diciembre 18, 2024
No soy muy aficionado a escribir sobre la creencia religiosa, Dios o la fe, creo que la espiritualidad es muy exclusivo y muy personal que nace en lo más íntimo de nuestra alma, pero hoy me veo en la necesidad de contestar a un amigo lector de mi página web que me escribió y me comunicaba que acaba de perder a su pareja por cáncer. Ella tenía solo 28 años y dejó atrás a dos niños menores de tres años.
Durante todo ese tiempo, oraron por un milagro. Creían que Dios respondería. Sus oraciones eran sinceras, su fe inquebrantable, pero la sanación por la que suplicaban nunca llegó. En cambio, el dolor se apoderó de él: un silencio pesado y sofocante donde antes habitaba la esperanza. Mi amigo no está enojado con Dios, pero se siente comprensiblemente perdido, mirando fijamente a un abismo de preguntas: ¿Por qué Dios no respondió? ¿Oramos de la manera incorrecta? ¿Nuestra fe no era lo suficientemente fuerte?
Este tipo de preguntas persisten en el alma, especialmente cuando el Dios en el que nos han enseñado a confiar parece fallarnos en nuestro momento de mayor necesidad. Yo mismo he luchado con esas mismas preguntas. Tal vez usted también. Cuando Dios no responde
Muchos de nosotros crecimos con una idea sobre la oración: pide, cree y recibirás. Es sencilla, clara y promete una sensación de control. Si oras con suficiente fe, Dios responderá con sanidad, provisión o una salida a la tormenta.
Pero, ¿qué sucede cuando no lo hace? ¿Qué sucede cuando la sanidad no llega, cuando la relación no se restaura, cuando el milagro parece haberse perdido en el correo?
Para mi amigo, el dolor no se trata solo de perder a su pareja, sino de lidiar con el silencio inquietante que siguió a sus oraciones. Se trata de las promesas que parecían flotar en el aire, sin cumplirse. Entiendo ese silencio muy bien. Yo también he pasado por situaciones de dolor y he orado por cosas que no recibí. me he sentido muy frustrado por mucho tiempo y preguntándome si mis oraciones alguna vez llegaron más allá del techo. Me he preguntado si tenía suficiente fe o si de alguna manera no había alcanzado los requisitos divinos. Es un espacio doloroso de habitar: esta tensión entre la creencia y la decepción, entre la esperanza y el desamor.
Entonces, ¿qué haces cuando te encuentras en ese espacio?
Deja de preguntar “¿por qué?” y empieza a preguntar “¿y ahora qué?” La pregunta “¿por qué?” rara vez brinda respuestas satisfactorias. Pero esa pregunta es como gritarle al vacío, lo que conducía a una espiral de culpa, a veces dirigida a Dios, a veces a la vida misma y, a veces, incluso a tí mismo por no ser capaz de protegerla. “¿Por qué?” no es una mala pregunta, pero a menudo no tiene respuesta, e incluso si apareciera la respuesta, no cambiaría la realidad a la que nos enfrentábamos.
Entonces te queda una pregunta muy individual e importante: “¿Y ahora qué?”. ¿Qué me exige este momento como su pareja, su cuidador y su amigo? ¿Qué necesito dejar de lado (miedo, resentimiento o mi ilusión de control) para estar completamente presente con ella? ¿A qué puedo aferrarme? ¿A nuestro amor, a nuestros momentos compartidos, a la esperanza de que, incluso en la incertidumbre, hay vida por vivir?
“¿Y ahora qué?” no descarta el dolor ni pretende que todo está bien. No borra el dolor de lo que se ha perdido. Pero cambia el enfoque, permitiendo el movimiento, aunque sea lento. No se trata de resolver la situación, sino de encontrar una manera de vivir en ella, de preguntarnos cómo sacar el máximo partido a lo que tenemos, en lugar de quedarnos paralizados por lo que hemos perdido, porque cuando ya no podemos cambiar una situación, nos vemos obligados a cambiarnos a nosotros mismos.
Cuando las oraciones no reciben respuesta, los marcos claros que construimos en torno a Dios (cómo trabaja Él, qué quiere y qué merecemos) comienzan a resquebrajarse. Déjelos. Es probable que haya cosas que usted creía acerca de Dios que en realidad no son ciertas. Esas grietas son por donde pueden filtrarse verdades más profundas.
Teologías como el evangelio de la prosperidad, que equipara la fidelidad con las bendiciones, o la idea de que podemos controlar los resultados mediante el tipo “correcto” de oración, a menudo se derrumban bajo el peso del sufrimiento real. Estos marcos prometen certeza, pero nos dejan sin preparación para la realidad de un mundo donde los fieles todavía soportan el dolor y los milagros a veces no llegan.
Tal vez la oración no se trata de persuadir a Dios para que actúe, sino de apoyarnos en el misterio de un Dios que camina con nosotros, incluso cuando el resultado nos destroza. Tal vez las oraciones sin respuesta no sean fracasos, sino invitaciones a encontrarnos con Dios en formas que no habríamos elegido pero que necesitamos desesperadamente. Y tal vez, cuando nuestro andamiaje teológico se derrumbe, encontremos una fe que se basa menos en fórmulas y más en la confianza: una confianza forjada no en tener respuestas sino en afrontar las preguntas.
El lamento es el tipo de oración que a menudo evitamos porque es desordenado, crudo y no se resuelve de manera clara. Sin embargo, es un lenguaje de oración del que las Escrituras no se privan. Es el tipo de oración que no endulza el dolor ni pretende tener todas las respuestas. En cambio, el lamento se yergue entre las ruinas, levanta el puño y clama: “¿Dónde estás, Dios?”.
Desde el cuestionamiento incesante de Job hasta los gritos angustiados de los salmistas, el lamento está entretejido en la historia de la fe. El Salmo 13 comienza con una acusación brutalmente honesta: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?”. Estas no son oraciones educadas. Son oraciones que sangran.
El dolor en sí mismo puede ser una forma de oración. No necesita palabras ni estructura para ser válido. Tus lágrimas, tu silencio, tu frustración, son tan sagrados como cualquier himno cantado en la iglesia. Son expresiones de tu ser más profundo que se acerca a un Dios que promete encontrarte en las partes más crudas de tu humanidad.
En mis momentos más oscuros, he descubierto que el lamento no se trata de exigir respuestas; se trata de negarse a dejar de lado la conversación. Es decirle a Dios: “Sigo aquí, aunque no te entienda ahora mismo”. En el lamento, te das permiso para sentir plenamente, para enfurecerte, para llorar, para dudar, todo dentro de la seguridad de la presencia de Dios. Si la oración es comunión con Dios, entonces el duelo es una de sus formas más honestas. Porque incluso en la tormenta del lamento, hay una confianza tácita: sigues dirigiendo tu dolor hacia Dios, no lejos de Él. Y eso también es fe.
Las oraciones sin respuesta a menudo se sienten como una especie de muerte: una pérdida de esperanza, de lo que podría haber sido, o incluso de la versión de Dios que creías conocer. No hay forma de recuperar lo que se ha perdido, y reconocerlo es parte del duelo. Pero incluso después de esa pérdida, puede haber pequeñas resurrecciones: momentos en los que la vida insiste silenciosamente en continuar, incluso a la sombra de la desesperación.
Puede ser el consuelo inesperado de un amigo que se acerca en un día particularmente oscuro, no para ofrecer un consejo sino simplemente para decir: "Estoy aquí". O la forma en que una canción familiar despierta algo en ti, ofreciéndote un breve momento de consuelo que no sabías que necesitabas. Puede ser el sonido de la risa de un niño que rompe la pesadez, o la comprensión de que, por primera vez en semanas, realmente tienes hambre y te sientas a comer sin forzarte.
No necesitas ir a buscar estos momentos: te encontrarán cuando menos los esperes. No son soluciones, y no están destinadas a serlo. Pero nos recuerdan, gentilmente, que la historia no ha terminado, incluso cuando parece que sí.
Mi estimado amigo, no quiero minimizar tu dolor, pero sí quiero recordarte que está bien vivir en la tensión. Está bien no tener todo resuelto. La fe no significa ignorar las preguntas o pretender que el dolor no es real. La fe significa seguir estando presente, incluso cuando las respuestas no llegan. Estoy calificado para decirlo porque veo esta tensión todos los días. Lo que he aprendido, y sigo aprendiendo, es que la tensión no es algo de lo que escapar o resolver. Es un lugar en el que vivir, un lugar donde la fe crece de manera diferente a como lo hace en la certeza. Es donde luchamos, donde cuestionamos y donde aprendemos a encontrar a Dios no en la resolución sino en la lucha.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 15, 2024
Siempre me ha desconcertado la sabiduría de los árboles. ¿Cómo pierden sus hojas en el invierno sin desesperarse? Simplemente las dejan caer, una por una. Las sueltan para preparar otras nuevas. Al ver esto, me pregunto: ¿puedo usar el mismo principio para soltar lo que ya no me sirve? ¿Puedo soltar los recuerdos que no tienen importancia para mi vida actual?
Podemos usar la sabiduría de la naturaleza para soltar la amargura, el dolor y el sufrimiento emocional. Piensa en los árboles y en la sencillez con la que se dejan ir, en la que dejan caer las riquezas de una estación, en la que sin pena (parece) pueden dejarse ir y adentrarse en sus raíces para renovarse y dormir… Imita a los árboles. Aprende a perder para recuperarte y recuerda que nada permanece igual por mucho tiempo, ni siquiera el dolor psíquico.
Relájate. Deja que todo pase. Déjalo ir.
Un árbol no lucha contra el viento ni contra su proceso de evolución. Se dobla. Se deja ir. Las hojas caen, pero el árbol sigue vivo. Esperando pacientemente para disfrutar de otra estación. Los árboles tienen mucho que enseñar: lecciones de paciencia, resiliencia, dejarse ir y renovarse.
Los árboles no lamentan las estaciones. No se aferran a las hojas ni resienten el invierno. Confían en el proceso. Se aferran a la vida que hay debajo. A sus raíces. Descansan. Yo rara vez lo hacía en el pasado. Me aferraba al dolor, a la gente, a las cosas que no podía controlar. Cuanto más pensaba en experiencias pasadas que me causaron dolor, más tiempo permanecía en mi cabeza. El proceso me causaba más estrés. Tenía más dolores de cabeza.
El dolor seguirá apareciendo en el presente hasta que intentemos tomar el control conscientemente. Una experiencia mala o dolorosa se sentirá eterna hasta que te recuerdes a ti mismo que no lo es. El dolor pasado se siente real en el ahora. Pero es el pasado. Duele. Sí. Pero ¿ayuda a tu vida ahora? Podemos aprender a dejarlo ir recordándolo menos. Déjalo pasar. El árbol no obliga a las hojas a quedarse. No apresura los brotes en primavera. Confía en el tiempo.
Todo es flujo. Todo está cambiando. Nada permanece igual, ni la alegría ni la tristeza. Pero luchamos contra esta verdad. Intento congelar el tiempo, aferrarme a los pensamientos y recuerdos que me roban tiempo. Mi instinto me dice que me resista. Aferrarse a lo que se ha ido. Pero ese instinto empeora las cosas. El dolor se hace más fuerte. Se vuelve más poderoso. Las luchas se prolongan más. Cuanto más me aferro al dolor, más sufro.
Las cosas que dejamos atrás a menudo volverán. Las cosas que nos preocupan ahora a menudo volverán. Cada vez que soportamos el ciclo, subimos un nivel. Aprendemos de la última vez y hacemos algunas cosas mejor esta vez; desarrollamos trucos de la mente para ayudarnos a superarlo. Así es como se logra el progreso. Mientras tanto, solo podemos lidiar con lo que tenemos frente a nosotros en este momento. Con los años he aprendido a reprogramar mi cerebro.
Dejar ir crea espacio. Espacio para la curación. Espacio para el crecimiento. Dejar ir el resentimiento crea espacio para el perdón. Dejar ir el miedo crea espacio para el coraje. La pérdida no es el final. Es un comienzo. El dolor, como las estaciones, pasará.
Los árboles nos muestran un camino mejor. Los árboles nos recuerdan que debemos fluir con la vida, no luchar contra ella. Es la confianza en lo que está por venir. Dejar ir es un paso necesario para la renovación. Los árboles pierden sus hojas, pero no se pierden a sí mismos. Confían en los ciclos de la vida. Vuelven a sus raíces (la verdadera fuerza), preparándose para lo que viene después.
Imitar a los árboles parece imposible. Dejar ir se siente como una rendición. Los árboles nos muestran que es algo completamente diferente. Es recuperación. Renovación. Se quedan en silencio, descansan y esperan. La curación lleva tiempo. El crecimiento es un proceso. El dolor se vuelve más fácil si no te detienes en él.
Nada permanece igual por mucho tiempo, ni siquiera el dolor. El dolor parece eterno, pero está pasando. Lentamente, disminuye. Lentamente, algo nuevo toma su lugar. Pero solo si confías en el proceso y lo dejas ir. Como la primavera después del invierno. Como los brotes después del otoño.
He dejado ir cosas sin las que pensé que no podría vivir. Relaciones, objetivos específicos, la vida que pensé que tendría e incluso partes de mí mismo. Al principio, sentí que lo perdía todo. Con el tiempo, lo vi de otra manera. Cada pérdida dejaba espacio para algo nuevo. Un nuevo yo. Cada final traía consigo un comienzo que no esperaba. Dejar ir parece arriesgado. Es como ceder el control. Pero al dejar ir, todo se hace.
Perder puede ser un regalo. Nos quita lo que ya no me sirve. Nos enseña a mantenernos fuerte, incluso despojados de todo (como un árbol en invierno) y a confiar en el futuro. Nada es permanente: ni la alegría, ni la tristeza, ni siquiera ningun ser. Dejar ir no elimina el dolor, pero hace que el presente sea más fácil. La entrega es la manera en que creamos espacio para ser libres. Dejar ir no es fácil, pero es necesario. Es la manera en que crecemos. Es la manera en que podemos experimentarnos a nosotros mismos en el presente.
Existir es cambiar, cambiar es madurar, madurar es seguir creándose a uno mismo sin fin.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 13, 2024
Vivo según cómo vivo el presente, pero sin entender del todo lo que me espera. A veces la vida pasa deprisa antes de que pueda experimentarla. Nada está garantizado, pero tampoco nada es aleatorio. Al reflexionar sobre lo lejos que he llegado, estoy seguro de que no tenía ni idea de cómo podrían ser los próximos diez años. Incluso ahora, no tengo ni idea de dónde estaré dentro de cinco años. Pero lo único en lo que creo es que el presente es una experiencia, no una explicación.
Pasamos por el presente con los ojos vendados. Se nos permite simplemente sentir y adivinar lo que estamos experimentando realmente. Solo más tarde, cuando se desata la tela, podemos echar un vistazo al pasado y descubrir lo que hemos experimentado y qué significado tiene.
Sólo en retrospectiva podemos dar sentido a cómo hemos pasado el tiempo, a cómo hemos vivido. El presente puede que nunca nos dé claridad, pero podemos experimentarlo. Yo lo vivo sabiendo que “tiempo bien empleado” es “vida bien empleada”.
La mente quiere respuestas ahora, pero la vida no funciona así. ¿Tienes la paciencia de esperar hasta que tu barro se asiente y el agua esté clara? Intento encontrar esa paciencia. No doy nada por sentado. Ni siquiera mis conversaciones cotidianas. O el tiempo que paso jugando juegos tontos con mi gato Vito. Todo puede ser un punto de inflexión. Un fracaso puede resultar aplastante, pero más tarde veo cómo me enseña resiliencia. El presente esconde un significado, pero planta semillas.
La “venda” de la que menciono anteriormente, me enseña humildad. Me hace humilde. No lo sé todo. No puedo controlar cómo evoluciona la vida. Sólo puedo avanzar, confiando en el proceso. La vida sólo puede entenderse hacia atrás, pero debe vivirse hacia adelante. A veces es frustrante, pero es cierto. No se obtiene claridad en el momento. Hay que vivirlo. A veces a ciegas, confiando en que el patrón se conectará lo suficientemente pronto. Esa paradoja informa cómo vivo. Ya no trato de forzar el significado.
Experimento la vida como es y reflexiono más tarde, encontrando patrones y lecciones. La contemplación es cómo descubro quién era, qué valoraba y cómo cambié. A veces la claridad llega demasiado tarde. El pasado cobra foco. De repente, todo tiene sentido, o se siente aún más absurdo. La reflexión estira el pasado para darle significado. Pero, ¿día a día? Nos apresuramos. Nos apuramos. Y nos olvidamos de vivir.
No hay forma de probar qué decisión es mejor, porque no hay base para la comparación. Vivimos todo como viene, sin previo aviso, como un actor que se pone en acción sin pensar. ¿Y qué valor puede tener la vida si el primer ensayo de la vida es la vida misma? Por eso la vida siempre es como un boceto. No, “boceto” no es exactamente una palabra, porque un boceto es un bosquejo de algo, la base para una imagen, mientras que el boceto que es nuestra vida es un bosquejo de nada, un bosquejo sin imagen.
El filósofo griego Heráclito dijo: “No puedes bañarte dos veces en el mismo río”. El tiempo se mueve. ¿La vida es una trampa? ¿Estamos arrastrando nuestro yo con los ojos vendados detrás de nosotros en el presente?
¿Por qué la vida sucede así? Es como aprender a jugar un juego que ya terminó. Todos somos actores en un escenario, interpretando nuestros papeles. Simplemente nos presentamos y hacemos lo mejor que podemos. A veces solo estamos haciendo los movimientos. Pero no importa, el espectáculo debe continuar.
Entonces, ¿cómo vivimos bien? ¿Cómo percibimos el ahora, desempeñamos bien nuestro papel y vivimos hacia adelante, pero recordando no perdernos la realidad? Creo que empezamos por hacer una pausa. Disminuimos la velocidad, no corremos. Nos quedamos quietos y respiramos. Escuchamos. Vemos con los oídos y pensamos con el corazón. Puede que no veamos con claridad. No podemos entender toda la vida mientras está sucediendo. Eso está claro. No podemos deshacernos de la “venda” pero podemos hacer las paces con la incertidumbre. Por ahora, seguimos adelante. Con vendas y todo.
