Nunca olvidaras cómo alguien te hizo sentir permanecerá contigo para siempre.
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, diciembre 11, 2024
¿Estás haciendo que las personas se sientan valoradas, comprendidas y cuidadas? ¿O las estás haciendo sentir heridas o irrespetadas?
No recuerdo todo lo que mis padres me enseñaron. Ni siquiera las lecciones que querían transmitirme a mí y a mis hermanas. Pero sé que han tenido una enorme influencia en mi vida. Pero lo único que siempre recuerdo es cómo me hicieron sentir. La libertad que me dieron para ser yo mismo. Y cómo nunca resistieron mi voluntad de explorar mis curiosidades. Los recuerdos de experiencias (buenas y malas) se convierten en parte de las historias que nos contamos.
Lo que sentimos después de cualquier experiencia permanece mucho después de que todo lo demás se haya ido. Explico por qué debemos ser cuidadosos con las impresiones que dejamos en los demás. Aprendí que las personas olvidarán lo que dijiste, las personas olvidarán lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.
Las palabras son poderosas. Las acciones son poderosas. ¿Pero los sentimientos? Los sentimientos son la fuerza más poderosa de todas. Permanecen en nuestra memoria, impulsan nuestras decisiones y definen nuestras experiencias.
Puedes olvidar una conversación específica o un evento en particular, pero siempre recordarás cómo te hizo sentir. ¿Te hizo feliz, triste, enojado o inspirado? Puedes olvidar un nombre o una cara. Puedes olvidar un evento. Pero nunca olvidas cómo alguien te hizo sentir. Las emociones son los pilares de nuestras vidas. Forman nuestras relaciones, influyen en nuestras creencias y definen en quién nos convertimos.
No recuerdo todas las conversaciones que he tenido. No recuerdo cada detalle de un gesto amable, pero recuerdo cómo me sentí. Recuerdo el consuelo, el dolor o el amor. Las emociones permanecen más tiempo de lo que creemos e incluso definen cómo vemos a las personas.
Los sentimientos influyen en la memoria. No reproducimos hechos, reproducimos emociones. Es por eso que hacer que alguien se sienta visto o valorado es más importante que las palabras ingeniosas. Puede que no te cite, pero recordará tu presencia.
Las personas que admiro no siempre dijeron las cosas más sabias, pero me dejaron algo. Una sensación de ser comprendido, una sensación de seguridad. Eso se queda, dura. También funciona al revés. Recuerdo cómo me sentí cuando mi profesora de matemáticas me dijo algo malo en la escuela. No recuerdo exactamente qué dijo, pero sí recuerdo cómo me sentí. Empequeñecido. Ese recuerdo se quedó conmigo. Todavía recuerdo la respuesta de la clase. Me enseñó lo fácil que es herir sin darse cuenta. El sentimiento doloroso dura más.
La vida y las experiencias me han enseñado a tener cuidado. A no centrarme solo en lo que hago, sino en cómo hago sentir a los demás. Ese es el verdadero legado que quiero dejar atrás. Cómo hago sentir a las personas cercanas a mí lo cambia todo.
La “memoria emocional” está vinculada a sentimientos fuertes, no a eventos. El cerebro conecta esos recuerdos más rápido. Los eventos vinculados a sentimientos fuertes, buenos o malos, encuentran un lugar permanente en tu mente. No recuerdas los detalles, pero sí recuerdas la forma en que respondió tu corazón. Los sentimientos llevan el peso de la vida. Las palabras y las acciones no duran tanto a menos que tengan un peso emocional. Lo que perdura es la alegría, la ira, el amor o la tristeza que sientes.
Uno mira hacia atrás con aprecio a los maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos humanos. Son los sentimientos los que importan. La humanidad. La conexión. Por eso trato de concentrarme menos en impresionar y más en conectar. Intento mostrar amabilidad. Tratar de ser paciente. Estar presente. No siempre ha sido fácil. Tengo emociones fuertes. Y a veces me superan. Mi ego se interpone en mi camino.
Estos días, soy más consciente cuando mis emociones oscuras se vuelven abrumadoras. Pienso en los efectos a largo plazo. Estoy trabajando en estar más tranquilo. Quiero recuperar el control. Todos los días, puedo elegir cómo me muestro en la vida de alguien. Puede que no diga lo correcto. Puede que no haga nada destacable. Pero puedo dejarles algo significativo. Un sentimiento de ser amado. Un sentido de que importan.
Quiero ver a las personas, no solo hablarles. Es fácil concentrarse en lo que digo o hago. Preocuparse por ser inteligente o impresionante. Pero debo enfocarme en cómo hacemos sentir a las personas. Pensar en las emociones que dejo. ¿Hice que alguien se sintiera seguro? ¿Valorado? ¿Le dejé con dignidad? Me hago estas preguntas para hacer un balance de mi interior.
Una palabra amable puede elevar. Un silencio frío puede herir. Cada elección suma: La amabilidad en las palabras crea confianza. La amabilidad en el pensamiento crea profundidad. La amabilidad en la entrega crea amor. Cada pequeña acción crea una onda expansiva duradera. Todo es aplicable a cómo me trato a mí mismo.
Las emociones que dejas atrás dependen de ti. Los sentimientos que transmites se convierten en las historias que las personas llevan consigo. Determinan nuestras relaciones. Atraen a las personas hacia ti o las alejan de ti. Así que trato de dejar oro en las grietas. Intento hacer que los demás se sientan completos, incluso en pequeñas cosas. Eso es lo que realmente importa.
Cuando interactuamos con los demás, no solo intercambiamos información. Intercambiamos energía. Y esa energía, ese sentimiento, es lo que permanece con nosotros. Haz que las personas se sientan valoradas. Haz que la gente se sienta valorada. Las acciones y las palabras se difuminan, pero la forma en que alguien se siente en tu presencia permanecerá.
Ese es el legado que queremos dejar. Esa es la vida que queremos vivir. ¿Estás haciendo que la gente se sienta valorada, comprendida y cuidada? ¿O estás haciendo que se sientan heridas, irrespetadas y solas?
La elección siempre ha sido tuya.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.