Tenemos una voz en nuestra cabeza que siempre parece estar hablando. Esa voz evalúa constantemente qué es bueno y qué no. Está evaluando constantemente nuestras experiencias pasadas, posibles resultados futuros, lo que la gente piensa de nosotros, etc.

Esa voz es un diálogo que tenemos con nosotros mismos. Es la voz de nuestros debates internos. Son las cosas falsas que nos decimos a nosotros mismos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre nuestras circunstancias.

Cree saberlo todo y al mismo tiempo discute consigo mismo. Es la voz interior que usamos para convencernos de entrar y salir de las cosas. Son las discusiones que imaginamos tener con otras personas. La voz que te dice que eres mejor de lo que realmente eres y la voz que te dice que eres peor de lo que realmente eres.

Nuestra verdadera voz, la voz apacible del espíritu, no habla con palabras. No habla español ni ningún otro idioma, pero lo entendemos. Es decir, si estamos escuchando. Si apagamos el diálogo y solo escuchamos.

El diálogo es como las ondas en un estanque. Es una perturbación. Una perturbación de nuestra naturaleza pacífica. Otra analogía sería el barro.  ¿Tienes paciencia para esperar hasta que el lodo se asiente y el agua esté clara?"

Patricio Varsariah.
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