Existimos en “estado de arrojados”. La vida nos arroja al tiempo sin explicación. Reaccionamos, no reflexionamos. Sobrevivimos. El significado llega solo después de que hemos experimentado la realidad. Vivir no es saber. Es un salto a la oscuridad, una y otra vez. Algunas personas luchan contra eso. Intentan darle sentido al “aquí y ahora” mientras lo viven. Yo lo he intentado. Me parece antinatural. Como el agua, la vida se escapa mientras intentas encontrarle sentido.
Entonces, ¿cómo vivo con este conocimiento y aun así aprovecho al máximo mi poco tiempo?
Tengo que confiar en mis instintos y tomar decisiones informadas. Tengo que seguir lo que siento correcto. Tengo que correr riesgos y saber que todo tendrá sentido al final. He dejado de buscar la claridad total. Vivo como un artista, no como un ingeniero.
La vida no es un problema que hay que resolver, sino una realidad que hay que experimentar. Puede que tenga los ojos vendados, pero no me rendiré a la desesperación. Por ahora, elijo vivir con valentía. Solo puedo ver lo que está frente a mí. Pero es la única realidad que puedo experimentar. Más adelante en la vida, quiza llegue a tener menos remordimientos.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 11, 2024
¿Estás haciendo que las personas se sientan valoradas, comprendidas y cuidadas? ¿O las estás haciendo sentir heridas o irrespetadas?
No recuerdo todo lo que mis padres me enseñaron. Ni siquiera las lecciones que querían transmitirme a mí y a mis hermanas. Pero sé que han tenido una enorme influencia en mi vida. Pero lo único que siempre recuerdo es cómo me hicieron sentir. La libertad que me dieron para ser yo mismo. Y cómo nunca resistieron mi voluntad de explorar mis curiosidades. Los recuerdos de experiencias (buenas y malas) se convierten en parte de las historias que nos contamos.
Lo que sentimos después de cualquier experiencia permanece mucho después de que todo lo demás se haya ido. Explico por qué debemos ser cuidadosos con las impresiones que dejamos en los demás. Aprendí que las personas olvidarán lo que dijiste, las personas olvidarán lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.
Las palabras son poderosas. Las acciones son poderosas. ¿Pero los sentimientos? Los sentimientos son la fuerza más poderosa de todas. Permanecen en nuestra memoria, impulsan nuestras decisiones y definen nuestras experiencias.
Puedes olvidar una conversación específica o un evento en particular, pero siempre recordarás cómo te hizo sentir. ¿Te hizo feliz, triste, enojado o inspirado? Puedes olvidar un nombre o una cara. Puedes olvidar un evento. Pero nunca olvidas cómo alguien te hizo sentir. Las emociones son los pilares de nuestras vidas. Forman nuestras relaciones, influyen en nuestras creencias y definen en quién nos convertimos.
No recuerdo todas las conversaciones que he tenido. No recuerdo cada detalle de un gesto amable, pero recuerdo cómo me sentí. Recuerdo el consuelo, el dolor o el amor. Las emociones permanecen más tiempo de lo que creemos e incluso definen cómo vemos a las personas.
Los sentimientos influyen en la memoria. No reproducimos hechos, reproducimos emociones. Es por eso que hacer que alguien se sienta visto o valorado es más importante que las palabras ingeniosas. Puede que no te cite, pero recordará tu presencia.
Las personas que admiro no siempre dijeron las cosas más sabias, pero me dejaron algo. Una sensación de ser comprendido, una sensación de seguridad. Eso se queda, dura. También funciona al revés. Recuerdo cómo me sentí cuando mi profesora de matemáticas me dijo algo malo en la escuela. No recuerdo exactamente qué dijo, pero sí recuerdo cómo me sentí. Empequeñecido. Ese recuerdo se quedó conmigo. Todavía recuerdo la respuesta de la clase. Me enseñó lo fácil que es herir sin darse cuenta. El sentimiento doloroso dura más.
La vida y las experiencias me han enseñado a tener cuidado. A no centrarme solo en lo que hago, sino en cómo hago sentir a los demás. Ese es el verdadero legado que quiero dejar atrás. Cómo hago sentir a las personas cercanas a mí lo cambia todo.
La “memoria emocional” está vinculada a sentimientos fuertes, no a eventos. El cerebro conecta esos recuerdos más rápido. Los eventos vinculados a sentimientos fuertes, buenos o malos, encuentran un lugar permanente en tu mente. No recuerdas los detalles, pero sí recuerdas la forma en que respondió tu corazón. Los sentimientos llevan el peso de la vida. Las palabras y las acciones no duran tanto a menos que tengan un peso emocional. Lo que perdura es la alegría, la ira, el amor o la tristeza que sientes.
Uno mira hacia atrás con aprecio a los maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos humanos. Son los sentimientos los que importan. La humanidad. La conexión. Por eso trato de concentrarme menos en impresionar y más en conectar. Intento mostrar amabilidad. Tratar de ser paciente. Estar presente. No siempre ha sido fácil. Tengo emociones fuertes. Y a veces me superan. Mi ego se interpone en mi camino.
Estos días, soy más consciente cuando mis emociones oscuras se vuelven abrumadoras. Pienso en los efectos a largo plazo. Estoy trabajando en estar más tranquilo. Quiero recuperar el control. Todos los días, puedo elegir cómo me muestro en la vida de alguien. Puede que no diga lo correcto. Puede que no haga nada destacable. Pero puedo dejarles algo significativo. Un sentimiento de ser amado. Un sentido de que importan.
Quiero ver a las personas, no solo hablarles. Es fácil concentrarse en lo que digo o hago. Preocuparse por ser inteligente o impresionante. Pero debo enfocarme en cómo hacemos sentir a las personas. Pensar en las emociones que dejo. ¿Hice que alguien se sintiera seguro? ¿Valorado? ¿Le dejé con dignidad? Me hago estas preguntas para hacer un balance de mi interior.
Una palabra amable puede elevar. Un silencio frío puede herir. Cada elección suma: La amabilidad en las palabras crea confianza. La amabilidad en el pensamiento crea profundidad. La amabilidad en la entrega crea amor. Cada pequeña acción crea una onda expansiva duradera. Todo es aplicable a cómo me trato a mí mismo.
Las emociones que dejas atrás dependen de ti. Los sentimientos que transmites se convierten en las historias que las personas llevan consigo. Determinan nuestras relaciones. Atraen a las personas hacia ti o las alejan de ti. Así que trato de dejar oro en las grietas. Intento hacer que los demás se sientan completos, incluso en pequeñas cosas. Eso es lo que realmente importa.
Cuando interactuamos con los demás, no solo intercambiamos información. Intercambiamos energía. Y esa energía, ese sentimiento, es lo que permanece con nosotros. Haz que las personas se sientan valoradas. Haz que la gente se sienta valorada. Las acciones y las palabras se difuminan, pero la forma en que alguien se siente en tu presencia permanecerá.
Ese es el legado que queremos dejar. Esa es la vida que queremos vivir. ¿Estás haciendo que la gente se sienta valorada, comprendida y cuidada? ¿O estás haciendo que se sientan heridas, irrespetadas y solas?
La elección siempre ha sido tuya.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 11, 2024
Las personas reflejan sus luchas internas hacia el exterior. Si se sienten inseguras, acusan a los demás de lo mismo. Si les falta confianza, dan por sentado que han sido traicionadas. Es más fácil señalar con el dedo que enfrentarse a uno mismo. Las personas que se sienten ineptas critican a los demás. Es un mecanismo de defensa. Desvían sus propias inseguridades señalando hacia el exterior.
Nadie puede sacar agua de un pozo vacío. Esto se aplica a la propia vida interior. Si actúa por enojo o frustración, generalmente es porque no está en paz. Si se siente desconectado de las personas que ama, es porque se siente desconectado de sí mismo. La forma en que trata a los demás refleja el estado de su mundo interior.
No pueden dar virtudes que no tienen. Y Tú no esperes empatía, responsabilidad, claridad, amor, amabilidad, altruismo, respeto o confianza de personas que están en guerra consigo mismas. Si las personas no pueden darse virtudes a sí mismas, es poco probable que te las transmitan. Es una verdad incómoda. Pero es la realidad.
La forma en que las personas se tratan a sí mismas es la forma en que tratan a los demás. Lo veo en todas partes. Alguien que no se ama a sí mismo lucha por amar. Puede intentarlo, pero puede que no lo haga por completo. Alguien que carece de respeto por sí mismo rara vez respeta a los demás. Puede exigir respeto, pero no lo dará. Es difícil de aceptar, pero explica muchas cosas.
A veces, quieres más de las personas cercanas a ti. Sientes que has hecho suficiente o que estás haciendo tu parte. Pero la dura realidad es que las personas solo pueden dar lo que tienen. Y no es tu trabajo esperar a que lo encuentren. Tu trabajo es cuidarte a ti mismo primero. Llena tu copa y úsala para responder mejor a las experiencias que te rodean.
Todo lo que nos irrita de los demás puede llevarnos a una mejor comprensión de nosotros mismos. Creo que lo contrario también es cierto. Todo lo que las personas proyectan hacia afuera proviene de sus luchas. Las personas en guerra consigo mismas no pueden evitar crear conflictos a su alrededor. Y no puedes solucionar eso por ellas. Tienen que mejorar su relación consigo mismas. No puedo hacer el trabajo interior por nadie más. Las personas solo pueden curarse a sí mismas.
No puedes llevar su carga. Solo puedes proteger tu propio espacio y dejar que él o ella, trabajen con el suyo. Es por eso que los terapeutas hacen preguntas que ayudan a los pacientes a despertar partes de sí mismos que han estado ignorando durante años.
Puedes mostrar compasión, pero no una cura. Podemos empujar a las personas hacia la virtud correcta, pero no podemos cambiarlas. Las personas que tienen caos en su interior no pueden darte paz. No es personal.
Con los años y las experiencias personales he aprendido a no esperar virtudes de personas que no las viven. Si alguien está en guerra consigo mismo, también lucha contra los demás. Si alguien se critica a sí mismo, proyecta eso en los demás. No se trata de ti. Es su espejo.
Está luchando contra sí mismo. La ira se desborda porque no sabe cómo contenerla. Alguien traiciona tu confianza, no porque no seas digna o digno, sino porque no confía en sí mismo para actuar con integridad. Sus batallas internas se derraman hacia afuera.
Pasar por frustraciones y emociones negativas no le da a nadie el derecho de transmitirlas a otros o herir a otros. No tengo que aceptar malas reacciones. La empatía, la comprensión o la compasión no significan dejar que la gente te pisotee. Pero sí significa que puedo dejar de esperar lo que no pueden dar. Puedo liberar la decepción que surge de esperar lo imposible. Es la forma en que me doy la libertad de concentrarme en mí mismo.
He dejado de interiorizar las acciones de los demás que no le deseo a nadie. Su trato hacia mí no es un reflejo de mí. Es un reflejo de su estado interior. Los psicólogos tienen un término para esto: proyección.
Yo Intento recordar esto todos los días. Me ayuda a tomar las cosas menos personalmente. No puedo esperar lo que alguien no tiene. Si alguien carece de empatía por sí mismo, ¿cómo puede demostrármela? Si no se perdona a sí mismo, ¿cómo puede perdonar a los demás?
Si quieres despertar a toda la humanidad, despierta todo tu ser. La práctica de las virtudes humanas comienza en el interior. No puedo dar lo que no tengo. Si quiero dar amor, debo amarme a mí mismo primero. Si quiero difundir la paz, debo encontrar la paz en mi interior. No puedo servir de una taza vacía. Ninguno de nosotros puede. Esto explica mucho sobre nuestras relaciones.
Quieres responsabilidad, amor y confianza, pero no todo el mundo puede dar eso. Algunas personas no saben cómo hacerlo es porque todavía no se han encontrado en sí mismas. Y tú No puedes forzarlo.
Con las personas que reflejan sus luchas internas hacia el exterior Bajo mis expectativas, pero hago lo que debo o hago lo que está bajo mi control. Dejo de esperar amabilidad de alguien lleno de ira. Dejo de buscar responsabilidad en alguien que evita rendir cuentas. Bajar mis expectativas me ahorra muchas decepciones. He dejado de tomar todo al pie de la letra. Si alguien ataca, no solo veo el comportamiento. Intento ver el dolor detrás de esa persona ya que conocer tu propia oscuridad es el mejor método para lidiar con la oscuridad de otras personas. Trabajo en comprender mis propias sombras para poder comprender las de ellos.
Comprender la capacidad de los demás te ayuda a verlos con claridad. Es clave para dejar de lado las expectativas poco realistas. Las personas están en sus propios viajes. Algunos no han llegado a donde quieren estar. Y eso está bien. Puedes elegir cuánto te involucras, pero no puedes obligarlos a cambiar.
Entonces, me concentro en lo que puedo controlar. Me concentro en mí mismo. En lo que puedo dar. Si quiero dar amor, ¿estoy practicando el amor propio? Si quiero mostrar bondad, ¿soy amable conmigo mismo? Me doy a mí mismo las cosas que otros no me darían. Dejo de esperar que otros llenen mi copa.
Aprendo a llenarla yo mismo. No puedo dar lo que no tengo. Y no puedo esperar que los demás hagan lo que no han hecho por sí mismos. Estoy fomentando virtudes como la paz interior, la empatía y el amor en mí mismo. Intento mostrarme con esas virtudes, incluso si los demás no pueden igualarlas.
Las personas no siempre pueden dar lo que no tienen. Pero puedo responder con virtud. Ese es mi poder. Puedo concentrarme en mi propio crecimiento. Y tal vez, solo tal vez, este ejemplo inspire a otros.
Pero sé que he hecho mi parte incluso si no lo hace. Es mi único camino hacia la madurez.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
*Guarde estas palabras en tu mente y si quieres comparte con alguien. *
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 8, 2024
En última instancia, nos convertimos en lo que hacemos repetidamente. Si nuestros hábitos diarios no nos ayudan, nos están haciendo daño. A continuación, se ofrecen algunos ejemplos bastante comunes y generalizados de estos últimos que agotarán toda nuestra paz interior y alegría, si se lo permitimos:
I.-Centrarnos en cómo “debería” ser la vida a cada paso. - Intenta utilizar la frustración y los inconvenientes para motivarte en lugar de molestarte. Tú tienes el control de la forma en que ves la vida. En lugar de enfadarte, encuentra la lección. En lugar de envidia, siente admiración. En lugar de preocupación, actúa. En lugar de duda, ten fe. Recuerda que tu respuesta siempre es más poderosa que tu circunstancia actual. Una pequeña parte de tu vida está decidida por circunstancias completamente incontrolables, mientras que la gran mayoría de tu vida está decidida por tus respuestas. El lugar al que llegues finalmente depende en gran medida de cómo juegues las cartas que te han tocado.
II.-Querer controlar lo incontrolable. - Sé selectivo con tu energía hoy. Si puedes solucionar un problema, arréglalo. Si no puedes, acéptalo y cambia tus pensamientos al respecto. Hagas lo que hagas, no intentes invertir más energía de la que tienes, tropezando con algo que está detrás de ti o algo que solo existe dentro de tu cabeza. La verdad sea dicha, algunos de los momentos más poderosos de la vida ocurren cuando encuentras el coraje para dejar ir lo que no se puede cambiar. Porque cuando ya no puedes cambiar una situación, tienes el desafío de cambiarte a ti mismo, de crecer más allá de lo inmutable. Y eso lo cambia todo.
III.-Aferrarte firmemente a cómo eran las cosas una vez. - No eres la misma persona que eras hace un año, hace un mes o incluso hace una semana. Siempre estás aprendiendo y creciendo, y la vida siempre está evolucionando. Nuevamente, aunque no puedes controlar todo lo que sucede, puedes controlar tu actitud sobre lo que sucede. Y al hacerlo, dominarás gradualmente el cambio en lugar de permitir que el cambio te domine a ti. Así que sé humilde hoy.
IV.-Rechazar la tentación de perdonarse a uno mismo. - Sea capaz de aprender. El mundo suele ser más grande que tu visión del mundo. Siempre hay lugar para una nueva idea o un siguiente paso. Pero primero debes aceptar el hecho de que las cosas tal vez nunca vuelvan a ser como antes y que este final es en realidad un nuevo comienzo. Perdónese por las malas decisiones que has tomado en el pasado, por las veces en que no entendiste, por las elecciones que lastimaron accidentalmente a los demás y a ti mismo. Perdónate por ser joven e imprudente. Todas estas son lecciones vitales. Y lo que más importa ahora es tu voluntad de crecer a partir de ellas
V.-Conformarse eternamente con la configuración predeterminada. - Hay miles de personas que viven toda su vida con la configuración predeterminada, sin reconocer nunca el hecho de que pueden personalizar todo. No seas una de ellas: no te conformes con la configuración predeterminada a diario. No te escondas detrás de la indecisión o la pereza. ¡Y olvídate de la popularidad! Haz lo que haces con pasión, humildad y honestidad. Haz lo que haces, no para que te aplaudan, sino porque es lo correcto. Persíguelo un poco cada día, sin importar lo que piensen los demás. Así es como se alcanzan los sueños.
VI.-Resistirse a nuevas ideas y lecciones. - Para lograr un progreso real a largo plazo, debes dejar de asumir que ya tienes todas las respuestas. ¡Así que no dejes de aprender! No dejes de invertir en ti mismo. Investiga. Lee. Devora libros. Interactúa con personas, incluso con aquellas que piensan diferente. Haz preguntas. Escucha con atención. Y no te límites a crecer en conocimiento. Sé una persona que das a cambio. Usa lo que estás aprendiendo para marcar una diferencia real y duradera.
VII.-Buscar constantemente la satisfacción pasajera. - Hay dos variantes de satisfacción en la vida: la pasajera y la duradera. El tipo fugaz se deriva de instantes de comodidad material, mientras que el tipo duradero se logra a través del crecimiento y progreso gradual en asuntos que son verdaderamente importantes para ti. A primera vista, puede resultar difícil distinguir uno del otro, pero a medida que pasa el tiempo se hace vívidamente obvio que el último es muy superior. Así que recuerda, si te entretiene ahora, pero te dolerá o te aburrirá algún día, es una distracción. No te conformes. No cambies lo que más quieres por lo que quieres en este momento. Estudia tus rutinas. Averigua a dónde va tu tiempo y elimina las distracciones. Es hora de concentrarte más en lo que importa a largo plazo.
