¿Por qué nos cuesta tanto tener tiempo de calidad?
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, febrero 6, 2025
Parpadeo y el día se acaba. Nos despertamos, revisamos nuestros teléfonos, nos apresuramos a trabajar, nos ahogamos en correos electrónicos y nos tiramos a la cama. Luego lo hacemos todo de nuevo. Trabajo, familia y compromisos sociales que se repiten inconscientemente. Ser requiere tiempo de calidad.
El otro día, recibí un mensaje de un lector que me decía: estaba jugando con mi hija. Tiene siete años. Dejó de jugar y me miró. "Papá", dijo, "¿me estás escuchando?". Me avergoncé. Estaba escuchando a medias mientras también pensaba en el trabajo. Mi hija se merecía algo mejor. Se merecía toda mi atención. Intento hacer un esfuerzo consciente. Guardo mi teléfono cuando estoy con ella. Intento escuchar. Escucho realmente sus historias de la escuela. No solo espero mi turno para hablar. Es difícil. Mi mente divaga. Me distraigo. Pero sigo intentándolo.
Mi estimado lector, los niños son geniales para recordarnos lo que es importante. Necesitan conexión. Quieren ser vistos y escuchados. Los niños dan un empujoncito para que bajemos el ritmo. Debemos aprender mucho de los hijos. Todos necesitamos tiempo de calidad para nosotros también. Necesitamos recargarnos. Necesitamos volver a nuestro interior. Necesitamos recordar quiénes somos fuera de nuestros roles como empleados, padres y socios.
¿Por qué nos cuesta tanto tener tiempo de calidad?
Creo que es porque hemos olvidado cómo estar presentes. Siempre estamos en otro lugar: físicamente en un lugar, mentalmente en otro. Tus momentos pasados de amor y conexión te hacen más sabio de forma duradera.
¿Dónde está todo el tiempo de calidad para conversaciones significativas? ¿Dónde está todo el tiempo para las personas que importan en nuestra vida? O mejor aún, ¿dónde está todo el tiempo para ser yo mismo? Sin distracciones. Solo paz y tranquilidad en tiempo real, aunque siempre estamos en otro lugar.
Nos sentamos juntos, pero estamos separados en silencio. Nos encanta hacer varias cosas a la vez. Pero rara vez somos conscientes de lo que estamos haciendo. Las parejas viven juntas como extraños. Lo veo en los restaurantes. Las parejas se sientan en silencio, cada una perdida en su propio mundo digital. Los amigos se reúnen, pero apenas hablan. Los padres miran sus pantallas mientras sus hijos juegan cerca. Incluso cuando estamos juntos, no estamos realmente juntos.
Es triste. Pero, ¿a qué precio? Los niños crecen. Los padres envejecen. Los amigos siguen adelante.
El tiempo de calidad no tiene tanto que ver con el tiempo; tiene que ver con la atención, el cuidado y estar presente con todo tu ser. Diez minutos de conversación totalmente concentrados pueden significar más que horas de presencia a medias.
El tiempo de calidad no se está escapando. Lo estamos regalando.
Para mí, la felicidad tiene que ser real: una vida hecha de conversaciones reales, de pasar tiempo de calidad con amigos cercanos, paseos por la naturaleza y el bosque, meditar, sentir gratitud real, leer buenos libros, poder estar en el momento y escuchar los sonidos de la naturaleza.
La conexión real requiere esfuerzo. Pero estamos demasiado ocupados, demasiado cansados, demasiado distraídos.
¿Cómo recuperamos ese tiempo de calidad?
Empecemos por reducir la velocidad. Piense en las cosas que disfrutas haciendo. ¿Qué te hace sentir vivo? ¿Qué te hace perder la noción del tiempo? Sea lo que sea, hazte tiempo para ello. Sé intencional. Consciente. Prográmalo si es necesario. Hazlo no negociable. Guarda el teléfono. Cierra tu computadora portátil. Estar presente con las personas que amas. Jugar un juego. Sal a caminar. Tener una conversación. Escuchar de verdad. Hacer contacto visual. Ríete. Conectar. El tiempo de calidad también puede significar leer un libro con tu hijo. O leer un buen libro solo. Puede ser dar un paseo con tu pareja.
Planifica tiempo sin tecnología. Pequeñas cosas, gran diferencia. Porque al final, nadie recuerda las horas que pasaste en TikTok. Pero recordarán cómo los hiciste sentir. Recordarán la sensación de ser realmente vistos. No perdamos eso. La clave es estar presente y conectar. Y habitar plenamente nuestras experiencias a medida que ocurren. Sin preocuparnos por el pasado o el futuro. Simplemente ser. Es difícil. No es fácil. La vida seguirá intentando interponerse. Pero vale la pena. El tiempo de calidad es una inversión en nuestras relaciones y en nosotros mismos.
Estar presente está subestimado. Pero vale la pena. Dondequiera que vayas, ahí debes estar. Todos necesitamos actividades que nos devuelvan la calma interior. Todos necesitamos tiempo para recargar energías. Si no hacemos tiempo para estas cosas, nos agotamos. Nos volvemos irritables y resentidos. Perderemos nuestra conexión con nosotros mismos y con las personas que amamos. El tiempo de calidad es necesario para nuestra salud mental, emocional y física. Es valioso para nuestras relaciones. Para nuestra felicidad. Las personas que amas se lo merecen.
El tiempo de calidad no se pierde ni se va. Solo está enterrado bajo distracciones. Sácalo. Mantenlo cerca porque la vida no está hecha de años. Es una experiencia minuto a minuto en tiempo real. Esos momentos de flujo en tiempo real. Tiempo para hablar. Tiempo para escuchar. Tiempo para simplemente ser.
Son todo para la buena vida.
Este año quiero hacer de la conexión, la concentración y la escucha una forma de vida. Guardo el teléfono cuando estoy escribiendo, cuando estoy con mi gato Don Vito, cuando estoy con la familia. Intento disfrutar del aquí y ahora. Es una lucha. No siempre lo hago bien, pero lo intento. Estoy trabajando en ello.
Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.
Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.