lo sé todo. No puedo controlar cómo evoluciona la vida. Sólo puedo avanzar, confiando en el proceso. La vida sólo puede entenderse hacia atrás, pero debe vivirse hacia adelante. A veces es frustrante, pero es cierto. No se obtiene claridad en el momento. Hay que vivirlo. A veces a ciegas, confiando en que el patrón se conectará lo suficientemente pronto. Esa paradoja informa cómo vivo. Ya no trato de forzar el significado.

Experimento la vida como es y reflexiono más tarde, encontrando patrones y lecciones. La contemplación es cómo descubro quién era, qué valoraba y cómo cambié. A veces la claridad llega demasiado tarde. El pasado cobra foco. De repente, todo tiene sentido, o se siente aún más absurdo. La reflexión estira el pasado para darle significado. Pero, ¿día a día? Nos apresuramos. Nos apuramos. Y nos olvidamos de vivir.

No hay forma de probar qué decisión es mejor, porque no hay base para la comparación. Vivimos todo como viene, sin previo aviso, como un actor que se pone en acción sin pensar. ¿Y qué valor puede tener la vida si el primer ensayo de la vida es la vida misma? Por eso la vida siempre es como un boceto. No, “boceto” no es exactamente una palabra, porque un boceto es un bosquejo de algo, la base para una imagen, mientras que el boceto que es nuestra vida es un bosquejo de nada, un bosquejo sin imagen.

El filósofo griego Heráclito dijo: “No puedes bañarte dos veces en el mismo río”. El tiempo se mueve. ¿La vida es una trampa? ¿Estamos arrastrando nuestro yo con los ojos vendados detrás de nosotros en el presente?

¿Por qué la vida sucede así? Es como aprender a jugar un juego que ya terminó. Todos somos actores en un escenario, interpretando nuestros papeles. Simplemente nos presentamos y hacemos lo mejor que podemos. A veces solo estamos haciendo los movimientos. Pero no importa, el espectáculo debe continuar. 

Entonces, ¿cómo vivimos bien? ¿Cómo percibimos el ahora, desempeñamos bien nuestro papel y vivimos hacia adelante, pero recordando no perdernos la realidad? Creo que empezamos por hacer una pausa. Disminuimos la velocidad, no corremos. Nos quedamos quietos y respiramos. Escuchamos. Vemos con los oídos y pensamos con el corazón. Puede que no veamos con claridad. No podemos entender toda la vida mientras está sucediendo. Eso está claro. No podemos deshacernos de la “venda” pero podemos hacer las paces con la incertidumbre. Por ahora, seguimos adelante. Con vendas y todo.

Existimos en “estado de arrojados”. La vida nos arroja al tiempo sin explicación. Reaccionamos, no reflexionamos. Sobrevivimos. El significado llega solo después de que hemos experimentado la realidad. Vivir no es saber. Es un salto a la oscuridad, una y otra vez. Algunas personas luchan contra eso. Intentan darle sentido al “aquí y ahora” mientras lo viven. Yo lo he intentado. Me parece antinatural. Como el agua, la vida se escapa mientras intentas encontrarle sentido.

Entonces, ¿cómo vivo con este conocimiento y aun así aprovecho al máximo mi poco tiempo? 

Tengo que confiar en mis instintos y tomar decisiones informadas. Tengo que seguir lo que siento correcto. Tengo que correr riesgos y saber que todo tendrá sentido al final. He dejado de buscar la claridad total. Vivo como un artista, no como un ingeniero.

La vida no es un problema que hay que resolver, sino una realidad que hay que experimentar. Puede que tenga los ojos vendados, pero no me rendiré a la desesperación. Por ahora, elijo vivir con valentía. Solo puedo ver lo que está frente a mí. Pero es la única realidad que puedo experimentar. Más adelante en la vida, quiza llegue a tener menos remordimientos.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.