VIII.-Preocuparse siempre por la historia de los demás. - No te conformes tanto con las historias de éxito de los demás y de cómo les ha ido, que se olvide de escribir la suya propia. Despliega tu propia historia y dale vida a diario. Tienes todo lo que necesitas para convertirte en lo que eres capaz de ser. Se producen cambios increíbles cuando decides hacer de ti mismo una prioridad. Y recuerda, no siempre serás una prioridad para los demás, y por eso tienes que ser una prioridad para ti mismo. Aprenda a respetarte, a cuidarte y a convertirte en parte diaria de tu propio sistema de apoyo. Esto significa consumir menos y crear más. Significa negarse a dejar que otros piensen, hablen y decidan por ti. Significa aprender a aceptar y utilizar tus ideas e instintos para escribir tu propio camino, un día a la vez.
IX.-Temer los pequeños (necesarios) fracasos. - A veces, literalmente, tenemos que fracasar docenas de veces para tener éxito. Y no importa cuántos errores cometas o cuán lento progreses, seguirás estando muy por delante de todos los que no lo intentan. Así que no te obsesiones tanto con unos pocos intentos fallidos que pierdas la oportunidad de tener cien oportunidades más. Todas tus ideas que no funcionan son simplemente peldaños hacia la única idea que sí funciona. Y recuerda, el fracaso no es caer; el fracaso es quedarse abajo cuando tienes la opción de levantarte de nuevo. ¡Siempre levántate de nuevo! A menudo, las cosas buenas se desmoronan en el corto plazo para que las cosas mejores puedan unirse al final.
X.- Esperar el momento “perfecto” para dar el siguiente paso. - No creas en el mito del momento perfecto. Los momentos no son perfectos, son lo que tú haces de ellos. Muchas personas esperan a que las estrellas se alineen para hacer lo que vinieron a hacer. El momento perfecto, la oportunidad perfecta, el estado perfecto del ser, etc. ¡Despierta! ¡No “esperes” la mayor parte de tu vida! Recuerda que muchas personas esperan todo el día a las 5 p. m., toda la semana al viernes, todo el año a las vacaciones, toda su vida a la felicidad. Y tú no seas uno de ellos. En última instancia, llegarás al éxito no encontrando un momento perfecto, sino aprendiendo a ver y usar las imperfecciones de la vida como peldaños.
Sí, te toca a ti no volver a caer en tus viejos patrones de vida hoy simplemente porque son más cómodos y más fáciles de acceder. Te toca a ti recordar que estás dejando atrás ciertos hábitos y situaciones por una razón: para mejorar tu vida, porque no puedes avanzar si sigues retrocediendo. Y, sin duda, te toca a ti recuperar tu paz interior y tu alegría, ¡y hacer que tu tiempo cuente en el futuro!
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.*Guarde estas palabras en tu mente y si quieres comparte con alguien. *
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 5, 2024
Si sientes algo, lo sientes y es real para ti. Nada de lo que diga nadie tiene el poder de invalidarlo, nunca. Nadie más vive en tu cuerpo ni ve la vida a través de tus ojos. Nadie más ha vivido tus mismas experiencias. Y, por lo tanto, nadie más tiene el derecho de dictar o juzgar injustamente cómo te sientes. Tus sentimientos son importantes. No dejes que nadie te haga creer lo contrario.
En realidad, no somos lo que imaginamos que somos, al menos no siempre. Somos humanos y, por lo tanto, somos multifacéticos e imperfectos. Hacemos cosas buenas, cometemos errores, damos algo a cambio, somos egoístas, somos honestos y, a veces, decimos mentiras piadosas. Incluso cuando hacemos todo lo posible, somos propensos a resbalar. Y una vez que aceptamos esto y nos sentimos cómodos con nuestra humanidad, tomar una mala decisión tiende a entrar en mucho menos conflicto con nuestra nueva visión, más flexible (y precisa), de nosotros mismos.
Si te arrepientes de algunas de las decisiones que has tomado en el pasado, deja de ser tan duro contigo mismo. En ese momento hiciste lo mejor que pudiste con el conocimiento que tenías. En ese momento, hiciste lo mejor que pudiste con la experiencia de vida que tuviste. Tomaste tus decisiones con una mente más joven. Si tomaras estas decisiones con la sabiduría que tienes ahora, elegirías de manera diferente. Así que date un respiro. El tiempo y la experiencia tienen una forma maravillosa de ayudarnos a crecer y aprender el camino, para nosotros mismos y para aquellos que nos importan.
Algún día, por una razón u otra, habrá alguien a quien extrañes profundamente. Extrañar a esa persona no tendrá nada que ver con el tiempo que haya pasado desde la última vez que la viste o la cantidad de tiempo que hayas pasado desde la última vez que hablaste con ella o con él. Será sobre ese momento preciso en el que está haciendo algo y deseas que esté allí contigo. Así que asegúrese de apreciar cada momento que puedas pasar con las personas que te importan.
A veces elegimos estar equivocados, no porque realmente estemos equivocados, sino porque valoramos nuestra relación más que nuestro orgullo. Cuando dos personas que se preocupan mutuamente pelean, ambas están equivocadas. Han puesto algún tipo de resultado superficial por encima del amor y el compromiso. El que se disculpa y se comunica con elegancia primero, es el que tiene razón.
Ser fuerte no significa que tengas que quedarte y luchar contra todas las batallas y discusiones insignificantes que se te presenten. Ser fuerte no significa que tengas que responder a los comentarios groseros. No respondas lanzándoles insultos. No te rebajes a su nivel. Eso es lo que quieren… o al menos eso es lo que creen que quieren en el calor del momento. ¡Mantén tu dignidad! La verdadera fuerza es ser lo suficientemente inteligente como para alejarte de todas las tonterías con la cabeza en alto.
No importa cuánta negatividad te arrojen los demás, no hay absolutamente ninguna necesidad de que te quedes quieto y participes de la autodestrucción que eligen para sus propias vidas. Tú decides cómo crece tu alma. El grado de tu felicidad al final depende de la calidad de tus pensamientos diarios. Así que sé razonablemente positivo hoy. Algunos de los mejores momentos de tu vida aún no han sucedido.
Una buena relación es cuando dos personas aceptan el pasado del otro, apoyan el presente del otro y se aman lo suficiente como para alentar el futuro del otro. Así que no apresures el amor. Encuentra una pareja (o un verdadero amigo) que te anime a crecer, que no se aferre a ti, que te deje salir al mundo y confíe en que volverás. En eso consiste el amor verdadero y siempre vale la pena esperar.
Es realmente doloroso decir adiós a alguien a quien no quieres dejar ir, pero es aún más doloroso aferrarte a esa persona si nunca quiso quedarse en primer lugar. Si alguien no te muestra el mismo amor que tú le muestras y actúa como si no fueras importante la mayor parte del tiempo, esto puede ser una gran pista de que tú tampoco lo necesitas en tu vida. Las únicas personas que realmente necesitas en tu vida personal a largo plazo son aquellas que te respetan y quieren que estés en la suya.
Las peores mentiras son las que nos decimos a nosotros mismos. Un verdadero amigo dirá la verdad con elegancia, incluso si duele. Así que no asumas que cada crítico en tu vida es un odiador. No todo el mundo te odia. Algunas personas que te importan también se preocupan por ti de verdad y, a veces, intentan decirte la verdad que has estado negando inconscientemente.
Manejar en tiempos difíciles es muy parecido a conducir a través de una densa niebla. No siempre puedes ver hacia dónde vas, te sientes un poco perdido, quieres dar marcha atrás y cada kilómetro parece una eternidad. Sin embargo, por asustado o cansado que estés, no hay nada que puedas hacer excepto respirar, concentrarte en el camino que tienes por delante, seguir avanzando lentamente y confiar en que una fuerza con una visión más aguda que la tuya está ahí fuera funcionando como tu guía.
Sin duda, a veces nos invaden sentimientos de arrepentimiento. Muchas veces nos arrepentimos de cosas simplemente porque nos preocupa que debimos haber tomado decisiones diferentes en el pasado. Debimos haber hecho un mejor trabajo, pero no lo hicimos. Debimos haberle dado otra oportunidad a una relación, pero no lo hicimos. Debimos haber iniciado ese negocio, pero no lo hicimos…
Comparamos los resultados reales de nuestras decisiones pasadas con una fantasía ideal de cómo “deberían” ser las cosas. El problema, por supuesto, es que no podemos cambiar esas decisiones, porque no podemos cambiar el pasado. Sin embargo, nos resistimos a esta realidad de manera subconsciente: seguimos sobre analizando y comparando la realidad inmutable con nuestra fantasía ideal hasta que hemos desperdiciado mucho tiempo y energía.
Pero ¿por qué? Si lógicamente sabemos más, ¿por qué no podemos simplemente dejar IR todos nuestros ideales y fantasías?
Porque nos identificamos personalmente con esos ideales y fantasías. Todos tenemos en la mente una visión de quiénes somos: nuestras buenas intenciones, nuestra inteligencia, nuestro estatus social, etc. Y tomamos las mejores decisiones que podemos, por supuesto, porque, repito, generalmente tenemos buenas intenciones. Incluso si tienes problemas de autoestima muy arraigados, probablemente te identifiques contigo mismo como un ser humano decente y respetuoso.
Y entonces, cuando alguien dice algo sobre nosotros que contradice la visión de nosotros mismos con la que nos identificamos (insulta nuestras intenciones, nuestra inteligencia, nuestro estatus, etc.), nos ofendemos. Nos sentimos atacados personalmente y nos cuesta mucho dejarlo pasar.
Algo muy similar sucede cuando creemos que hicimos algo (cometimos un error) que contradice la misma visión de nosotros mismos con la que nos identificamos. ¡Nos ofendemos! En algunos casos, nos desesperamos, nos reprendemos por haber cometido el error: “¿Cómo pude haber hecho esto?”, pensamos. “¿Por qué no pude haber sido más inteligente y haber tomado una mejor decisión?”. Y, una vez más, nos cuesta mucho dejarlo ir; nos cuesta mucho aceptar el hecho de que no siempre somos tan buenos como la visión que tenemos de nosotros mismos.
En pocas palabras, nuestros ideales y fantasías sobre nosotros mismos tienden a causarnos mucha miseria. La clave es practicar gradualmente el dejar ir estos ideales y fantasías y, en cambio, centrarnos en sacar lo mejor de la realidad. Hay que aceptar la verdad... Todas las malas decisiones que tomamos en el pasado ya están hechas; ninguna de ellas se puede cambiar. Y, de hecho, también hay algo bueno en cada una de esas malas decisiones, si elegimos verlo. El mero hecho de poder tomar una decisión es un regalo, como lo es poder despertarse por la mañana y poder aprender y crecer a partir de nuestras amplias experiencias de vida.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 5, 2024
He llegado muy lejos en mi vida y debo seguir, no puedo seguir, seguiré, me digo cada día. Es casi como una regla de vida. Si has llegado tan lejos en la vida, ya soy resistente. He superado los impactos inesperados de la vida y aun así he sobrevivido. “Puedo superarlo y lo haré”, me digo siempre.
La vida a veces parece imposible. Lo has sentido. Yo también. La desesperación golpea a todos. Te dice que la lucha no vale la pena. Pero algo en tu interior te resiste. Esa es la voluntad de vivir. Siempre está ahí cuando la necesitas. El dolor no nos detiene. Nos obliga a seguir adelante. Debemos seguir adelante porque la vida lo exige, pero sentimos que no podemos. La lucha nos desgarra, pero aun así damos el siguiente paso. Es una paradoja: no ves la fuerza hasta que actúas.
Las personas sobreviven a cosas inimaginables. Pierden a seres queridos. Se enfrentan a la guerra. Soportan la pobreza. Dicen: “No puedo seguir adelante”. Pero luego lo hacen. ¿Por qué? Porque vuelan en las alas del significado. Tú y yo necesitamos ese significad, lo llamó el “por qué” que hace que el “cómo” sea soportable. Incluso con mi visión sombría de la vida, insinuó la esperanza. El acto de decir “seguiré” es esperanza. Es desafío. Es la vida que se niega a rendirse.
Probablemente hayas pensado muchas veces en el pasado que te derrumbarías, pero no fue así. Todavía estás aquí. Ese es el poder del “seguiré adelante”. No promete respuestas ni tranquilidad, promete acción. Un paso. Luego otro.
Te sientes perdido o perdida. Te sientes roto. Pero sigues adelante. Y en ese ir, encuentras la fuerza que no sabías que tenías. Eso es lo que significa ser humano. Luchar contra lo imposible y seguir adelante. “Debo seguir adelante” es el peso de la responsabilidad. Tienes gente que te necesita.
La vida no se puede abandonar. Incluso en la desesperación, sigues adelante. Sientes el tirón. Es pesado, pero es real. “No puedo seguir adelante” es el punto de quiebre. El momento en que dudas de ti mismo. Te sientes insignificante. Débil. Humano. El universo se siente indiferente. La lucha parece inútil.
A veces la vida no tiene sentido, pero hay que desafiarla. Yo lo llamo “rebelión”. No con rabia, sino con persistencia. A veces, seguir adelante, simplemente seguir adelante, es el logro sobrehumano.
Seguir viviendo, a pesar de la falta de sentido, es rebelión. “Seguiré adelante”, es el punto de inflexión. No sabes cómo, pero lo haces de todos modos. Das un paso más. Luego otro. Eso es resiliencia. No proviene de las respuestas. Proviene del acto en sí. La vida no se trata de claridad. Se trata de persistencia. No necesitas certeza para avanzar. No necesitas esperanza. Solo necesitas seguir adelante.
Yo lo llamo agallas = resistencia. Es la capacidad de seguir avanzando, incluso en la oscuridad. El entusiasmo es común. La resistencia es algo poco común es la que te ayuda a superar la desesperación.
Quien tiene un por qué para vivir puede soportar casi cualquier cómo. ¿Qué pasa si no tienes un por qué? ¿Aún puedes soportarlo? No a través del significado sino del movimiento. La vida exige movimiento. Esa es la única respuesta.
Cuando la vida es dolorosa, recuerdo que: “Debo continuar, no puedo continuar, continuaré”. Sigo adelante. Y en ese ir, encuentro algo mejor. No alegría. No paz. Sino la existencia misma. El acto de vivir se convierte en el punto.
El dolor no te destroza si sigues adelante. Eso es suficiente. Ganar tus batallas silenciosas no es fácil. Pero sigues adelante. Eso es sobrehumano. Ese es el heroísmo. La vida no siempre parece heroica. Simplemente existir, a través de la lucha, que puede ser extraordinario.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 4, 2024
Yo le entiendo a la vida. Conozco la lucha diaria. Conozco la pérdida. Viví el caos, la enfermedad... lo enfrenté todo. Pero no la temo. Hice las paces con ello. La vida es dura. Las cosas se desmoronan. La gente puede traicionarte. Pierdes lo que amas. Pero nada de eso me define.
Cuando escribo intento conectar mis ideas con las luchas modernas. Ansiedad. Redes sociales. Exceso de trabajo y todos los problemas que enfrentamos en el día a día. Escribo directamente del caos de la vida en este momento y pido a mis lectores que actúen y les digo: “Lee esto. Ahora vívelo”. Cada meditación te da algo real. Algo por lo que puedes vivir. Perseverancia. Paciencia. Claridad.
SÉ IMPLACABLE CON LAS COSAS QUE NO IMPORTAN. Cuántos han arruinado su vida cuando no eran consciente de lo que estaban perdiendo, cuánto desperdiciaron en un dolor inútil, una alegría tonta, un deseo codicioso y diversiones sociales; qué poco les quedó de ellos. ¡Se dieron cuenta de que estaban muriendo antes de tiempo!
¿Pierdes tiempo en cosas que no puedes controlar? ¿Dejas que la ira, el miedo o los celos te dominen? Toma la sabiduría antigua en pequeños bocados. Una reflexión podría centrarse en la ira. Otra sobre la paciencia. Un tercero sobre dejarse llevar. Abarca todas las cosas con las que tú y yo luchamos a diario. Te dará perspectiva. Te enseñara a pensar con claridad, pase lo que pase.
Primero dite a ti mismo lo que quieres ser; y luego haz lo que tienes que hacer. No es solo un consejo práctico. Es un desafío. ¿Qué quieres de la vida? Y lo más importante, ¿qué estás dispuesto a hacer? No pierdas más tiempo discutiendo sobre lo que debería ser una buena persona. Sé una. Hay que dejar de hablar sobre el cambio y comenzar a vivirlo.
La sabiduría no es nada sin acción. Hay que darle relajación a la mente; que se levantará mejorada y más aguda después de un buen descanso. Así como no se deben forzar los campos ricos, porque perderán rápidamente su fertilidad si no se les da un descanso, el trabajo constante en el yunque fracturará la fuerza de la mente. Pero recupera sus poderes si se la deja libre y relajada por un tiempo. El trabajo constante da lugar a un cierto tipo de embotamiento y debilidad en el alma racional.
Las dificultades son cosas que muestran a una persona lo que es. Enfrenta los desafíos antes de que lleguen. No evites las cosas difíciles. Enfréntalos de frente. Concentrarte en lo que controlas. Nada más. Nada menos. Tienes poder sobre tu mente, no sobre los eventos externos. Date cuenta de esto y encontrarás fuerza.
No puedes controlar el drama que te rodea, pero puedes calmar tus pensamientos. Controlas cómo los ves. Ese es el único poder que tienes. Tú y yo no podemos evitar el dolor. Pero podemos decidir qué hacer con él. Es la clave de la libertad. Es el poder sobre el caos. Lo que importa no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante ello.
La vida no intenta detenerte. Te impulsa a crecer. Un hombre es tan infeliz como se ha convencido a sí mismo de que lo es. Debemos aprender a ver lo que queda, no lo que se ha perdido. La gratitud cambia tu perspectiva. Te dice que te concentres en lo que importa. La verdadera felicidad es disfrutar del presente, sin depender ansiosamente del futuro. Recuerda que debes ver lo que ya tienes frente a ti.
La vida es suficiente, tal como es. Las dificultades muestran el carácter de una persona. Así que abrázalas. Las dificultades no son el enemigo. Son el maestro. Cada prueba te transforma, si lo permites. La mayoría de las cosas están fuera de nuestro control, dejemos ir. Concéntrate solo en lo que controlas. Tus pensamientos. Tus acciones. Sufrimos más en la imaginación que en la realidad. Nos atrapamos en los peores escenarios. Afronta el presente. Por lo general, es menos aterrador de lo que tu mente lo hace.
Ahora te preguntaras: ¿Qué puedes hacer hoy para vivir mejor?” No tienes que ser perfecto. Solo estar presente. Todo lo que necesitas es: certeza del juicio en el momento presente; acción por el bien común en el momento presente; y una actitud de gratitud en el momento presente por todo lo que se te presente.
La vida no siempre es buena, pero siempre es suficiente. El universo es cambio; la vida es opinión. Hay que ver el regalo en el desorden. A encontrar alegría en las cosas más pequeñas. Estoy aprendiendo a vivir desde un lugar de calma, coraje y gratitud. Estoy aprendiendo a aplicar todas las virtudes en la vida: coraje, justicia, moderación y sabiduría.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 4, 2024
QUE haz lo posible por respirar cuando la negatividad te rodee hoy. No puedes calmar la tormenta. Lo que puedes hacer es calmarte tú mismo y la tormenta pasará poco a poco. Deja que la calma sea tu superpoder. La capacidad de no reaccionar exageradamente ni tomarte las cosas como algo personal mantiene tu mente despejada y tu corazón en paz, lo que en última instancia te da la ventaja.
Además, recuerda que es difícil estar cerca de las personas cuando creen que todo lo que sucede a su alrededor es un ataque directo contra ellas o que, de alguna manera, toda gira en torno a ellas. No caigas en esta trampa. Lo que las personas dicen y hacen tiene mucho más que ver con ellas que contigo. Las reacciones de las personas hacia ti tienen que ver con sus perspectivas, heridas y experiencias. Si las personas piensan que eres increíble o creen que eres el peor, nuevamente, tiene más que ver con las tormentas que están atravesando y cómo ven el mundo.
Ahora bien, no estoy sugiriendo que debamos ser narcisistas complacientes e ignorar todas las opiniones y comentarios que recibimos de los demás. Simplemente estoy diciendo que una increíble cantidad de dolor, decepción y tristeza en nuestras vidas proviene directamente de nuestra tendencia a tomar las cosas demasiado personalmente. En la mayoría de los casos, es mucho más productivo y saludable dejar de lado las opiniones buenas o malas que los demás tienen de ti y actuar con tu propia intuición y sabiduría como guía.
La clave subyacente es... Cuida tu respuesta. Cuando sucede algo estresante en una situación social, ¿cuál es tu respuesta?
Algunas personas entran en acción de inmediato, pero muchas veces tomar medidas inmediatas puede ser perjudicial. Otras se enojan o se entristecen. Otras comienzan a sentir lástima por sí mismas (quizás se sienten victimizadas) y piensan: "¿Por qué la gente no puede comportarse mejor?". Si bien hacer cumplir tus límites es importante, nuevamente, en un día promedio, las respuestas precipitadas como estas raras veces son saludables o útiles.
En definitiva, no estás sola o solo, si te cuesta tomarte las cosas demasiado a pecho. Todos cometemos este error a veces. Si alguien hace algo con lo que no estamos de acuerdo, tendemos a interpretarlo como un ataque personal… ¿Nuestros hijos no limpian sus habitaciones? ¡Nos están desafiando a propósito! ¿Nuestra pareja no nos muestra afecto? ¡No debe importarle nada! ¿Nuestro jefe actúa de forma desconsiderada? ¡Debe odiarnos! ¿Alguien nos hace daño? ¡Todos deben estar tratando de hacernos daño!
Algunas personas incluso piensan que la vida misma está en su contra personalmente. Pero la verdad es que casi nada en la vida es personal: las cosas suceden o no, y rara vez se trata de alguien en particular.
Las personas tienen problemas emocionales con los que están lidiando y eso las vuelve desafiantes, groseras y desconsideradas a veces. Están haciendo lo mejor que pueden o ni siquiera son conscientes de sus problemas. En cualquier caso, puedes aprender a no interpretar sus comportamientos como ataques personales y, en cambio, verlos como encuentros no personales (como un perro que ladra a lo lejos o un abejorro que zumba) a los que puedes responder con una mentalidad tranquila o no responder en absoluto.
Como tú, soy solo un ser humano y, por eso, a veces me tomo las cosas demasiado personalmente cuando estoy en el calor del momento. Para combatir esto, he implementado una estrategia simple para apoyar la práctica de observar mi respuesta. En pocas palabras, me recuerdo proactivamente a mí mismo que no debo tomar las cosas demasiado personalmente. Cada vez que me doy cuenta de que lo hago, hago una pausa y luego respiro profundamente unas cuantas veces y me digo:
Es posible que no podamos controlar todas las cosas que las personas nos dicen y nos hacen, pero podemos decidir no distraernos continuamente con ellas hoy. No puedes tomar las cosas demasiado personalmente, incluso si parecen personales. Rara vez las personas hacen cosas por ti; Hacen cosas por ellas. Hay una enorme cantidad de libertad que llega a ti cuando te desvinculas de las creencias y conductas de otras personas. La forma en que te tratan las personas es su problema, cómo respondes es tuyo, la señal más fuerte de tu control es saber que ya no estás estresado por las cosas triviales que antes te agotaban.
La calma es un superpoder. La capacidad de no reaccionar exageradamente o tomarse las cosas demasiado a pecho mantiene tu mente despejada y en paz, lo que te da la ventaja al devolverte el control de tu respuesta. Hay una enorme cantidad de libertad que llega a ti cuando te desvinculas de las creencias y conductas de otras personas. La forma en que te tratan las personas es su problema, cómo respondes es tuyo.
Ser amable con alguien que te desagrada no significa que seas falso. Significa que eres lo suficientemente maduro para controlar tus emociones. Así que sé amable y recuerda que las personas son generalmente más amables cuando están más felices, lo que dice mucho sobre las personas que conoces que no son muy amables contigo.
Todas las personas más duras y frías que conoces alguna vez fueron tan suaves como un bebé, y esa es la tragedia de la vida. Entonces, cuando las personas sean groseras, sé consciente, sé lo mejor que puedas. Dale a quienes te rodean el respiro que esperas que el mundo te dé en tu propio mal día. La vida es demasiado corta para discutir y pelear constantemente. Cuenta tus bendiciones, valora a quienes realmente importan y deja atrás el drama con la cabeza en alto.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
*Guarde estas palabras en tu mente y si quieres comparte con alguien. *
Publicado por Patricio Varsariah.
diciembre 1, 2024
En esta vida debo hacer mi parte y no sorprenderme por el resultado. Es una de las muchas máximas que intento aplicar todos los días. Me ayuda a concentrarme en mis acciones sin apegarme a cómo resultan las cosas, esta mentalidad de vida de esperar lo mejor, prepararse para lo peor y no sorprenderse por nada intermedio, me ayuda a tener fe de que la vida siempre tendrá sus propias ideas. Solo podemos esperar, hacer, ser y permanecer indiferentes al caos.
Creo que hay que apostar por Dios. No se pierde nada si uno se equivoca sobre su existencia, se gana todo si uno tiene razón. Veo esa misma lógica en juego en la forma en que uno se prepara para la vida. Uno se inclina hacia la esperanza y te preparas contra la desesperación. Pero no dejas que lo intermedio te sorprenda. Eso es sabiduría. Bailas en su caos llamada vida. La esperanza es algo frágil. Te eleva, pero también te hace vulnerable. Por lo que hay sostener la esperanza en una mano y la realidad en la otra. La vida exige ambas.
Esperar lo mejor es agradable. Prepararse para lo peor te mantiene bajo control. No sorprenderse por todo lo intermedio es clave para la paz interior. La vida está llena de lo inesperado es un eufemismo. La gente decepciona. Los planes se desmoronan. Incluso tus mejores esfuerzos a veces fallan, pero no hay que perder la esperanza. Debemos equilibremos con la fuerza. Yo sé que la vida podía ser brutal, pero aun así eligió tener esperanza. Eso es coraje.
El hombre que ha anticipado la llegada de los problemas les quita su poder cuando llegan a eso se llama la premeditación del mal: la premeditación de los problemas, no podemos quedarnos pensando en ello, sino que debemos prepararnos. Piensa en lo peor que podría pasar. Siéntate con ello, pero desapego de ello, para deshacerte del dolor cuando suceda. Tenemos el poder sobre la mente, no sobre los acontecimientos externos. Date cuenta de esto y encontrarás fuerza. No puedes controlar la vida, pero sí puedes controlar la respuesta.
El miedo crece en las sombras. Ilumínalo. ¿Temes perder tu trabajo? Imagínatelo. Imagina las consecuencias. ¿Qué harás a continuación? Esa es la parte más importante. Ahora, actúa. Ahorra dinero. Desarrolla habilidades. Prepárate. De repente, perder el trabajo parece algo menor. Lo anticipaste. Le robaste su poder. No se trata de vivir en la negatividad.
Pero evitar los pensamientos duros no detiene las cosas malas. Te ciega. La preparación no te hace pesimista. Te da lucidez. Hay muchas historias de sobrevivientes que tenían esperanza, pero respondieron a las realidades de la vida con valentía. Cuando ya no podemos cambiar una situación, nos vemos obligados a cambiarnos a nosotros mismos. Yo he sobrevivido a muchas situaciones de enfermedades porque prepare mi mente. Encontré sentido incluso en el dolor a esto le llaman residencia.
Escribo para quien me lee que ensaye mentalmente las dificultades de la vida. No para detenernos en el miedo, sino para enfrentarlo antes de que llegue. La preparación no mata la esperanza, la fortalece. Tienes esperanza porque estás listo. Hay que negarse a dejar que la esperanza nos ciegue.
Hay que prepararse para las absurdeces de la vida, pero no hay que temerlos. Hay que hacer las paces con la idea de que la vida no es justa. Esa mentalidad cambiara la forma en que vives.
La esperanza te permite seguir adelante. La preparación te protege de la desesperación. Aceptar lo inesperado te mantiene en calma. Estas no son solo herramientas de supervivencia. Son herramientas para la vida. Así es como trato de vivir con una mente tranquila y un corazón abierto.
He convertido el dolor de la vida en arte. He convertido la lucha en sabiduría. No dejó que las peores experiencias de la vida me definan. Me he preparado para ellas, pero no dejo que maten mi esperanza.
Trato de vivir así. No es fácil, pero funciona. Es fácil tener demasiadas esperanzas y no prepararse lo suficiente. Es tentador soñar en grande, pero descuidar el trabajo necesario para alcanzar esos sueños. Es tentador dejar que la esperanza se apodere de nosotros e ignorar la realidad. Nos sentimos más seguros si nos aferramos a los sueños y evitamos las duras verdades.
Pero ignorar la realidad solo nos prepara para más dolor. Enfrentar la realidad con esperanza y preparación es la forma de ganar. Es la forma de sobrevivir a lo peor y seguir disfrutando de lo mejor.
No oculto la amarga verdad de la vida. Intento mostrar cómo vivir a pesar de los absurdos de la vida. Esperanza, preparación, adaptación. Es una fórmula simple que lo contiene todo. Te enseña a elegir la vida como es, no como deseas que sea. La esperanza mantiene vivo tu espíritu. La preparación mantiene tu mente alerta.
¿Tengo suficiente esperanza? ¿Me preparo lo suficiente? ¿Dejo que la vida me sorprenda demasiado a menudo o mantengo la calma en medio de su caos? Esas son las preguntas que te ayudan a avanzar de la mejor manera posible. Mis palabras no son solo consejos. Son un llamado a vivir con sabiduría, valentía y un corazón abierto.
La esperanza es motivación. La preparación la protege. La aceptación le da libertad. Así es como trato de elevarme por encima del caos de la existencia. También es como honro mi vida. Esperando. Preparándome. Negándome a ser sorprendido por el desorden que hay entre medio. Yo vivo con esta verdad y te invito a hacer lo mismo.
Mi sabiduría es la libertad del sufrimiento innecesario. Si esperas lo inesperado, nunca te tomará por sorpresa. La decepción pierde su poder. La sorpresa se convierte en curiosidad en lugar de frustración. Cambia la forma en que reaccionas a los resultados inesperados de la vida. Te ayudara a mantenerte firme.
Con mi mensaje no te prometo perfección. La vida todavía te sorprenderá. La pérdida todavía te dolerá. El fracaso todavía te escocerá. Pero la esperanza y la preparación te dan la fuerza para seguir adelante. Te dan la capacidad de enfrentar la vida en tus propios términos. Te hace resiliente.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
*Guarde estas palabras en tu mente y si quieres comparte con alguien. *
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 23, 2024
No soy ajeno a los pensamientos existencialistas. Estoy acostumbrado a ellos. Pero he aprendido a convertirme en el observador que observa mi mente en crisis. No tengo que apegarme. Todavía tengo muchas preguntas para las que no necesito respuestas.
Simplemente disfruto reflexionando sobre grandes preguntas. En su mayoría tienen que ver con el significado, el propósito, la existencia y mi lugar en un mundo absurdo que es el choque entre nuestro deseo de significado y el silencio del universo. Los existencialistas creen que la vida no tiene un gran significado. Creo que es un regalo. Puedes elegir tu propio camino significativo. Esa verdad solía ser incómoda. He hecho las paces con ella.
El irrazonable me enseña a vivir hasta el punto de las lágrimas. No porque importen al universo, sino porque me importan a mí.
La vida es misteriosa. Lo sabemos. Lo sentimos. Lo vivimos. Pero el misterio hace que la vida sea preciosa. El misterio no es una maldición; es un regalo. Es el regalo de la libertad. La libertad de elegir nuestro propio significado o camino. Es la libertad de vivir la vida en nuestros propios términos.
Pero la vida no promete que estará libre de lucha, dolor o sufrimiento. Ésa es la cuestión. Si la vida no tiene sentido, ¿para qué vivir?
Creo que muchos de Ustedes que me leen conocen el mito de Sísifo que nos puede enseñar el sentido de la vida en un mundo misterioso.
Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra caería por su propio peso. Habían pensado con cierta razón que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Sísifo empuja una piedra colina arriba sin cesar, solo para que ésta vuelva a rodar cuesta abajo. Su tarea es inútil. Sin embargo, Sísifo puede elegir su actitud. La lucha por alcanzar las alturas es suficiente para llenar el corazón de un hombre. Sísifo desafía a los dioses al rechazar la desesperación. Encuentra alegría en el acto en sí. Uno debe imaginar a Sísifo feliz. Sísifo, el hombre condenado a empujar una piedra colina arriba para siempre, encuentra alegría en su lucha. Ésa es la clave. El sentido de la vida es vivirla, incluso si parece absurdo.
No podemos vivir para un futuro que nunca llega. Olvídense de alcanzar la cima. La escalada a la montaña es la vida real, sin importar cuán absurda o difícil sea. La vida no siempre tendrá sentido. Debemos enfrentarla honestamente. Y en esa honestidad, he encontrado la paz. La vida es misteriosa, sí. Pero también es hermosa. Es sufrimiento, salvaje y corta. Ese es el punto.
El sentido de la vida es vivirla plenamente inmersos en el ahora. Eso es lo que tiene sentido para mí. Los existencialistas nos piden que dejemos de luchar contra lo absurdo y lo vivamos. Debemos hacer las paces con el misterio y “sí” a la vida de todos modos. “Buscar lo que es verdad no es buscar lo que es deseable”.
Tú y yo somos como Sísifo. Nuestras vidas pueden parecer repetitivas, incluso sin sentido. Pero tenemos una opción. Podemos maldecir el misterio, o podemos hacer las paces con él. El acto de vivir –el esfuerzo, la risa, la conexión– es donde la vida cobra sentido.
La vida no te dará una respuesta clara ni un propósito final. Pero eso no significa que esté vacía. Es una invitación a crear sentido viviendo hasta el punto de las lágrimas. Estar tan vivo que su propia existencia se convierta en el sentido de la vida.
La búsqueda de sentido es universal. Buscamos respuestas en la religión, el éxito o el amor. Muchas veces no las encontraremos. La vida no se explica por sí sola. Simplemente es. Pero eso no es una tragedia. Es la libertad de vivir como uno quiera. Sin un gran propósito, usted y yo podemos centrarnos en la experiencia.
Dile sí a la vida ahora: tal como es, misteriosa o no. Has las paces con el caos. La vida no se logra analizando o esperando. Se logra haciendo. Vivir es mantener vivo el misterio. Mantenerlo vivo es, sobre todo, contemplarlo. Has que lo ordinario sea extraordinario. Estas experiencias no tienen sentido. Son el sentido. No esperes a que la vida se explique por sí sola. No busques la salvación en un futuro imaginado. Vive ahora. No hay sol sin sombra, y es esencial conocer la noche. La vida incluye dolor y alegría. Lucha y celebración. Acéptalo todo y serás libre.
La libertad, proviene de aceptar la vida en tus propios términos. Tú y yo podemos elegir ver la belleza en lo misteriosa que es. Podemos sumergirnos en la vida y dejar de lado la necesidad de controlar su significado. La inmersión nos cambia la forma de ver todo. Las tareas cotidianas se sienten diferentes como lavar platos, dar un paseo o darle sentido al trabajo no son pasos hacia una meta. Son la meta.
Pienso que el misterio de la vida no es algo que se pudiera arreglar. Es algo que se puede experimentar. El misterio nace de esta confrontación entre la necesidad humana y el silencio irracional del mundo. El silencio no es un fracaso. Es el espacio para crear nuestras vidas. Al vivir, le respondemos.
Elige la vida ahora. No porque tenga sentido, sino porque es tuya. Empuja tu roca con alegría. Haz de la escalada tu propósito. Así es como vivo a pesar de lo misteriosa que es la vida.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 19, 2024
El día que dejé de atribuir mi valor a los resultados, las personas y las cosas, tomé el control total de mi salud mental. La raíz del sufrimiento es el apego, la sed del, deseo, anhelo, codicia, ya sea física o mental. Es natural querer el control. Pero la vida no es así. No hay garantías. Las cosas cambian, las personas evolucionan (para bien o para mal) y las experiencias seguirán cambiando.
Cuando me resisto a los cambios naturales de la vida, sufro. La resistencia empeora el dolor. Una ruptura, la pérdida de un trabajo o un sueño destrozado se sentirán insoportables. La amarga verdad es que nada nos pertenece de forma permanente. Incluso nuestros cuerpos son prestados. Envejecen y se desgastan.
Aferrarse a lo temporal empeora la frustración. El desapego es una enseñanza fundamental para vivir sin dejar que nada perturbe tu paz o te consuma. Nada dura, pero podemos disfrutar de nuestras experiencias sin aferrarnos a ellas como si nos fuera la vida en ello.
El desapego no es indiferencia, es el requisito previo para una participación efectiva. A menudo, lo que creemos que es mejor para los demás se distorsiona por nuestros apegos a nuestras opiniones. Queremos que los demás sean felices de la manera en que creemos que deberían ser felices. Solo cuando no queremos nada para nosotros mismos podemos ver claramente las necesidades de los demás y entender cómo servirles.
El apego te hace querer controlar cómo resultan las cosas. Y todos sabemos que eso es imposible.
Si pongo toda mi felicidad, esperanzas, resultados o todo lo que quiero de la vida en alguien a quien amo, algo que tengo o experiencias específicas, me estoy preparando para una gran decepción. Todas las cosas cambiarán. Es inevitable. Puedo amar, disfrutar de la vida o apreciar las cosas como son sin perderme a mí mismo.
Lo más doloroso es perderse a uno mismo cuando las cosas cambian inevitablemente. No hay palabras para describir la pérdida de las personas cercanas a nosotros, pero también tenemos que ser fuertes para seguir adelante en tiempos de dolor.
A esta situación se la llama la “flexibilidad emocional”, la capacidad de adaptarse sin quedarse estancado. Las personas que practican el desapego son más resilientes. Siguen preocupándose, pero saben cómo dejar ir lo que no pueden controlar.
Practico el desapego de muchas maneras pequeñas. He dejado de intentar forzar resultados específicos. En lugar de obsesionarme con lo que quiero, me concentro en estar presente, hacer que las experiencias sean memorables y estar allí para la experiencia de flujo completo. Hago lo mejor que puedo, pero dejo de lado la necesidad de controlar lo que sucederá a continuación. Ninguna cantidad de control imaginario o preocupación puede cambiar a alguien o el futuro.
La ley del desapego: 1) Permítete a ti mismo y a los demás la libertad de ser quienes son. 2) No fuerces las soluciones: permite que surjan espontáneamente. 3) La incertidumbre es esencial y tu camino hacia la libertad.
El apego casi siempre se convierte en control. Hace que quieras controlar o cambiar a los demás para que se adapten a tus necesidades. Dejas de darte por completo en casi todas tus experiencias. Empiezas a temer la pérdida. Si las cosas no salen como imaginas, empiezas a entrar en pánico. El desapego me enseñó que el amor y el control no son lo mismo.
En mis relaciones, me concentro en construir una mejor relación conmigo mismo primero para poder respetar la libertad de las personas cercanas a mí. Les dejo ser quienes son sin tratar de cambiarlas para mi comodidad. El amor se vuelve más fácil de esa manera.
Estoy aprendiendo a amar libremente. A dar sin esperar. A respetar la libertad de los demás mientras protejo la mía. Amar de esta manera conecta en lugar de consumir. El desapego nos enseña a disfrutar de la vida sin necesidad de poseerla. A amar sin temer la pérdida. A vivir sin exigir garantías.
El desapego también puede significar presencia. El apego proviene de vivir en el pasado o en el futuro. Nos aferramos a recuerdos, arrepentimientos, esperanzas o miedos. El desapego te lleva de regreso al presente. Al desprenderte del "qué pasaría si", encuentras paz en "lo que es".
El ego ama el apego. Quiere estatus, posesiones y reconocimiento. Quiere ganar, tener razón y ser visto todo el tiempo. No importa lo que le des, el ego siempre querrá más. El desapego te separa de tu ego. El desapego cambia nuestro enfoque hacia el interior. Dejamos de necesitar que los demás nos completen o de buscar aprobación en todas partes. Nos enseña que no necesitamos que todo resulte exactamente como queremos para sentirnos completos. Te ayuda a superar las necesidades insaciables del ego.
El desapego no es ausencia de interés: el desapego es interés absoluto, interés tremendo, pero aún con la capacidad de no aferrarse. Disfruta el momento mientras está ahí y cuando el momento comienza a desaparecer, como todo está destinado a desaparecer, déjalo ir. Eso es desapego.
El desapego está cambiando mi vida porque me está enseñando a confiar. Confiar en la vida. Confiar en el flujo de la vida. El desapego es la liberación del sufrimiento mental innecesario. Estoy dejando ir lo que está fuera de mis manos: las acciones, elecciones, comportamientos y resultados de otras personas y el fluir de la vida. Estoy encontrando paz en eso. Nada es permanente. Ni el dolor. Ni la alegría. Ni siquiera nosotros. Y eso está bien.
Significa que puedo vivir con claridad y fortaleza. Puedo vivir desde un lugar de calma interior, paz y libertad. He hecho las paces con el dolor inevitable de la vida. La pérdida, el fracaso, el dolor y el rechazo son parte de la vida. Luchar contra ellos no los hace desaparecer. Solo amplifica el sufrimiento. El desapego no eliminará el dolor, pero cambia mi respuesta a él. Me ayuda a aceptar lo que no puedo cambiar. Y a responder mejor a la vida sin quedarme en mi cabeza y esperar un resultado imaginario.
El sutil arte del desapego no se trata de dejar ir la vida, sino de dejar ir lo que me impide convertirme en un mejor ser humano. Permanece en el mundo, actúa en el mundo, haz lo que sea necesario y, sin embargo, permanece trascendental, distante, desapegado, como una flor de loto en el estanque.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 19, 2024
Sumérgete completamente en la vida. Deja que la vida te sorprenda. Está ahí, esperando que lo veas en todas sus experiencias ordinarias y extraordinarias.
Sin asombro y asombro, la vida puede perder su entusiasmo y convertirse en un ciclo monótono. La privación del asombro hace que las personas se sientan desconectadas de los demás, sin inspiración y atrapadas en una rutina aburrida.
Hay magia en todas partes. Si aprendes a vivirla, la vida es nada menos que un milagro diario. Solo hay dos maneras de vivir tu vida. Uno es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo fuera un milagro. El asombro y los milagros de la vida tienen que ver con las cosas pequeñas. La forma en que ríe un niño es desinhibida y pura. La fuerza en la sonrisa de un extraño en la calle. La resistencia de una maleza que se abre paso a través del suelo. Cada experiencia habla de la tenacidad de la vida.
El asombro puede parecer un lujo inalcanzable para muchos, pero, con el enfoque correcto, puedes disfrutarlo a diario, sin necesidad de montaña. Pero estamos tan ocupados que damos por sentado muchas experiencias. Quedamos atrapados en el ruido. Nos volvemos insensibles al milagro de la vida porque nos concentramos en lo que no tenemos. Lo que nos falta. El trabajo que no tenemos, la relación que fracasó y el sueño que parece fuera de nuestro alcance.
Para muchas personas, la vida es una lista de verificación: una serie de metas a alcanzar: trabajo, relaciones y posesiones. Nada menos que eso es un milagro. Olvidan que incluso en su rutina diaria hay sabiduría oculta y cosas que apreciar. Incluso la simple capacidad de respirar, pensar y sentir es nada menos que un milagro.
Si bien el asombro hace que nos centremos menos en nosotros mismos, la evidencia sugiere que también nos hace sentir más conectados con otras personas, más parte de un todo mayor y algo más grande que nosotros mismos. De esta manera, crea un puente entre lo que llamo el "yo predeterminado" (nuestro impulso por hacerlo bien, alcanzar nuestras metas, protegernos, ascender de estatus) y nuestro deseo, y de hecho nuestra necesidad, de ser parte de la sociedad y ayudar. otros.
Tengo que protegerme, pero tengo que servir al colectivo; esa es una de las grandes tensiones en la identidad y en nuestra evolución. — Cómo experimentar más sorpresa. Si puedes reducir la velocidad, notarás los muchos milagros diarios que te rodean. Verás los detalles.
Piensa en todo como un regalo. Deja que la vida te sorprenda. Está ahí, esperando que lo veas en todas sus experiencias ordinarias y extraordinarias. Abre los ojos y el corazón y observa la magia que te rodea.
Sumérgete completamente en la vida.
¿Qué hace que valga la pena vivir la vida?
Ningún niño se hace esa pregunta. Para los niños la vida es evidente: si es buena o mala, no importa. Esto se debe a que los niños no ven el mundo, no observan el mundo, no contemplan el mundo, sino que están tan profundamente inmersos en el mundo que no distinguen entre él y ellos mismos.
A veces, respiro profundamente para sentir el reconfortante peso de mi aliento en mis pulmones. Es sorprendente cuánto tiempo nuestros pulmones y corazones mantienen el flujo de aire y sangre durante décadas. Ese detalle complicado pero que fácilmente se pasa por alto potencia la conciencia. Somos un milagro andante. Toma un respiro. Siente cómo el aire llena tus pulmones, un acto sencillo que tan fácilmente se olvida. Siente la vida corriendo a través de ti.
Recuerdo que alguien dijo una vez esto: “Considerando todo lo que puede salir mal en el cuerpo; cada día que vivimos y sobrevivimos es un milagro”. Cualquier cosa puede matarte, incluso tu propio cuerpo. Pero peor que eso es dejar que el miedo, la preocupación y la ansiedad acaben lentamente con tu salud, paz y alegría.
Despierta a la magia. Aprende a vivir como si todo fuera un milagro y dura toda la vida. Pero se necesita tiempo para empezar a apreciar lo que sucede a tu favor: la vida sucede a tu favor, no en tu contra. Es un cambio de perspectiva, una voluntad de estar presente con todo uno mismo, de asimilar las cosas simples, las complejidades y las experiencias temporales.
Deja tu teléfono. Da un paseo por la naturaleza. Escuche profundamente una conversación. Involucra tus sentidos, prueba nuevos alimentos y siente la presencia de un ser querido. Sumérgete completamente en las conversaciones que tienes y en las experiencias en las que te encuentras. Escucha atentamente lo que dicen los demás, no solo esperes tu turno para hablar.
Construye puentes, forja conexiones. Comparte risas, comparte lágrimas, comparte tu historia. Al dar y recibir, te conviertes en parte de algo más grande. Construye relaciones significativas con aquellos que lo inspiran y desafían. Se vulnerable y comparte tus alegrías y miedos. La verdadera conexión proviene de corazones abiertos y de la voluntad de ser vistos.
Nunca dejes de aprender. Sumérgete en nuevos temas, cuestiona tus suposiciones y explora diferentes culturas. Alimenta tu curiosidad. Explora un nuevo camino, lee un libro desafiante o conversa con un extraño. Es el combustible que mantiene mi vida en constante expansión. Estoy agradecido por las muchas fuentes de aprendizaje.
Perdónate a ti mismo, perdona a los demás. Guardar rencor es como llevar una piedra pesada al cuello. Libera la negatividad y abraza la ligereza del perdón. Te liberará para experimentar plenamente las alegrías de la vida.
No te límites a tomar, contribuye. Ofrece voluntariamente tu tiempo, tus habilidades y tu amabilidad. Al ayudar a los demás, marca la diferencia y obtiene una comprensión más profunda de sí mismo. Escribir o compartir ideas en público es una forma de retribuir.
Deja ir el miedo. Miedo al fracaso, al juicio, a lo desconocido. Nos paraliza, nos mantiene en el círculo de la seguridad, observando la vida desde la distancia. La única manera de experimentar verdaderamente la vida es sumergirse por completo en ella. Aprecia los momentos de tranquilidad tanto como la adrenalina.
Cuando te tomas el tiempo, a menudo para reflexionar sobre el milagro de la vida, el milagro de que incluso puedas leer este escrito, el don de la vista, el amor y todo lo demás, puede ayudarte a recordar que muchas de las cosas que piensas que son “cosas grandes” en realidad son solo “cosas pequeñas” que estás convirtiendo en grandes cortezas.
No te estoy pidiendo que escapes de la realidad. Sólo te estoy recordando las experiencias extraordinarias que se esconden a plena vista. Estarás agradecido si abordas tu día con una sensación de asombro. Aprender a vivir se trata de aceptarlo todo. Lo bueno, lo malo, lo bello, lo aterrador. Se trata de deshacerse de las inhibiciones que te mantienen aferrado al ajetreo.
Aprende a vivir, no sólo a existir. Conviértete en un participante activo de tu propia vida, no en un observador pasivo. No te arrepentirás.
Que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 16, 2024
El amor es un ingrediente clave en una relación saludable. Cuando estamos enamorados, es natural querer saber si nuestra pareja siente lo mismo. Después de todo, comprometerse con alguien que no te ama puede parecer una pérdida de tiempo y afecto.
Para las mujeres que han pasado por la angustia de un amor no correspondido, es comprensible que sean un poco más cautelosas en las nuevas relaciones. Realmente quieren asegurarse de que el chico del que se están enamorando esté realmente en la misma página. Por eso, muchas mujeres se preguntan: ¿Cómo sé realmente si un hombre me ama? ¿Se trata solo de que diga las palabras? ¿Qué pasa con los regalos que da o los momentos divertidos que pasamos juntos? Claro, esas cosas son agradables, pero no siempre significan que esté genuinamente enamorado.
Desafortunadamente, algunos hombres crean esta ilusión de amor con grandes gestos o palabras dulces, dejando a las mujeres confundidas y engañadas cuando se dan cuenta de que no era real en absoluto. Es de mi concepto personal que hasta que un hombre no haga las siguientes cosas, nunca asumas que te ama:
1. Se asegurará de que estés bien.
Cuando un hombre está realmente enamorado, hace todo lo posible para asegurarse de que estés feliz y cuidada. Si necesitas algo, él dará un paso adelante y hará lo que sea necesario para proporcionártelo. Está en su naturaleza querer apoyarte.
He visto hombres trabajando duro en la construcción, sudando todo el día, pero al final de sus turnos, muchos están más que dispuestos a compartir una buena parte de sus ganancias con sus parejas. Así es como demuestran amor. Si a un hombre no le importan tus necesidades, especialmente cuando podría ayudar fácilmente, es una clara señal de que no está tan interesado en ti.
2. Te acepta
A menudo veo mujeres que se sienten presionadas a cambiar todo sobre sí mismas para adaptarse a lo que su pareja quiere. Puede que digan que a su hombre no le gusta su aspecto natural, por lo que empiezan a buscar un cutis o una forma corporal diferente.
¿Está bien hacer algunos cambios positivos para tu pareja? ¡Por supuesto! Pero se complica cuando esos cambios significan perder quién eres realmente. Esperar que alguien cambie drásticamente su cuerpo o abandone una carrera que ama solo para mantener una relación es simplemente injusto. No deberías tener que cambiar todo sobre ti para conservar a un hombre. Si realmente te ama, te aceptará como eres y apoyará tus sueños.
3. Se preocupa por tus sentimientos
Un hombre cariñoso no seguirá haciendo cosas que te lastimen; en cambio, hará todo lo posible para que te sientas segura y valorada. Por ejemplo, si va a llegar tarde, te hará saber dónde está y por qué.
No coqueteará con otras mujeres frente a ti como si tus sentimientos no importaran. Y si se da cuenta de que ha hecho algo mal, se disculpará, porque el amor significa reconocer tus errores.
Un buen compañero respetará tus límites. Si hay un tema que te incomoda, se mantendrá alejado de él por respeto. Cuando te sientas deprimida, se tomará el tiempo para escucharte y consultarte, tal vez diciendo: "Veo que estás molesta. ¿Quieres hablar de eso?" Así es como sabes que realmente se preocupa por tu bienestar emocional.
Además, te sorprenderá con pequeñas cosas que te hagan sonreír, como tu plato favorito o planificar una cita que hayas mencionado que quieres probar. Esos gestos considerados muestran que está realmente interesado en tu felicidad.
4. Está orgulloso de ti
Cuando un hombre te ama de verdad, se nota: no es tímido al respecto. Compartirá con orgullo con sus amigos cuánto te valora y querrá que todos en su vida sepan lo especial que eres. Los hombres a menudo se enorgullecen de sus logros y, si te ve como uno de ellos, no ocultará su relación.
Si se siente incómodo al invitarte a salir en público o no te presenta a sus amigos y familiares, eso es una señal de alerta. Podría significar que no está completamente involucrado o que está ocultando algo. Un hombre que te ama querrá celebrarte, no mantenerte en secreto.
5. Te respetará
El respeto es uno de los indicadores más fuertes del amor. Si un hombre no te respeta, no te ama de verdad, así de simple. Mereces a alguien que te eleve, no a alguien que te critique o menosprecie constantemente.
Si te menosprecia con frecuencia, intenta controlar cada aspecto de tu vida o te hace sentir pequeña, esas son señales de manipulación, no de amor. El amor genuino significa valorar tus opiniones, apoyar tus sueños y tratarte como una pareja igualitaria.
6. Se siente inspirado para cambiar
Sabes, si un chico tiene algunos hábitos con los que sabe que no te sientes cómoda, su amor por ti puede motivarlo realmente a comenzar a cambiar esos comportamientos. No se trata solo de hacerte feliz; El amor verdadero fomenta el crecimiento personal y el cambio positivo. Cuando un hombre te ama de verdad y valora lo que tienen juntos, es probable que quiera mejorar, no solo por ti, sino también por la fortaleza de la relación.
Por otro lado, si un hombre tiene hábitos con los que sabe que no te sientes cómoda pero no está dispuesta a cambiar, puede ser una señal de alerta. El amor debe venir acompañado de la voluntad de crecer y adaptarse. Si no se esfuerza por abordar esos comportamientos, podría indicar que no valora del todo la relación ni tus sentimientos. Si bien todos tenemos defectos, es importante que ambos miembros de la pareja se comprometan a mejorar y a crear una relación sana y solidaria.
7. Muestra coherencia
La coherencia es clave en el amor. Un hombre que se toma en serio tu relación demostrará sus sentimientos a través de acciones confiables. No solo será dulce un día y distante al siguiente. En cambio, será una presencia constante en tu vida, apareciendo cuando dice que lo hará y cumpliendo sus compromisos.
Si su comportamiento es impredecible o si a menudo hace promesas que no cumple, puede generar inseguridad en la relación. El amor verdadero se caracteriza por la fiabilidad y un deseo genuino de construir un futuro juntos.
8. Él prioriza su relación
Una mujer siempre puede saber si un hombre la ama por la cantidad de tiempo que está dispuesto a invertir. El dinero gastado no tiene importancia, pero el tiempo invertido no tiene precio.
Cuando un hombre te ama, hará de tu relación una prioridad en su vida. Esto no significa sacrificar todo por el otro, pero sí significa encontrar un equilibrio. Invertirá tiempo y energía en nutrir su conexión, ya sea a través de citas nocturnas regulares, mensajes de texto reflexivos durante el día o haciendo planes para el futuro.
Por otro lado, cuando un hombre no te ama, puede tratar su relación como una ocurrencia de último momento. En lugar de priorizar el tiempo juntos, puede cancelar planes con frecuencia o estar demasiado distraído por otros compromisos como para hacer un esfuerzo. Puede que te encuentres esperando sus mensajes de texto o preguntándote si siquiera recuerda las fechas importantes.
En conclusión:
Al determinar si un hombre realmente te ama, mira más allá de la superficie. No se trata solo de palabras dulces o grandes gestos; Se trata de las acciones constantes que demuestran su compromiso y cuidado. Cada punto discutido sirve como recordatorio de que el amor debe sentirse seguro, edificante y recíproco. Un hombre que te ama lo demostrará a través de sus acciones, ya sea asegurando tu felicidad, aceptándote como eres o priorizando tu relación. Él participará en una comunicación abierta, respetará tus límites y celebrará tus logros, todo mientras te inspira a crecer.
Nunca te conformes con menos de lo que mereces. Si él no demuestra estas cualidades, es esencial reconocer las señales y proteger tu corazón. Recuerda, el amor no se trata solo de encontrar a alguien que diga las cosas correctas; se trata de estar con alguien que realmente demuestre que le importas.
Por lo tanto, confía en tus instintos, valórate y espera un amor que cumpla con estas expectativas. Porque hasta que un hombre no haga estas cosas por ti, nunca asumas que te ama.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
*Guarde estas palabras en tu mente y si quieres comparte con alguien. *
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 16, 2024
Temer a la incertidumbre es natural. Preocuparse por cosas que no puedes controlar es humano. Pero cuando la preocupación se apodera de tu vida, vale la pena respaldar el control. Por eso practico lo que llamo la “técnica de la auditoría”, para evitar que la preocupación se apodere de mi vida. Cuestiono su propósito. Cuestiono su importancia para mi presente o futuro. Decido qué se queda y qué se va. No quiero pensar que todo lo que da vueltas en mi cabeza es la realidad. Vivir preocupado es vivir en contra de la realidad. La preocupación parece urgente, pero rara vez lo es. Mi mente inventa los peores escenarios.
Nuestra mente trata cada preocupación como una crisis. Pero la mayoría de las preocupaciones son ruido. Nos distraen de lo que realmente importa. La auditoría aquieta ese ruido. La auditoría significa que descompongo las preocupaciones para llegar a la verdad. Las examino, las cuestiono y dejo ir las que no me sirven. En realidad, es una técnica sencilla. Hago un balance de mis ansiedades, miedos y situaciones hipotéticas. Los examino detenidamente para averiguar por qué mi mente no me deja ir. Hago preguntas para clasificarlas. Separo las preocupaciones en “reales”, “miedo”, “falsa realidad”, “que puedo controlar” y “que no puedo controlar”.
Me ayuda a centrarme en lo que puedo controlar: mis pensamientos, acciones, reacciones y respuestas a los acontecimientos. Y me permite vivir en el presente, en lugar de en el pasado o el futuro. Las preocupaciones sin control pueden ser tóxicas. Pueden envenenar nuestros pensamientos, nuestros estados de ánimo, nuestra vida entera. Pueden paralizarnos, impidiéndonos tomar riesgos y vivir nuestras vidas. No todas las preocupaciones merecen mi energía mental.
Al auditar mis preocupaciones, gano perspectiva. Hoy escapé de la ansiedad. O no, la descarté, porque estaba dentro de mí, en mis propias percepciones; no fuera. La preocupación ama la vaguedad. Se alimenta de lo desconocido. Hace que los pequeños problemas parezcan enormes. Separarlos es como sé qué es vago o miedo. Soy específico. “Me preocupa fracasar” no me aporta nada. Así que pregunto “¿Cómo se ve el fracaso para mí?”.
Nombrar el miedo me ayuda a concentrarme en lo que puedo hacer para recuperar su poder. Evito que se convierta en una nube abrumadora. De esa manera, se convierte en un problema para resolver, o un problema para liberar.
Algunas preocupaciones son legítimas. Pero incluso entonces, me pregunto: “¿Qué acción puedo tomar?”. La preocupación sin acción es inútil. Si puedo hacer algo, lo hago. Si no, lo dejo ir. Soltar es difícil, pero es necesario. Aferrarse no resuelve el problema; solo drena mi energía.
La auditoría de las preocupaciones también me muestra patrones. Algunas preocupaciones se repiten. Son solo hábitos, no señales de peligro real. Muchas tienen las mismas fuentes: miedo al fracaso, miedo a la pérdida, miedo al futuro. Estos son miedos universales. Todos los tenemos.
Pero reconocer el patrón los hace menos personales. De esa manera, me elevo por encima del ruido o lo supero. Los psicólogos descubrieron que el 85% de las cosas que nos preocupan nunca suceden. Pero nuestras mentes reproducen estos miedos como si fueran nuevos. El seguimiento de las preocupaciones es mi forma de exponer estos bucles. Utilizo afirmaciones mentales como: "Te preocupaste por esto antes y resultó bien".
También compruebo cómo la preocupación encaja en mis valores. Algunas preocupaciones importan. Me recuerdan lo que me importa. Si me preocupo por mis relaciones, sé que las personas en mi vida me importan. Si me preocupo por la salud, veo que valoro mi bienestar. Pero no dejo que la preocupación se apodere de mí. Hay un límite. Cambio rápidamente a soluciones para lo que me preocupa. Utilizo las preocupaciones como una señal para centrarme, pero no para entrar en pánico. El hombre no se preocupa tanto por los problemas reales como por sus ansiedades imaginarias sobre los problemas reales.
La preocupación necesita límites. Le doy espacio, pero no dejo que se propague. Establezco un tiempo para pensar en las preocupaciones, como un encuentro con mi mente. Fuera de ese tiempo, me repito a mí mismo: “Ahora no”. Programar un tiempo para preocuparme ayuda a reducir la ansiedad. Le muestra a tu cerebro que eres tú quien está a cargo, no el miedo. A veces, también utilizo las preocupaciones para mejorar mi autoconciencia.
Las preocupaciones pueden ser mensajeras. A menudo, señalan creencias establecidas que pueden no ser útiles para nosotros. Si me preocupa el juicio, utilizo preguntas como: ¿Por qué temo esto? ¿Qué se esconde detrás del miedo? ¿Es duda sobre mí misma? Nombrar estas creencias me ayuda a desafiarlas. Auditar mis preocupaciones en mi cabeza o en el papel me enseña que la mayoría de las preocupaciones no merecen mi atención. Las reconozco, pero no me apego a ellas. Me concentro en lo que puedo controlar. Dejo ir el resto.
Auditar las preocupaciones las transforma. Convierte el miedo en claridad. Me enseña a escuchar, no a obedecer. La preocupación ya no me posee. Yo la poseo. Y en ese cambio, recupero el control. Elijo la claridad en lugar del caos. Decido qué importa y qué no. Y en esa elección encuentro paz mental.
Hubo muchas cosas terribles en mi vida y la mayoría de ellas nunca sucedieron.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 16, 2024
En general, las personas tienen miedo de los cambios, esas cosas que afectan su existencia de manera negativa. La pregunta que surge entonces es cómo sacarse el miedo al cambio.
Primero hay que entender que la vida tiene altas y bajas, ciclos buenos y malos, y nadie puede estar yendo siempre hacia arriba simplemente porque es imposible. Aún la gente que más admiramos experimenta las bajas que nos da la vida, nadie puede evitarlas.
Sin embargo, lo más importante no es saber cómo evitar los cambios, los miedos y las malas experiencias sino cómo aprender de ellas. No debes dejar que los problemas te sobrepasen, sino que tienes que saber usarlos en tu favor.
No hay duda que los problemas nos afectan, lo que es completamente normal, debido al hecho que tenemos sentimientos, pero cada momento difícil de nuestra vida debería hacernos más fuertes. Los especialistas sugieren que siempre debemos analizar y meditar sobre esas situaciones malas que tuviste en el curso de tu vida. Trata de aprender de tus errores porque ellos te ayudarán a estar preparado para los cambios o las situaciones poco placenteras que se presenten en el futuro.
Hay muchas creencias antiguas que consideran que cada episodio de nuestra vida sucede por una razón predeterminada. También piensan que la vida de alguna manera nos prepara para los eventos por venir así que si nos enfocamos con atención en nuestras experiencias previas comprenderemos muchas cosas del presente.
Igual, también es verdad que lo inesperado puede pasar en cualquier momento. Deberías tener en mente que un cambio no siempre es para peor y consecuentemente nunca debes desaprovechar una oportunidad sólo porque le tienes miedo al riesgo. Recuerda que, de tiempo en tiempo, algo tiene que pasar para liberarte de la monotonía así que no debería sorprenderte si, en cierto momento, en vez de tener miedo del cambio, lo deseas con todo tu corazón.
Si te resulta difícil darte cuenta qué significa determinado cambio en tu vida, trata de pensar sólo en los impactos positivos que tendrán lugar después del cambio. Fíjate cuán importantes son y medita sobre cómo multiplicarlos, agregando otros aspectos positivos que necesiten ayuda de tu parte.
Siempre es bueno hacer de cuenta que otra persona está en tu situación ya que vernos a nosotros mismos en una posición más desfavorable siempre parece más dramático de lo que es. Si te das cuenta que la otra persona puede manejar el cambio y encontrar soluciones, seguro que tú también puedes hacerlo. Puedes estar seguro de eso.
Imagina la peor situación que puede resultar luego del cambio. Ahora trata de encontrarle varias soluciones. Medita sobre cuánto puedes perder si pasara lo peor y cuán importantes son esas cosas para ti. Si encuentras más de una solución razonable, quiere decir que el cambio no puede ser más fuerte que tú.
El cambio es una parte importante de la vida. Es inevitable. Aún los más drásticos son oportunidades para conocernos y comprobar que siempre podemos llegar más lejos.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 16, 2024
Honestamente, nos sucede a todos nosotros gradualmente a medida que crecemos. Descubrimos más sobre quiénes somos y lo que queremos, y luego nos damos cuenta de que hay cambios que debemos hacer. El estilo de vida que hemos estado viviendo ya no se ajusta. Las personas con las que hemos estado pasando tiempo ya no ven las cosas de la manera en que lo hacemos. Así que apreciamos todos los grandes recuerdos, pero nos encontramos avanzando a nuevos capítulos en nuestras historias.
Estoy seguro de que ya tienes algunas razones en mente, pero aquí hay cinco razones más por las que es hora de pasar la página y avanzar ...
1. Has estado trabajando incansablemente tratando de controlar lo incontrolable. - ¿Qué pasaría si, en lugar de presionar tanto para que la vida sucediera, decidiste soltar un poco y permitir que te suceda la vida? ¿Qué pasaría si, en lugar de tratar de tener siempre el control, a veces le cedieras el control a algo más grande que tú? ¿Qué pasaría si, en lugar de trabajar tan duro para descubrir la última respuesta, te permitieras ser guiado a la solución en el momento perfecto?
2. El pasado nunca cambia. - Puedes pasar horas, días, semanas, meses o incluso años sentados solos en una habitación oscura, analizando en exceso una situación del pasado, tratando de juntar las piezas y justificando lo que pudo haber sucedido. O puedes dejar las piezas en la oscuridad y salir por la puerta de entrada a la luz del sol para tomar un poco de aire fresco.
3. Aferrarse al dolor es auto abuso. - Tu pasado te ha dado la fortaleza y la sabiduría que tienes hoy, así que festeja. No dejes que te persiga. Repetir una memoria dolorosa una y otra vez en tu cabeza es una forma de auto abuso. Los pensamientos tóxicos crean una vida tóxica. Has las paces contigo mismo y con tu pasado. Cuando sanas tus pensamientos, sanas la salud de tu felicidad. Así que deja de concentrarte en viejos problemas y cosas que no quieres en tu futuro. Cuanto más piensas en ellos, más atraes lo que temes a tus experiencias cotidianas: te conviertes en tu peor enemigo.
4. Avanzar crea un cambio positivo. - Puedes culpar a todos los demás y pensar: "¡Pobre de mí! ¿Por qué todas estas cosas malas siguen sucediéndome? "Pero lo único que todos los escenarios tienen en común eres TU. Y esta es una buena noticia, porque significa que TÚ solo tienes el poder de cambiar las cosas o cambiar la forma en que piensas sobre las cosas. Hay algo muy poderoso y liberador sobre rendirse para cambiar y abrazarlo: aquí reside el crecimiento personal y la evolución.
5. Nuevas oportunidades están esperándote. - Nadie pasa por la vida sin perder a alguien que ama, algo que necesita, o algo que pensaba que debía ser. Pero son estas pérdidas las que nos fortalecen y eventualmente nos mueven hacia oportunidades futuras. Abrasa estas oportunidades. Ingresa a nuevas relaciones y situaciones nuevas, sabiendo que te estás aventurando en un territorio desconocido.
Prepárate para aprender, prepárate para un desafío y prepárate para experimentar algo o conocer a alguien que pueda cambiar tu vida para siempre.
Y, por supuesto, si estás luchando con alguno de estos puntos, debes saber que no estás sola o solo. Muchos de nosotros estamos allí contigo, trabajando duro para sentirnos mejor, pensar con más claridad y vivir una vida libre de dolores de cabeza y dolores del corazón.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 14, 2024
La mediana edad es difícil, pero el paso de los 45 a los 65 años no es una crisis. La gente habla de la mediana edad como si fuera un colapso repentino, una crisis. Yo la considero más como un realineamiento o una reorientación. Me estuve alineando con mis valores, mi yo interior y mi verdadero norte: fue un tiempo de calidad para reevaluar mi vida. No lo llamaría crisis, porque si lo haces bien, experimentarás mucho más en el camino de la “mediana edad”. Algo significativo sucede si puedes inclinar la mediana edad a tu favor.
Por la experiencia de haber ya pasado, creo que la vida realmente comienza a los 50. Hasta entonces, solo estás investigando. Pensaba que los primeros 45 años (la primera mitad de la vida) eran un período de “preparación” para nuestro propio desarrollo. Recopilamos datos, aprendemos sobre el mundo y descubrimos quiénes somos. Pero el verdadero trabajo de vivir la vida en nuestros propios términos, comienza más tarde.
En nuestra juventud, absorbemos todo: ideas, valores, creencias. Tratamos de darle sentido a la vida, pero aún no tenemos el control total sobre nuestra propia historia. Probamos diferentes roles, explorando quiénes podríamos ser. Es experimental. Aprendemos de los fracasos, los errores y los desafíos. Lo llamo la “primera mitad de la vida”, un proceso de establecimiento de la identidad, o la construcción de un “sentido del yo”.
Implica grandes preguntas como “¿Quién soy?” y “¿A dónde pertenezco?” Buscamos estabilidad, construimos carreras, relaciones, familias. Pero esto aún no es todo el panorama. No sabemos del todo qué nos impulsa, cuál es nuestro propósito. Todavía estamos sentando las bases para el “yo”. Pero cuando llegamos a los 45, comienza un cambio importante. Las prioridades cambian. Lo llamo la “individuación”, que significa que nos volvemos completos. Integramos todas las partes de nosotros mismos: nuestras esperanzas, sueños, miedos y heridas. Es como combinar todas las lecciones que hemos aprendido hasta esa edad y usarlas para guiar nuestro propio camino. Ganamos sabiduría y claridad.
Ya no buscamos simplemente encajar. Queremos realizar nuestro yo en evolución. “El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman. Los estudios en psicología del desarrollo muestran que las personas mayores de 45 años experimentan una nueva profundidad de autoconciencia. Los neurocientíficos descubren que los centros emocionales del cerebro se equilibran con el tiempo. Dejamos de reaccionar a la vida. Empezamos a actuar desde un lugar de elección. Es como si la mente ganara un tipo de libertad que no tenía antes.
En la juventud, dependemos del mundo exterior para recibir orientación. Nos importa lo que piensen los demás. A los 45, empezamos a mirar hacia dentro. Nos preguntamos: “¿Qué es lo que realmente quiero?”. Nos volvemos menos influenciados por las expectativas externas. La vida comienza porque finalmente empezamos a vivir en nuestros propios términos, vi esto como esencial para la verdadera felicidad porque debemos enfrentarnos a nuestras sombras, nuestros miedos ocultos, inseguridades y deseos reprimidos. Solo al reconocerlos nos volvemos completos. Algunos podrían llamar a esto una “crisis de la mediana edad”, pero yo lo llamó un “despertar de la mediana edad”. Lo vi como un punto de inflexión.
En esta etapa, la vida pasa de hacer a ser. Ya no se trata de demostrar lo que valemos, sino de ser nosotros mismos. Comenzamos a centrarnos en las cosas que tienen significado y nos satisfacen, en lugar de las cosas que impresionan a los demás. El poder de esta comprensión no se puede exagerar.
Hasta llegar a los 45, acumulamos conocimiento, habilidades y experiencias. Pero después de los 45, los usamos para vivir vidas auténticas. En esta etapa, la vida se convierte en algo más que un cambio de carrera o un nuevo pasatiempo. Es una transformación interna. Comenzamos a tomar decisiones basadas en quiénes somos, no en quién nos dijeron que fuéramos.
La vida se siente más real, más nuestra. Los cambios internos también traen una especie de paz. Los investigadores encuentran que las personas mayores de 45 años a menudo informan una mayor satisfacción con la vida. Se sienten más conectados, menos impulsados por la ambición y la competencia, y se aceptan más plenamente. La aceptación se convierte en una nueva libertad. A esta altura, sabemos lo que nos importa y dejamos ir el resto.
El “ruido” de la juventud se vuelve irrelevante. Empezamos a escuchar nuestra voz interior. Creo que afrontar la mediana edad de forma consciente es esencial. Si la evitamos, corremos el riesgo de volvernos rígidos, amargados o resentidos. La vida se vuelve superficial. Pero si asumimos el nuevo comienzo, crecemos de maneras que la juventud nunca podrá satisfacer.
Después de los 45, empezamos a construir. Dejamos de “investigar” la vida y empezamos a diseñarla. Cada experiencia hasta ahora se convierte en una herramienta. Los errores se convierten en lecciones. Los fracasos en sabiduría. La vida empieza a los 45 porque es el punto en el que finalmente pude ver el panorama completo. Ya no sentía que estaba siguiendo el camino de otra persona.
La gente puede llamar a lo que sucede en la mediana edad ‘una crisis’, pero no lo es. Es un desenlace, un momento en el que sientes un impulso desesperado por vivir la vida que quieres vivir, no la que ‘se supone’ que debes vivir. El desenlace es un momento en el que el universo te desafía a dejar de lado quién crees que se supone que debes ser y a aceptar quién eres.
La mediana edad no es un momento para la desesperación; es un momento de la verdad: tu verdad, lo llamo un “desenlace”, un momento para abrirse. Un desenlace revela lo que pensé que “se suponía” que debía ser. Me hacía cuestionar cada rol, cada elección y cada etiqueta que he adoptado. En ese punto, sentía un impulso, una urgencia innegable, de vivir la vida que realmente queria, no la vida que se espera de mí.
La mediana edad te hace enfrentar tu propia mortalidad. El sentido de urgencia te empuja a alinearte con tu verdadero yo: un proceso de clarificación, no una crisis. Te das cuenta de que estás aquí para vivir una vida específica: tu vida, no la idea de una buena vida que tiene otra persona. Comienzas a vivir según tus propias verdades, no según las expectativas que te dieron en tu juventud.
Creo que la verdadera libertad para vivir comienza cuando rechazas la “mala fe”, es decir, vivir según lo que los demás esperan en lugar de lo que realmente crees. En la mediana edad, sentirás la presión de tomar esa decisión: conformarte o vivir libremente como tú mismo. La integración te empuja a enfrentar el miedo. El miedo al juicio, al fracaso, al rechazo.
Es incómodo. Incluso puede parecer una pérdida. Puedes perder viejas amistades, renunciar a ambiciones que tenías desde hace mucho tiempo o dar marcha atrás en compromisos que ya no te sirven. Pero a través de la incomodidad, aprendes a tener coraje. En la mediana edad, el impulso se intensifica. Te vuelves hacia tu interior para encontrar lo que te brinda alegría, significado y propósito. Algunos llaman al proceso de la mediana edad un renacimiento: una etapa de reinicio hacia lo que te importa. Dejas de intentar ser todo para todos.
Empiezas a concentrarte en lo que te llena, este período nos permite pasar del “ego” al “yo”. Dejas de vivir por objetivos superficiales y comienzas a conectar con el significado y el propósito, veía la mediana edad como un paso hacia la plenitud, un momento para integrar todas las partes de ti mismo: la luz y la oscuridad, los éxitos y los fracasos.
No estaba abandonando responsabilidades: sino encontrando significado en ellas. Eliges lo que conservas y lo que liberas. Comienzas a construir una vida basada en la intención en lugar de la inercia. Cada elección se convierte en una forma de expresar en quién te estás convirtiendo. Un desmoronamiento no es un colapso, es un gran avance. Es un proceso de dejar ir tu antiguo yo, viejas historias y viejas creencias. Haces espacio para una verdadera identidad que se alinea con quién eres realmente. Es un paso hacia una vida que se siente real. En cierto modo, la mediana edad es un regalo. Una oportunidad para redefinir el éxito, el amor y la felicidad.
A los 45 encontré claridad, propósito y profundidad. No viví como una imagen, sino como una persona completa e integrada. Lo más aterrador es aceptarse a uno mismo por completo. Es por eso que la mediana edad puede descarrilar rápidamente y convertirse en una crisis. Pero tú sabes que no es así. La gente puede llamarla crisis, pero no entienden el punto. Si se hace bien, la mediana edad es un punto de inflexión para la libertad interior.
A la mediana edad no te estás desmoronando; te estás permitiendo finalmente recomponerte. Es un proceso de volver a ti mismo, a la vida que estabas destinado a vivir.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 13, 2024
Mis batallas más duras son internas, privadas e invisibles para todos los demás. Son batallas con mi propia mente, mi pasado y mis heridas. Las llevo a todas partes. Mi mente es un lugar interno donde me enfrento a mis dudas, miedos y remordimientos.
La inseguridad es un producto de mis pensamientos. La preocupación no proviene de los acontecimientos, sino de cómo proceso las experiencias. Mis batallas internas son sobre quién soy, qué temo y qué quiero superar. Son batallas de pensamiento, emoción e identidad. Se repiten una y otra vez en mi mente. La batalla interna —contra nuestra mente, nuestras heridas y los residuos del pasado— es más terrible que la batalla externa. La mente puede ser mi mayor aliado o mi peor enemigo.
El miedo nos muestra una realidad completamente diferente. Miedo al fracaso. Miedo al rechazo. Miedo a la incertidumbre. Estos miedos no necesitan una razón lógica para existir; Simplemente lo hacen. Nos alejan de oportunidades, relaciones y crecimiento. Nos dicen que nos mantengamos a salvo, que nos quedemos pequeños.
Enfrentar el miedo requiere coraje para actuar a pesar de él. Es como saltar de un acantilado con la esperanza de poder soportar la caída. A la mente no le gusta eso. Por eso lucha para mantenerte alejado de todo lo que te resulte incómodo. Y, a menudo, somos los únicos que podemos ayudarnos a superarlo.
Nadie puede traerte paz, excepto tú mismo. Nadie puede luchar nuestras batallas internas por nosotros. Nadie entiende completamente lo que exigen de nosotros. Podemos obtener ayuda. Pero tenemos que hacer nuestra parte. Enfrentarlas es cómo nos volvemos más fuertes. Aprendemos más sobre quiénes somos y de qué somos capaces.
Cada batalla interna nos acerca a una mejor versión de nosotros mismos. Y eso, en sí mismo, vale cada lucha. Las batallas internas son difíciles. Involucran partes de nosotros que no siempre podemos ver o entender. Pero afectan a cada parte de nuestras vidas. Enfrentarnos a nosotros mismos es aterrador, por eso la mayoría de las personas no hablan de ellas. Las batallas internas son duras, pero los recuerdos, los deseos, los remordimientos y los miedos no desaparecerán hasta que aprendas a comprenderlos y, lo más importante, a superarlos. Ignorarlos no funciona.
Aparecerán en momentos de duda o vulnerabilidad y te recordarán tus defectos, fracasos y miedos. Los pensamientos, las dudas y las preocupaciones no se apagan. Se quedan con nosotros, nos siguen a donde quiera que vayamos. Por eso nos consumen tanto. No podemos escapar de ellos. Pero sí podemos superarlos. Tu mente es un campo de batalla y la batalla por tu vida siempre se gana o se pierde en tu mente.
Las batallas mentales no son nuevas. Los pensadores antiguos escribieron sobre el “yo” y sus luchas. Los filósofos griegos creían que conocerse a uno mismo era la clave para superarlos. Pero conocerse a uno mismo lleva tiempo. Nuestras mentes se resisten a mirar hacia dentro. Lo evitamos por miedo a lo que podamos encontrar. Lo llamo a este proceso “trabajo con la sombra”. Creo que cada uno de nosotros tiene una “sombra”, la parte de nosotros que ocultamos: inseguridades, miedos y deseos reprimidos. La sombra es una fuerza poderosa. Cuanto más la ignoramos, más nos controla, incluso sin que nos demos cuenta.
Las batallas internas pueden ser heridas del pasado. Cada experiencia deja un recuerdo. El dolor de la infancia, las amistades perdidas, los fracasos, todo se convierte en parte de nuestra psique. Forman los “residuos del pasado”. Pero los residuos influyen en nuestros pensamientos y sentimientos. Crean desencadenantes y reacciones emocionales que no entendemos del todo.
Puedo reaccionar exageradamente a un pequeño problema. O sentir una tristeza o ira intensa sin una razón clara. Estas reacciones son de viejas heridas que no he resuelto. La culpa o la vergüenza son todas batallas internas. A veces, nos castigamos mentalmente por cosas que ya pasaron hace mucho tiempo. No podemos cambiar el pasado. Pero lo revivimos como si estuviéramos atrapados.
La depresión también es una batalla interna. No es solo tristeza. Es una lucha con el significado, con la motivación, con la autoestima. La depresión se siente como un vacío, un peso en el espíritu. Las personas que la enfrentan están luchando contra sí mismas. Luchan por encontrar esperanza y propósito cuando todo se siente sombrío y vacío. Es una guerra interna brutal, a menudo invisible para quienes los rodean.
Las batallas internas se convierten en un bucle mental. Drenan energía, lo que dificulta seguir adelante. La ansiedad es parte de esta guerra interna. La ansiedad no es una reacción a las amenazas externas. Es una batalla contra las amenazas imaginarias. Es la mente que prevé el miedo, creando problemas que aún no existen. La ansiedad crea una lente mental de peligro e incertidumbre. Comenzamos a desconfiar de la vida, de nosotros mismos y de los demás. Te hace sentir solo. Eres solo tú y tus pensamientos.
Necesitas fuerza mental para enfrentarte a ti mismo. Necesitamos el coraje de cuestionar, sanar y dejar ir. Las batallas internas son invisibles, por lo que las personas las ocultan. No quieren hablar de ellas. Pero se vuelve más difícil. Las batallas internas no terminan. Cambian, evolucionan, pero no desaparecen. Podemos superar un miedo y luego enfrentarnos a otro. Podemos silenciar a un crítico interno y luego descubrir una duda diferente sobre nosotros mismos.
Podemos sentir que todo el mundo nos está juzgando o que un fracaso define toda nuestra vida. Estos pensamientos distorsionan la realidad y hacen que la vida parezca imposible. La mente crea una versión de la realidad que es más dura que la verdad. Nuestras mentes crean bucles de pensamientos negativos.
Pensamos demasiado, reproduciendo los mismos pensamientos una y otra vez. Analizamos cada detalle, cada decisión, dudando de nosotros mismos en ciclos. La rumia es agotadora. Es mentalmente agotadora. Las personas que rumian tienden a tener niveles más altos de ansiedad y depresión. Pensar demasiado se convierte en su propia trampa, una de la que solo nosotros podemos liberarnos. Aprender a reconocer estas distorsiones es parte de la lucha.
Puedes entrenarte para cuestionar tus pensamientos, para ver más allá de las ilusiones que crea la mente. Puedes construir una relación diferente con los desafíos mentales. El crecimiento no significa la ausencia de lucha. Significa aprender a vivir tu mejor vida a pesar de nuestras guerras mentales.
Enfrentar tus miedos y dudas más oscuros te hace más fuerte y más consciente de ti mismo. La lucha es dolorosa, pero puede cambiarte y ayudarte a encontrarte a ti mismo de nuevo. Presenciar u observar nuestras batallas internas tiene que ver con la autoaceptación. Se trata de aprender a vivir con nuestras imperfecciones. No tenemos que silenciar todos los miedos o dudas. Solo tenemos que seguir adelante, a pesar de ellos. Ese es el verdadero coraje: no la ausencia de miedo, sino la decisión de seguir adelante. Nos volvemos más fuertes al enfrentarnos a lo que está dentro. Tenemos que enfrentarnos a lo que tememos. Debemos examinar nuestro pasado, enfrentar nuestro dolor y cuestionar nuestras creencias.
El proceso no es simple. No tiene un final claro. Pero es esencial si queremos la paz interior. El coraje de mirar hacia adentro trae crecimiento. Comenzamos a comprendernos a nosotros mismos de maneras que nos transforman. En cierto modo, nuestras batallas más duras nos enseñan quiénes somos. Nos obligan a mirar hacia dentro, a enfrentarnos a nuestras sombras. Nos abren, pero también nos ayudan a crecer. Puede que no siempre ganemos estas batallas, pero al luchar contra ellas, nos transformamos. Y en esa transformación, encontramos nuestra fuerza.
El auto perdón también puede cambiar tu relación con la guerra interna. Muchas batallas internas surgen de aferrarnos a los errores del pasado. Los repetimos, nos criticamos a nosotros mismos y nos sentimos indignos. La autoculpa nos lleva por un camino oscuro. Pero el perdón es nuestro camino de regreso a la luz. Nos permite reconocer nuestros defectos sin dejar que nos definan. Perdonarnos a nosotros mismos es un acto de autocompasión. Cometí errores, pero soy más que mi pasado. Así es como elijo seguir adelante.
Perdónate por no estar en paz. En el momento en que aceptas por completo tu falta de paz, tu falta de paz se transmuta en paz. Cualquier cosa que aceptes por completo te llevará allí, te llevará a la paz.
La vida en sí misma sigue siendo un terapeuta muy eficaz.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 10, 2024
Pienso en cada mañana, que me despierto, y me recuerdo a mí mismo esa simple verdad para apreciar más la vida que es un “privilegio precioso”. Comprendo que estar vivo es más que simplemente existir. La vida es absurda y hermosa a la vez. Cada mañana, abro los ojos a ese misterio.
Cuando te levantes por la mañana, piensa en el preciado privilegio que es estar vivo: respirar, pensar, disfrutar, y amar. El simple acto de despertar es un milagro. Es algo que hago todos los días sin pensar. Mi cuerpo, mi mente y mi respiración se alinean para otro día. Cada uno de ellos es frágil. El corazón late sin mi control, los pulmones se expanden sin que yo se lo pida.
Estoy vivo porque mi cuerpo realiza un milagro cada segundo. Esto es como un recordatorio de humildad. Controlo muy poco, pero aquí estoy, sostenida por fuerzas mucho más grandes que yo.
Respiro, pienso, siento, amo. Son pequeños milagros que damos por sentados. Imagínate la alternativa: no respirar, no pensar, no experimentar amor ni alegría. Esa podría ser la realidad cualquier día. Sin embargo, hoy vivo. Respiro oxígeno, llenando mis pulmones con algo invisible pero esencial. La respiración me conecta con la vida.
En algunas culturas, la respiración simboliza el espíritu, también la ven como una fuente de energía. Al respirar, me conecto con esa fuente. Es la vida misma, que entra y sale de mi cuerpo con cada respiración.
Luego está la mente. Este don del pensamiento es a la vez una responsabilidad y un privilegio. Con el pensamiento, creo mi perspectiva de la vida. Cómo veo el mundo define cómo vivo en él. Mis pensamientos se convierten en mi realidad. Mi capacidad de pensar es la base de lo que soy. A través del pensamiento, experimento alegría, tristeza, curiosidad y asombro. Ese proceso crea una vida interior compleja. Sin el pensamiento, estaría vivo, pero no viviría verdaderamente.
El disfrute puede significar cualquier cosa, pero incluso los placeres más pequeños importan. Mis favoritos son escribir, además el tiempo de calidad con la familia, un paseo tranquilo por la naturaleza, hacer en casa un trabajo que garantice la fluidez y las buenas conversaciones con mis amigos.
Elijo mi propio ritmo. Disminuyo el ritmo para apreciar cada día. Estas experiencias aumentan mi apreciación por los detalles de la vida. Encuentro significado en las cosas pequeñas. No necesito perseguir máximos extremos. La alegría ya existe en el presente, esperando que la note. La gratitud y el aprecio me llevan por el buen camino de menor resistencia. De esa manera fluyo mejor en la vida.
Y luego está el amor. Amar y sentirse amado es una de las mejores experiencias que conozco. El amor es más que emoción. Aporta conexión, propósito y significado. Me vincula a los demás, construyendo relaciones que definen quién soy. En el amor, veo algo más grande que yo. En el amor, encuentro propósito y significado.
Valoro el amor no como un apego, sino como una conexión, considero el amor como algo esencial. El amor, como la respiración, me mantiene vivo de más de una manera. No es la muerte lo que un hombre debería temer, sino el no empezar nunca a vivir.
Al pensar en estas cosas —la respiración, el pensamiento, la alegría, el amor— veo la vida de la siguiente manera. Está en cada respiración, cada pensamiento, cada pequeña alegría, cada acto de amor. Se que la vida diaria está llena de razones para sentirse agradecido. Paso de la carencia a la abundancia, de la preocupación al asombro. La gratitud, entonces, se convierte en una práctica, no en un sentimiento. Practico el darme cuenta.
Practico estar presente y valorar lo ordinario. Incluso en los días difíciles, recuerdo de que la vida es un “privilegio precioso”. La vida tendrá sufrimiento. Es inevitable. Pero la gratitud no ignora el sufrimiento; lo equilibra. El dolor existe, y también la belleza. El miedo existe, y también el coraje. Mantener estas verdades juntas significa que vivo con urgencia, pero también con agradecimiento.
La fragilidad de la vida no la vuelve triste. La vuelve sagrada. No tengo la eternidad, pero tengo el hoy. Tengo este aliento, este pensamiento, este sentimiento, esta oportunidad de vivir. Eso es todo lo que necesito para sentirme vivo. Y eso es todo.
Esto consciente que la vida es breve, y en esa brevedad está la rara sabiduría de la vida: vivir ahora. Olvidamos lo extraordinario que es simplemente estar aquí. Vivir cada día como si pudiera ser el último no es pesimismo: es la libertad de vivir sin reservas. Significa que valoro plenamente el hoy.
Una vez que comienzas a hacer un esfuerzo por ‘despertarte’, es decir, ser más consciente de tus actividades, de repente comienzas a apreciar la vida mucho más, porque la vida no me debe nada.
Pero cada mañana tengo otro día para vivir mi mejor vida. Me despierto no con expectativas sino con agradecimiento. Veo esto como un privilegio poco común: vivir con conciencia. Vivo como si cada día fuera sagrado porque, en verdad, lo es. Cada respiración es preciosa. Cada pensamiento, único. Cada sentimiento, vivo. Cada oportunidad de amar de nuevo, un regalo. Esa simple conciencia cambia mi forma de vivir.
La vida deja de ser algo que apuro para convertirse en algo que debo valorar, una mañana a la vez.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 10, 2024
La vida es más bonita con amor, pero éste llega sanamente cuando uno se siente bien consigo mismo. No podemos tener una relación sana si antes no nos hemos desarrollado como personas. Cuando uno mismo se ama y no necesita a los demás, es cuando está preparado para querer de una manera sana. A todos nos gustaría tener una pareja ideal, a personas a quien querer, etc.… Pero una cosa es “necesitar “y otra muy diferente es “desear”. Cuando lo necesitas no funciona, porque si uno no se ama a sí mismo, tampoco podrá amar a los demás de una manera madura y sana.
Uno debe aprender a disfrutar de la vida sin pareja. Hay infinidad de cosas que hacer. Desarrolla tus habilidades, labra tu futuro, dedica tiempo a tus hobbies, haz amistades con gente buena, viaja, mira a tu alrededor para disfrutar de las pequeñas cosas, y sobre todo cuídate y ámate como te mereces.
El ideal de vida de un ser humano es ser feliz, sentirse pleno y satisfecho consigo mismo. Sin embargo, en ocasiones la alta autoestima desaparece y es cuando empiezas a atentar contra ti mismo, a elegir caminos equivocados, a menospreciarte o juzgarte; olvidas lo valioso que eres y dejas de lado la armonía que te rodea, y es ahí cuando tiendes a arruinar tu vida.
¿Sabes?, la vida no es una línea recta. No es un conjunto de etapas básicas donde todo va de acuerdo a lo programado. No necesariamente tienes que graduarte, formar una familia o hacer una carrera a cierta edad. No estás obligado a casarte a los 25 y a ser jefe a los 30. Tienes derecho a retroceder, a no saber qué es lo que te inspira. Puedes tomar un “tiempo fuera” para replantear tu vida. Muchas veces se nos olvidan estas sencillas verdades.
Desde los años escolares nos “programamos”: entrar a tal universidad, conseguir tal trabajo. Vamos cada mañana a trabajar incluso si no nos gusta lo que hacemos, porque sentimos la obligación de cumplir con nuestros propios conceptos de cómo debe ser la vida. Damos un paso, luego otro, pensando que sólo estamos diligenciando la “lista de control”, y de repente un día nos despertamos en la mañana deprimidos y es de la siguiente manera como arruinamos nuestras vidas:
Arruinamos la vida al elegir a la persona equivocada. ¿Por qué nos urge acelerar las relaciones? ¿Por qué queremos estar con alguien lo más pronto posible en lugar de ser alguien? Créeme, el amor que se escoge por comodidad, que sale de la necesidad de dormir al lado de alguien, que se determina con nuestra necesidad de atención, y no con la pasión, nunca te inspirará a levantarte a las 6 de la mañana para cambiar el mundo. Debes dirigir tu rumbo hacia el amor fundamental: el tipo de relación que nos hace una mejor persona cada día.
” Pero no quiero estar sola o solo”, muchas veces te dices a ti mismo. Pasa un tiempo en soledad. Come solo, organiza citas contigo mismo, duerme solo. Así podrás conocerte mejor. Crecerás como persona, sabrás qué es lo que te inspira, pensarás en tus sueños y convicciones. Y cuándo conocerás a la persona que hará que cada célula de tu cuerpo baile, estarás seguro de ella o de él, porque estarás seguro de ti mismo.
Arruinamos nuestra vida al permitir que el pasado nos domine. Algunas cosas no suceden inevitablemente. En la vida de cada quien hay momentos difíciles: dolor, confusión, días en los cuales nos sentimos inútiles e innecesarios. Hay instantes que quedarán con nosotros para siempre, y hay palabras que nos lastiman. No podemos permitir que esos momentos determinen nuestro destino: son sólo situaciones desagradables o palabras. Si dejas que cada evento negativo en tu vida cambie tu percepción de ti mismo, empezarás a ver el mundo de manera negativa.
Dejarás ir las oportunidades y te convencerás a ti misma de que eres demasiado tonta porque no te ascendieron hace cinco años. Dejarás ir al amor de tu vida por creer que no eras lo suficientemente bueno para tu pareja anterior y no le creerás a nadie que te diga lo hermosa que eres. Es un proceso de autodestrucción cíclico. Si no dejas ir el pasado, siempre verás el presente de manera distorsionada, lamentándote por tus fracasos.
Arruinamos nuestra vida al compararnos con los demás. La cantidad de personas que te siguen en las redes sociales no disminuye ni aumenta tu importancia. La cantidad de dinero en tu cuenta bancaria no afecta tus cualidades humanas, tu inteligencia o tu felicidad. La persona que tiene el doble de lo que tienes tú, no es más valiosa ni goza más de la vida que tú. Dependemos tanto de lo que les gusta a nuestros amigos, que esto nos destruye creando en nosotros una necesidad enfermiza de sentirnos importantes, estamos dispuestos a todo para crear el éxito ilusorio que luego podemos presumir en las redes sociales.
Arruinamos nuestra vida al no permitirnos sentir. Tememos hablar demasiado y decirles a las personas lo que significan para nosotros. Al demostrarle a alguien su importancia para ti, te vuelves vulnerable. Sin embargo, esto no tiene nada de vergonzoso. Hay algo mágico en los momentos en los que desnudas tu alma y dices la verdad acerca de tus sentimientos. Dile a aquella persona que te inspira. Dile a tu madre cuánto la quieres enfrente de sus amigos. Expresa tus sentimientos. Abre tu corazón, no dejes que se vuelva duro. Sé valiente en el amor.
Arruinamos nuestra vida al permanecer en nuestra zona de confort. Al final del día, ¿sientes alegría de vivir? Cuando nos conformamos con algo menor de lo que queríamos desde el principio, destruimos nuestro propio potencial y nos engañamos a nosotros mismos.
La vida y el trabajo, la vida y el amor, están inseparablemente vinculados entre sí. Necesitamos hacer un trabajo extraordinario, necesitamos buscar un amor extraordinario. Sólo de esta manera podremos vivir una vida extraordinaria.
A cualquiera nos gustaría tener a alguien especial en nuestra vida, lo que diferencia a una persona no dependiente, es que cuando están solo/as pueden tener momentos de melancolía, pero eso no les detiene para seguir disfrutando de otras facetas de su vida. En cambio, la persona dependiente no puede estar sola, se deprime, su autoestima decae y no es capaz de disfrutar de la vida. – El sentimiento de culpa está a menudo contigo, sientes que eres el responsable de la felicidad de los demás, ya sea tu pareja, familia, amistades, etc. Te sientes con la obligación de contentar a los demás y si no lo haces te sientes culpable.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
*Guarde estas palabras en tu mente y si quieres comparte con alguien. *
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 10, 2024
Cuando la gente te muestra sus límites (“No puedo hacer esto por ti”), te sientes rechazado/a. No aceptas el hecho de que los demás no puedan hacer por ti todo lo que esperas de ellos. Deseas un amor un cuidado una entrega sin límites. Parte de tu lucha es fijar los límites de tu propio amor; algo que nunca has hecho. Das lo que la gente te pide, y cuando piden más, das más, hasta que te sientes exhausto, usado y manipulado. Solo cuando puedas fijar tus propios límites, podrás reconocer, respetar y hasta estar agradecido a los límites de los demás.
En presencia de las personas que amas, tus necesidades aumentan y aumentan, hasta que ellas se sienten tan agobiadas por tus necesidades que prácticamente están obligadas a dejarte para sobrevivir. La gran tarea es reclamarte a ti mismo para ti, de manera de poder contener tus necesidades dentro de los límites de tu propio ser y controlarlas en presencia de aquellos a quienes amas.
La verdadera reciprocidad en el amor necesita de personas que se controlen y que se puedan entregar al otro sin dejar de seguir aferradas a sus propias identidades. Entonces, para entregarte más efectivamente y también para contener más las propias necesidades, debes aprender a fijar límites a tu verdadero amor.
Tu amor, en cuanto deriva de tu alma, es permanente. Puedes reclamar la permanencia de tu amor como un regalo del universo. Y puedes darles a otros ese amor permanente. Cuando los demás dejan de amarte, tú no tienes que dejar de amarlos. En un nivel humano, los cambios pueden ser necesarios, pero, a nivel de tu alma, puedes seguir siendo fiel a tu amor.
Un día serás libre de dar amor gratuito, un amor que no pide nada a cambio. Un día incluso serás libre de recibir amor gratuito. A menudo se te ofrece amor, pero no lo reconoces. Lo descartas porque estas acostumbrado a recibirlo de la misma persona a quien se lo dabas. La gran paradoja del amor es que, precisamente cuando te has proclamado como hijo amado de la tu alma, has fijado los límites de tu amor y así has contenido tus necesidades, comienzas a crecer en la libertad de dar en forma gratuita. Se te convoca a vivir en un nuevo lugar, más allá de tus emociones, pasiones y sentimientos.
Debes confiar en que hay otro lugar donde puedes estar a salvo. Trata de pensar en este lugar como el centro de tu ser: tu corazón, donde todos los sentimientos humanos son en verdad mantenidos juntos. A partir de este lugar, puedes sentir, pensar y actuar en forma auténtica.
Es bastante comprensible que este lugar té de miedo. Tienes muy poco conocimiento de él. Has tenido vislumbres de él, incluso algunas veces has estado en él, pero la mayor parte de tu vida has habitado entre tus emociones, pasiones y sentimientos, y has buscado en ellos la paz interior y la dicha. Además, no has reconocido plenamente este nuevo lugar como el lugar donde el alma habita y te sostiene. Temes que este lugar plenamente auténtico sea, de hecho, un pozo sin fondo en el que perderás todo lo que tienes y eres.
No tengas miedo. Confía. Podrías considerarlo el lugar de la unificación, en el cual puedes volverte uno.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 10, 2024
Los buenos tiempos se convierten en buenos recuerdos; los malos tiempos en grandes lecciones, solo hay que aprender. Sería relevante remarcar que el pasado no se puede explicar en su totalidad con palabras a distancias,
Utilizando las palabras lo que hacemos es fragmentar la realidad en partes, cuando lo real, es que todo está unido a todo. Una razón muy importante es la que debemos hablar a las personas de forma educada y con buenas palabras, puesto que, si no se hace, el mismo silencio ya está haciendo daño de una forma indirecta.
También el problema, es que la mayoría nos pasamos gran parte del día con la mente saltando agitadamente entre el pasado y el futuro, y mientras tanto nos perdemos el presente. La vida es eso que sucede mientras estás haciendo otros planes. Así decimos que la vida transcurre entre palabras y silencios. Pero ¡ojo! Los silencios, no son un elemento accidental, sino un elemento decisivo para conseguir una comprensión auténtica. Aunque reconozco que nadie (o casi nadie) quiere callar para siempre, pues callar se percibe como un fracaso emocional.
Lo más lógico y normal es entender y explicarnos a través de la palabra. Pero ¿Cuántas veces estas, como se suele decir: “se las lleva el viento”? No porque no se entiendan ni porque se expliquen de formas mal intencionadas. No, siempre suelen mostrarse de la forma más correcta; entonces, ¿Qué sucede? No es otra cosa que el producto de pasar de tener una dinámica y distendida relación, a la terca sinrazón del mutismo, sin la más leve explicación.
Cuando escuchamos continuadamente, no deberíamos dejar que nuestra mente divague y salte hacia temas totalmente imaginativos. Decimos que a través de la palabra es posible la comunicación, así es posible comprendernos; sin embargo, el poder de la palabra va más allá que el simple intercambio de ideas, al mismo tiempo sirve para cautivar y convencer.
Consideremos siempre que somos seres “sociales”, en el sentido de que pasamos la mayor parte de nuestra vida con otras personas. Por consiguiente, es importante aprender, entenderse y funcionar adecuadamente en situaciones al menos sociales. Todos conocemos y podríamos citar en teoría cuales son los principios básicos para lograr una correcta comunicación, pero a veces “cerramos los ojos” y nuestra mente no la dejamos hablar
El perdón es una necesidad en nuestro tiempo. La imperiosa necesidad que tenemos de él, surge del hecho de que nadie está libre de heridas, como consecuencia de frustraciones, decepciones, penas de amor, traiciones… Las dificultades de vivir en sociedad se encuentran por doquier. Conflictos en las parejas, entre amigos, personas divorciadas, patrones y empleados, etc., y todos tienen algún día necesidad de perdonar para establecer la paz y seguir viviendo juntos.
Si nos atreviéramos a decir lo que pasa por nuestra mente, seguramente encontraríamos mucha paz al final de lo dicho, más armonía y no tendríamos la necesidad de pensar en silencio, aumentando de esta forma nuestra confianza personal.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.
noviembre 9, 2024
La vida puede parecer una pérdida de tiempo. Te levantas, vas a trabajar, sigues tu rutina y te vas a la cama. Repite. Me canso de los mismos patrones, hábitos y comportamientos. Conoces esa sensación: hacer lo mismo una y otra vez. Sigues la misma rutina de lunes a domingo, semana tras semana. La vida se repite en un bucle infinito. Me harto. Así que rompo el ciclo a propósito. Varío un poco las cosas. Ajusto mi rutina semanal para hacer tiempo para más desviaciones.
La vida está hecha para vivirla, no para soportarla. Si todo parece predecible o mecánico, me despierto con asombro o un elemento de sorpresa. Me doy un respiro de la monotonía para recuperar la maravilla. Y evito que la vida se estanque. Hay que escapar de lo habitual o salir de lo ordinario. Es una práctica de romper con la rutina, de liberarse de patrones que le quitan esa sensación de “estar vivo” de ser humano.
La liberación de lo habitual. El tipo de ruptura que te sacude y te hace tomar conciencia. No es solo relajarse; es reconectarse con un lado de la vida que está vivo, impredecible. Romper patrones mantiene la mente alerta y emocionada.
Les habló sobre el “método de rotación”, un concepto similar en el que cambias intencionalmente tu entorno o actividades para evitar el aburrimiento. Creo que la vida se vuelve monótona cuando repetimos las mismas cosas sin fin. Debemos mantener las cosas frescas y te hace sentir más vivo. Cuando elijes conscientemente hacer algo inesperado. Te sales de la norma.
Piensa en la emoción, habla de emoción, actúa con emoción y seguramente te convertirás en una persona emocionada. La vida adquirirá un nuevo nido, un interés más profundo y un mayor significado. Puedes pensar, hablar y actuar hasta llegar a la monotonía, el aburrimiento o la infelicidad. Mediante el mismo proceso puedes generar inspiración, entusiasmo y una creciente profundidad de alegría. Cambiar tu rutina matutina o hago algo espontáneo. Leer un libro de un género que nunca has explorado. Son cosas pequeñas, pero cambian tu perspectiva. Te sacan del piloto automático y Te llevan al momento presente.
Cambiar las cosas. Estos pequeños actos interrumpen las rutinas familiares en la mente. De repente, el mundo se siente nuevo otra vez, un poco menos predecible. Te sientes más despierto y más comprometido con el entorno. Notas cosas que normalmente ignoras. Los detalles se vuelven visibles. Estos cambios te sacan del piloto automático. Te despiertan. Te mantiene curioso y consciente de las infinitas posibilidades del día. Lo prácticas para recuperar la conciencia del presente, algo de lo que hablo mucho en mis escritos.
Hay una base científica detrás de esto. Romper con las rutinas obliga al cerebro a pensar de manera diferente. La neurociencia demuestra que cuando te involucras en nuevas actividades, tu cerebro forma nuevas conexiones neuronales. El cambio mantiene la mente alerta y más consciente. Cada vez que rompes la monotonía, estimulas tu cerebro. Las nuevas experiencias también desencadenan la dopamina, la sustancia química de la “recompensa”.
La dopamina enciende el cerebro, creando sentimientos de placer y compromiso. Pero no se trata solo de placer. Las nuevas experiencias fortalecen la concentración. Entonces, no solo estas cambiando tu día o rompiendo la monotonía, estas reconectando tu cerebro.
Los niños observan insectos en la acera, las flores y cosas nuevas en el entorno. Los adultos lo superan. Vuelvo al asombro a propósito. Para ver las cosas con ojos de principiante, para vivir con curiosidad.
La seguridad en la rutina es esencial para hacer las cosas. Encontramos seguridad en una estructura eficiente para la vida, pero tiene un costo: la vida pronto puede sentirse aburrida y sin inspiración. Te olvidas de estar presente. Por eso es tan importante practicar la costumbre de “salir de la rutina”. No se trata solo de hacer algo nuevo por hacerlo. Es un “despertar mental”. Un recordatorio de que la vida no tiene por qué ser predecible.
Pero sin la interrupción ocasional, corres el riesgo de que la vida quede atrapada en tus propios hábitos. La presión por mantener las cosas perfectas roba a la vida la espontaneidad. Así, la libertad no siempre es cómoda. Y debes darte un verdadero descanso. No importa cuán pequeño sea. No tienes que tomarme unas vacaciones para salid de la rutina. Elije una pequeña cosa para interrumpir tu día. Elije una pequeña sorpresa para volver a maravillarme. Eso es “salir de la rutina”. en acción: el verdadero descanso que mereces. Puedes practicar “salir de la rutina”. en cualquier momento y en cualquier lugar. No requiere mucho esfuerzo, solo un cambio de mentalidad. Permítete liberarte de lo que se espera, incluso en pequeñas formas. Cuando lo hagas, notarás que la vida se vuelve más abierta.
La vida no tiene por qué ser tan rígida. “salir de la rutina”. es tu permiso para alterar tu rutina a propósito, aunque sea por unos minutos. Es una forma de vida que cambia tu relación contigo mismo. Pruébalo. Te sorprenderá cómo te hace sentir.
Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso.
Publicado por Patricio Varsariah.